La elecciones presidenciales de Brasil

La amiga de Dilma

Se legitiman los delitos de odio con los votos y se allana el camino con la marcha atrás en una potencia económica

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Ricard Ustrell

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Una noche como la de hoy, antes de saber que Bolsonaro tenía el 46% de apoyo de los votantes en Brasil, llegué a la segunda ciudad más poblada del país, Río de Janeiro. El gas con el que muchos coches funcionan provocaba un olor fuerte en la ciudad, el taxista cerraba las ventanas y abría el aire acondicionado, a una temperatura exageradamente fría. De camino al hotel, el conductor me hacia un pronóstico: “habrá un cambio político en este país”, “el que sea”. La izquierda le había generado mucha desconfianza.

Al día siguiente, desde la escuela municipal Joseph Bloch, en el lateral de una favela, en Parada de Lucas, me lo confirmaron votantes de Lula que ahora apuestan por el candidato de extrema derecha. Bolsonaro es un exmilitar que afirma que sus hijos no tendrán una novia negra porque están bien educados y prefiere que mueran de un accidente de tráfico antes de que sean homosexuales. "Es contaminación", "fake news", decían sus partidarios, a la salida del colegio, naturalizando la necesidad del cambio y tapando algunas de sus últimas polémicas declaraciones.

La izquierda pincha y Dilma queda última su objetivo de ser senadora. La expresidenta y su exministra y Eleonora Menincucci caen en una decepción profunda

Más hacia el norte, en Belo Horizonte, dos amigas seguían juntas la noche electoral. Se conocen desde que tenían 23 años. Una se presentaba por senadora, la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff; la otra fue ministra de la secretaria especial de políticas para las mujeres de su Gobierno, Eleonora Menicucci. No se esperaban las encuestas a pie de urna ni los resultados finales. La izquierda pincha, el Partido de los Trabajadores no gana y Dilma queda última.

Durante las siguientes 48 horas las personas más cercanas a Dilma y Eleonora no las localizan. Las dos amigas caen en una decepción profunda, reviven cómo se conocieron. "Durante tres años convivimos en la cárcel, en la misma celda, sufrimos las mismas torturas de la dictadura. Allí nos comprometimos la una con la otra a luchar contra las adversidades y a nunca huir de las situaciones, por muy difíciles que nos parecieran", explica Eleonora.

Cuando me voy de Río me doy cuenta de que el taxi lleva las ventanas bajadas y el olor del gas se nota menos. En la calle se nota el alivio de una sociedad que presiente el futuro pero nunca llega. Se legitiman los delitos de odio con los votos y se allana el camino con la marcha atrás, aquella que vuelve a los valores más tradicionales y conservadores de una de las superpotencias económicas del mundo como es Brasil.

Paulo Guedes -ahora investigado por fraude- es asesor económico de Bolsonaro pero también amigo de Piñera, hermano del discípulo de Friedman, quien hizo la doctrina de choque con Pinochet. El dia de los resultados de la primera vuelta en las presidenciales en Brasil Guedes celebra la victoria. Las universidades privadas, la mayoría de los medios de comunicación, el Bank of America, Merrill Lynch también pronostican buenas noticias para la segunda vuelta. Parece que todo está preparado para declarar la guerra a la izquierda, a Dilma y Eleonora, a su amistad y su compromiso por la vida.