ANÁLISIS

¿Al manganime le quedan dos días?

El verdadero 'boom' fue en 1992, con 'Dragon Ball' causando furor en TV3, aunque a finales de los 70 en TVE los niños ya coquetearon con 'Mazinger' o 'Heidi'

Detalles de los preparativos de la muestra 'Dragon Ball World Adventure', este miércoles en el Manga Barcelona.

Detalles de los preparativos de la muestra 'Dragon Ball World Adventure', este miércoles en el Manga Barcelona. / periodico

Eduard Terrades Vicens

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El Salón del Manga (ahora rebautizado Manga Barcelona) cumple su cuarto siglo de existencia. Nadie podía prever en aquella primera edición, celebrada entre las frías andanas de la mítica Estació de França, que 25 años después estaríamos celebrando tal efeméride. Y mucho menos que el manganime (contracción de las palabras manga –cómic japonés- y anime –neologismo para definir a la animación japonesa-) gozaría del prestigio del cual puede presumir hoy en día. Para muchos es una filosofía de vida, para otros una válvula de escape cultural. “Al cómic japonés le quedan dos telediarios, es una moda pasajera” decían los más escépticos; predicciones erróneas para un mercado que rápidamente se expandió, a pesar de que en sus albores tuvo que luchar contra viento y marea ante una poderosa masa crítica que no veía con buenos ojos aquellos garabatos en blanco y negro repletos de líneas cinéticas. 

Empecemos por el principio: en realidad, y aunque a finales de los 70 muchos niños ya pudieron coquetear con la animación nipona gracias a las primeras series emitidas por TVE (como 'Mazinger Z', 'Heidi' o 'Comando G'), el verdadero 'boom' se sucedió en 1992. 'Dragon Ball' estaba causando furor en TV3 y las mañanas de los domingos toda la chavalería de la época se lanzaba a cazar cualquier producto de Son Goku y compañía en el Mercat de Sant Antoni o en sus inmediaciones (fuera legal o no); en mayo, coincidiendo con el 10º Salón del Cómic, se edita el manga en formato 'comic-book'.

Mangas salvajes

Por otro lado, 'Neo-Tokyo' está a punto de explotar, no en sentido literal, ni en el mundo real, sino en los cines de medio mundo: 'Akira', un inentendible filme de colores chillones se estrena entre propios y extraños (en Barcelona, en los Maldà), y causa un revuelo entre una nueva generación de jóvenes que combina a partes iguales la emoción del estallido de la música techno con el visionado compulsivo de anime de estética 'cyberpunk'.

El verdadero 'boom' fue en 1992, con 'Dragon Ball' causando furor en TV3, aunque a finales de los 70 en TVE los niños ya coquetearon con 'Mazinger' o 'Heidi'

En nuestro país mucho tuvo que ver la extinta distribuidora Manga Films para sufragar nuestras ansias animadas provenientes de un país muy lejano llamado Japón. Aquel primer lustro propiciado por la importación masiva de material japonés se vivió entre el resquemor de la opinión pública, que acusaba a los mangas de demasiado salvajes. Y parte de razón seguramente no les faltase, pero... ¿Qué daño podían infligir unas cuantas viñetas repletas de movimiento y acción en el corazón apasionado de aquellos primeros 'otakus' españoles

Cierto que, a finales de los años 90, hubo un cambio de política editorial (o búsqueda de nuevos lectores) y apostaron por otro tipo de relatos que rápidamente empatizaron con el público femenino (el 'shojo', el 'yaoi' o las comedias alocadas); fueron ellas las que hicieron crecer el mercado del manganime en nuestro país y que el medio se empezara a prestigiar como era debido; es incuestionable. Unido a la publicación de historias más dramáticas que, seguramente, no resultaban tan comerciales y que estaban destinadas a un lector más maduro (los 'gekiga'); de esta manera se abría la veda al inabarcable mercado editorial japonés, y descubrimos que, prácticamente, existían mangas de cualquier temática (poco a poco, los lectores de cómic en general se acercarían a ellos). 

Cultura japonesa

A principio del presente siglo, con la democratización de internet, la fascinación por los tebeos japoneses subió de nivel y propició que muchísimos lect@res que ya se habían hecho adult@s quisieran pisar el país del sushi para conocer aquellos atisbos culturales que aparecían reflejados en esos manga y anime que habían devorado durante tantos años. Esa fue la clave que nos ha llevado a la situación actual: empezaba otra era y el Salón del Manga había cogido el suficiente músculo como para poder integrar otros aspectos que no solamente tuvieran que ver estrictamente con el manganime. Creció por necesidad y de la Farga de l’Hospitalet se mudó a la Fira en el 2012. Sin duda, con la nueva ubicación se ganó espacio para dedicar amplias secciones a la cultura japonesa. Y lo más importante, ganar público; básico para que el sector siga adelante. La pregunta que se hacen muchos aficionados es... ¿Qué manganime veremos dentro de 25 años?