tú y yo somos tres
Un seductor espot de Albert Rivera
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
ferran Monegal
Hay ahora mismo en la tele dos programas que son un paraíso para cualquier político: <i>Mi casa es la tuya</i> (T-5) y El hormiguero (A-3 TV). Están pensados para agradar y complacer. Practican sobre el invitado una mimosidad tan extraordinaria que el acreditado suavizante Mimosín, al lado de ellos, es una birria. Ahora mismo, Bertín Osborne acaba de recibir en su casa a <b>Albert Rivera</b>. ¡Ah! Ha sido una conversación enormemente placentera. Su infancia en la Barceloneta, las buenas notas como estudiante, su exitosa y juvenil dedicación al arte de la natación, estilo braza, su fulgurante ascenso en política («Un viernes fui a un congreso como oyente, y el domingo salí de allí elegido presidente»), los mensajes de afecto que le mandaron Francesc de Carreras, Inés Arrimadas, y hasta Cristina Cifuentes. Particularmente emotiva fue el suvenir de Juan Carlos Girauta, que contó que muchas veces, al final de las reuniones, agarra la guitarra y cantan canciones de Serrat, y de Sabina, y se lo pasan pipa. ¡Ah! Aquello más que el sanedrín de un partido político debe parecer un delicioso ensemble de boy-scouts. Mientras preparaban un pastel de merluza con langostinos, y lo regaban con un verdejo de Rueda, Bertín fue entresacando de Albert hermosas virutas. Fue interesante su reflexión sobre la pobreza y la riqueza: «Los anticapitalistas hablan siempre de cómo acabar con los ricos, pero nunca nos dicen cómo acabar con la pobreza», y añadió: «Yo he hecho voto de honradez, pero no voto de pobreza», y Bertín asentía y aprovechaba para irse zampando los langostinos. Sobre la tentación de tirar la toalla dijo que sí, que lo pensó alguna vez, en momentos duros, y citó: «Recibí un paquete con una bala y un texto que decía 'Si no abandonas Catalunya, te mataremos'. Eran de ERC. Fueron a juicio». Y cuando Bertín le preguntó si se ve de presidente del Gobierno contestó sin dudarlo: «Lo he ido asimilando, y voy a por todas».
Ha sido pues una sesión muy bonita. Hemos visto a un Albert que nos ha seducido mucho. Si yo tuviera una hija en edad de merecer, y Albert estuviera libre, procuraría que se conocieran enseguida. Estas labores de Bertín -y de <b>Pablo Motos</b>- son la versión televisiva del Teorema de Arquímedes: la criatura recibe siempre un impulso hacia arriba directamente proporcional a la audiencia que concita. Cuando estos encuentros se producen en período electoral, todavía son más efectivos.
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