Un pacto a prueba de sentencias

La sobria reacción de Iglesias ante la sentencia de los ERE muestra la fortaleza de la alianza con el PSOE

Sánchez e Iglesias, antes de firmar el preacuerdo de Gobierno, el 12 de noviembre.

Sánchez e Iglesias, antes de firmar el preacuerdo de Gobierno, el 12 de noviembre. / REUTERS / SERGIO PÉREZ

Rosa Paz

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A muchos les sorprendió el martes la prudencia con la que Pablo Iglesias reaccionó a la sentencia de los ERE en la que se condenó con dureza a la antigua cúpula del PSOE de Andalucía y a una forma de hacer política que se escapaba de los preceptivos controles. Algunos de los condenados tuvieron también importantes responsabilidades a escala estatal: Manuel Chaves y José Antonio Griñán, por ejemplo, fueron presidentes de la Junta de Andalucía, ministros en distintas carteras, y presidentes del PSOE, un cargo, este último, honorario pero muy representativo en el socialismo español. La decisión de los jueces significa, por tanto, un duro golpe para el partido socialista en su conjunto, no solo para la federación andaluza o para los dirigentes de la vieja guardia, que se mostraban desconsolados con la decisión de los jueces.

El líder de Unidas Podemos podía haber cargado contra los socialistas como hicieron otros grupos de la oposición, especialmente Ciudadanos, que pidió la dimisión de Pedro Sánchez, y el PP, que no llegó a tanto pero se aproximó. Iglesias, sin embargo, pasó de puntillas por el asunto, atribuyendo la corrupción al bipartidismo y situándola en una época ya superada. Seguramente ayudó a su moderación el hecho de que este no sea un caso de enriquecimiento personal ni de financiación del partido, aunque sí de compra de la paz social con dinero público, mediante un sistema sin vigilancia. También debió contribuir a su templanza que el actual secretario general del PSOE, su presidente en el futuro Gobierno, sea ajeno a aquellas prácticas, porque cuando los hechos ocurrieron estaba iniciándose en la actividad política como concejal del Ayuntamiento de Madrid.

Lo que marcó, por tanto, la actitud de Iglesias fue ese pacto de Gobierno que suscribió con Sánchez a los dos días de las elecciones del 10-N y que, si consiguen los apoyos suficientes para la investidura del líder socialista como presidente, les permitirá formar un Ejecutivo de coalición en el que ambos tienen ahora puestas todas sus esperanzas. De hecho, esa sobria reacción del líder morado muestra la fortaleza de la alianza entre ambos partidos y también que la sentencia de los ERE, que se esperaba para estas fechas, estaba ya descontada en el acuerdo, aunque se desconociera su magnitud. 

Los mismos problemas

Viene esto, por tanto, a aclarar las dudas de quienes pensaron que con la sentencia de los ERE la investidura de Sánchez correría peligro. Las cosas en ese terreno parecen estar donde estaban. El líder socialista, a quien la vieja guardia de su partido ve como un hombre sin alma por su frialdad con los condenados incluso cuando solo eran imputados, tiene los mismos problemas que tenía antes de la sentencia para conseguir la mayoría en primera o segunda votación en el Congreso de los Diputados. Además de PNVMás País y un puñado de grupos pequeños, sigue necesitando o el 'sí' de Ciudadanos, que parece improbable, o la abstención de ERC, que se vislumbra difícil. Si no consigue alguno de esos apoyos habrá terceras elecciones y esa no parece una buena alternativa para nadie.