Lecciones del jueves en Manchester
El partido del City confirma que jamás debió darse por muerto al campeón y que el Liverpool cree de verdad en sus opciones
Sirvió la victoria del Manchester City ante el Liverpool para confirmar unas cuantas ideas. De entrada, le devolvió el favoritismo al campeón, si es que en algún momento había dejado de tenerlo. Aunque con siete puntos de desventaja era razonable pensar que ya no debía encabezar los pronósticos con la misma autoridad, quitárselo por completo habría significado entregarnos a esa dinámica de transformaciones repentinas, efímeras y casi paranoicas que parecen haberse adueñado de los juicios en el universo futbolístico. Proclamados de nuevo campeones en todas las quinielas hasta hace unas pocas semanas, después de tres tropiezos -¿quién no tiene un mal mes?- el periodismo inglés, nostálgico de los tiempos dorados de los 'reds' y siempre amante de los cambios de régimen, se quedó a un impulso de escribir que los de Pep estaban casi descartados. Hubiera bastado que el Pool saliese vivo del Etihad para convertir ese instinto en titular. No se dio.
Entusiasmo de Klopp
La segunda cuestión que quedó patente en el duelo de Manchester fue el impresionante contagio que el entusiasmo de Jürgen Klopp está provocando en sus jugadores, hasta el punto de condicionar la aproximación anímica de los rivales a los partidos. El equipo que sacó el alemán era, salvo por el portero Alisson -que anduvo poco afortunado-, el mismo que la temporada pasada quedó muy lejos de disputarle el título al City. Incluso si tenemos en cuenta a Fabinho y Shaqiri, que ingresaron en el tramo final para mejorar al Liverpool y que venían siendo titulares en la formidable racha reciente de los subcampeones de Europa, la plantilla 'red' sigue siendo sensiblemente inferior a la 'sky blue', y aún así está tan convencida de sus posibilidades que terminó el choque encerrando a su rival y obligando al equipo de Guardiola a realizar modificaciones defensivas y a buscar el repliegue y el contragolpe como estrategia de los últimos minutos. Que el City se impusiera por un margen tan corto -en el juego y en el resultado- pese a que para él sí era la última oportunidad de subirse al tren de la Premier y sintiendo aún reciente su dolorosa eliminación en la Champions pasada -y, por lo tanto, con el deseo de venganza a flor de piel- habla muy bien del Liverpool y de cómo ha hecho progresar Klopp a su conjunto en unos pocos meses.
Fernandinho, básico para Pep
La tercera certeza confirmada es la importancia de Fernandinho, ya el jugador más importante del equipo de Guardiola. Sin él, el City perdió ante el Crystal Palace y el Leicester los dos encuentros con los que nadie contaba. Si los de Guardiola tuvieron este jueves muchas menos pérdidas de balón en la salida ante un rival especialista en presionarle y morderle se debe en gran medida a la maestría y a la calma del brasileño, el único además que encontró pases agudos en un primer tiempo en el que se imponía el respeto. Que Firmino, Salah y Mané brillaran menos que en esos precedentes del curso pasado tuvo mucho que ver también con el equilibrio posicional para contrarrestar contragolpes que aporta el fenomenal excentrocampista del Shakhtar.
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