AL CONTADO
Crisis financiera: Un Rato de soberbia
Las culpas se reconocen, pero en otros; es la tradicional forma de asumir responsabilidades de la política española
Agustí Sala
Redactor jefe de Economía
Además de El Periódico, trabajé de 1989 a 1990 en La Economía 16, como responsable de Economía en el Diari de Barcelona, de 1989 a 1990; en la sección de Economía de TVE Catalunya de 1987 a 1989, en Antena 3 de Radio, de 1985 a 1987 y en el Diari Menorca, de 1983 a 1985 y Radio 80-Menorca. Además la licenciatura en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona (1992-1986), tengo un posgrado en dirección general (PDG) 2011-2012y un curso de Márketing Digital y Redes Sociales por la EAE Business School
Agustí Sala
"¿Esto es un saqueo? No, es el mercado, amigo". La expresión no la profirió un sabelotodo o un catamañanas cualquiera tomando una caña en un bar sino todo un exvicepresidente del Gobierno y antiguo director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Sobrado de soberbia y corroído por las ganas de venganza contra sus excompañeros del PP, Rodrigo Rato, lejos de admitir responsabilidades, convirtió la comisión parlamentaria sobre la crisis bancariaresponsabilidades comisión parlamentaria sobre la crisis bancaria, unos dicen que en un circo y otros, que en un espectáculo bochornoso.
Ni un ápice de remordimiento mostró quien hoy está condenado por las 'tarjetas black' de Bankia, de la que fue presidente; y actualmente acechado por otros procedimientos judiciales como la salida a bolsa de la entidad o su situación tributaria.
Ni una sombra de disculpa rezumó quien, a finales de los años 90, prendió la mecha de la burbuja inmobiliaria futura con la liberalización salvaje del suelo. Y de aquellos polvos...
Es verdad que quienes le sucedieron tampoco apagaron el fuego sino que incluso pudieron avivarlo. Y es que tampoco quienes desde el PSOE protagonizaron el recambio al frente de la política económica a partir del 2004 suscitaron mucha satisfacción durante sus comparecencias de esta semana en el Congreso de los Diputados, pese a tratar con más respeto a sus señorías y rebajar el tono vengativo y altanero de Rato.
Pedro Solbes, pese a admitir errores, acabó reconociendo que, al final, mandan las perspectivas electorales y que son estas las que marcan el camino, aunque haya quien entrevea que este puede desembocar en un precipicio. Y Elena Salgado, por su parte, también reconoció algunas equivocaciones, pero con más inclinación a subrayar los aciertos. Es como si ambos, en vez de ser los vicepresidentes económicos, fueran asesores a los que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríez Zapatero, hacía caso solo a conveniencia. Puede que algo de eso hubiera.
España fue de los países que más tardaron en reaccionar a la debacle (en EEUU, la capital del capitalismo se intervino con rapidez por parte del Estado). La palabra crisis se borró del diccionario, al igual que "rescate" en la etapa posterior de Mariano Rajoy. Se trataba de ocultar la realidad mediante terminología enrevesada y oscura. Y eso se ha traducido en una pesada carga para todos los contribuyentes. Todos coinciden en que hay culpas, pero, básicamente estas son de otros. La tradicional forma de asumir responsabilidades de la política española.
Y si quien tiene que dar explicaciones es Rato, además tenemos altivez. Un Rato de soberbia. O más.
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