El poder de un régimen autocrático

Desprestigio de corta duración

El asesinato de Kashoggi no ha deteriorado la imagen internacional de Arabia Saudí gracias a su inmenso poder económico y de recursos naturales

El príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman.

El príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman. / periodico

Rosa Massagué

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Cuando en octubre del pasado año se conoció el asesinato del periodista Jamal Kashoggi, ocurrido en el consulado de Arabia Saudí en Estambul, hubo un coro de comentarios señalando el desprestigio internacional que la macabra muerte acarreaba para aquel país y muy en particular para el hombre fuerte, el príncipe Mohamed Bin Salman. Con una inacabable chequera como la saudí gracias a Aramco, la mayor compañía energética del mundo y una de las primeras por sus ingresos (también la que lanza las emisiones de CO2 más altas del mundo), el llamado desprestigio duró poco.

El pasado domingo se jugó en Riad la final de la Supercopa italiana de fútbol (la Lazio derrotó a la Juventus). No era la primera vez que equipos italianos competían allí. Apenas tres meses después del asesinato de Kashoggi, Juventus y Milan dirimían el mismo campeonato en el estadio de la King Abdullah Sports City de Yeda. Y dentro de pocas semanas, en este mismo complejo deportivo, cuatro equipos españoles (Barcelona, Real Madrid, Valencia y Atlético de Madrid) competirán por la Supercopa española.

La sentencia emitida ayer por el asesinato de Kashoggi después de un juicio farsa (este sí), calificado por la relatora especial de las Naciones Unidas de “antítesis de la justicia”, que ha concluido con cinco condenas a muerte y la exoneración del enlace entre los ejecutores y el príncipe gobernante quien, según la CIA, ordenó personalmente el repugnante asesinato, suscitará condenas, pero pronto las reacciones callarán. Arabia Saudí con Bin Salman al frente quiere diversificar la economía para dejar de depender solo de la extracción de gas y petróleo. Aspira a convertir el país en un centro tecnológico puntero y para ello necesita 'know how' y especialistas lo que le convierte en un enorme imán para empresas y expertos.

La presidencia del G20

Desde hace apenas un mes el país saudí preside el G20, presidencia que culminará en noviembre próximo cuando la cumbre del foro internacional se reúna en Riad. Ello implica durante todo el año las continuas idas y venidas de representantes de los países participantes para asistir a reuniones preparatorias o encuentros paralelos. ¿Se alzarán estos países en defensores de los derechos humanos violados constantemente por un régimen antidemocrático, habrá quejas auténticas, presiones o boicots a Riad? La respuesta ya la saben.      

En 1980 la cadena de televisión británica ITV emitió el docudrama 'Death of a Princess' (Muerte de una princesa), que reconstruía la ejecución pública de la princesa saudí Misha’al y de su amante acusados de adulterio. Pese a que el programa ni citaba a los protagonistas por su nombre ni situaba los hechos donde realmente habían ocurrido, las fuertes presiones diplomáticas y sobre todo comerciales de las autoridades saudís fueron de tal magnitud que Lord Carrington, entonces secretario del Foreign Office, se rebajó a pedir disculpas por el programa. Así funcionaba Arabia Saudí y así sigue funcionando pese a todos los señuelos que hablan de apertura de un régimen medieval.