Dos miradas

Palabras y veneno

El problema no son las palabras, sino la intención con que se utilizan

Mohamed, de 14 años, señala su 'meta', al otro lado del Estrecho.

Mohamed, de 14 años, señala su 'meta', al otro lado del Estrecho. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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El problema no son las palabras, sino la intención con que se utilizan. Es cierto. Lo dijeron los organizadores del concurso para elegir el neologismo que entrará en el diccionario normativo. Pero también es verdad lo que dice el filósofo Daniel Gamper: "Las palabras han perdido su inocencia". Todo viene a cuenta de la introducción en la lista de candidatas de 'mena', que es y no es una palabra, porque no deja de ser la lexicalización de unas siglas y al mismo tiempo, claro, unas siglas que sustituyen a un sintagma con el que identificamos una categoría que, al parecer, no sabemos definir con menos recursos: "menores de edad no acompañados".

El mismo Gamper, en 'Las mejores palabras', habla de los "usos cosificadores de las futuras víctimas". Lo dice en referencia al nazismo y a lo que Kemplerer atribuía al Tercer Reich: "Las palabras pueden ser como minúsculas dosis de arsénico". Parece que no pase nada y al final llegan las secuelas del venenoFinalmente, a petición de Afers Socials, 'mena' no será el neologismo del año. Aunque tardemos más en escribirlo, nos quedaremos con palabras tan viejas como "menor", "edad", "no" y "acompañado". Tan viejas y, juntas, tan terribles