EL CIERRE

Sospecha de catalejo

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Antoni Daimiel

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Ha vuelto a destaparse otro caso de sanción por dopaje en la NBA nada más empezar la temporada. DeAndre Ayton, el pívot de Phoenix Suns, ha sido sancionado con 25 partidos de suspensión por haber consumido un diurético que puede enmascarar en los análisis el uso de drogas u otras sustancias dopantes. Si no se considera el recurso que va a presentar el jugador y cumple la sanción al completo, Ayton perderá más de dos millones de dólares de su actual contrato.

La NBA arrastra en Europa la fama de territorio libre de controles, de paraíso de la trampa dopante en el que se justifica absolutamente el consumo de cualquier cosa que pueda favorecer el rendimiento. Pero la fama la mantienen ciertos fiscales a distancia que no consideran la persecución de según qué consumos que ha caracterizado a la NBA en los últimos años. Han caído jugadores de cierta categoría con sanciones importantes a nivel deportivo y económico, especialmente por consumo de sustancias que intervienen artificialmente en la mejora del físico de los jugadores.

Larga lista

Ayton, primera elección del draft de 2018 es el último de una lista que salpican casos como los de O. J. Mayo, Jodie Meeks, Joakim Noah, Nick Calathes (ahora en Panathinaikos), Turkoglu o Rashard Lewis. Todos fueron sancionados por consumo de esteroides anabolizantes de diferentes tipos, compuestos dirigidos a controlar el peso, aumentar la masa muscular o elevar la hormona del crecimiento en la sangre. La única excepción cualitativa reciente ha sido la de Tyreke Evans, sancionado dos años sin jugar por consumo de lo que allí llaman alguna “droga de abuso”, seguramente algún opiáceo, un tipo de droga de alto consumo ciudadano actualmente en EEUU.

DeAndre Ayton es el último de una larga lista de jugadores de la NBA sancionados por consumo de esteroides anabolizantes

Si bien la NBA ha acumulado también sanciones por consumo de las llamadas drogas sociales, es evidente que los castigos son más livianos (siempre como impone el convenio colectivo firmado por patronal y la Asociación de Jugadores). Por consumo de marihuana el primer positivo se “castiga” con la obligación de pasar un tratamiento y controles posteriores. Un segundo positivo acarrea multa de 25.000 dólares y ya en el tercer positivo aparece la sanción de cinco partidos de suspensión.

La paradoja estadounidense

En este caso la NBA camina sobre un sendero resbaladizo e inseguro porque cada vez son más los estados del país norteamericano donde el consumo de marihuana es legal tanto por motivos medicinales como recreativos. La Asociación de Jugadores buscará la despenalización total muy pronto y a la NBA le será complicado resistirse, a riesgo de que los jugadores puedan acudir a defender sus derechos a la justicia ordinaria.

En cualquier caso desde Europa se sigue sospechando de la NBA, aunque quien quiera puede repasar en el convenio las sustancias prohibidas y la cantidad y tipo de controles que pasan los jugadores. Con un catalejo se aprecian con claridad detalles lejanos pero no se ven nítidamente los propios pies. La paradoja es que los estadounidenses hasta ahora no se han interesado por la ausencia prácticamente total de positivos en el baloncesto europeo. O en el fútbol.