Cambios en el sector del consumo
Un modelo en rebajas
A veces las medidas que parecen liberalizadoras acaban repercutiendo en el grado de competencia si la actividad económica local no es potente
Ramon Xifré
Profesor de ESCI-UPF e investigador de IESE
RAMON XIFRÉ
Ni siquiera las rebajas son ya lo que eran. Una mezcla de caos regulatorio, tendencias de fondo y un creciente nivel de competencia están erosionando no solo las rebajas sino el modelo comercial por completo.
Durante muchos años, desde diversos sectores ideológicos y económicos se ridiculizaban las políticas de la extinta CiU de proteger a los comerciantes. Eran tendencias micro-proteccionistas, se razonaba, que pretendían crear o reforzar una base de voto cautivo entre el sector comercial. Ahora, algunos de los políticos que han sido elegidos abanderando la nueva política parece que no lo ven tan mal cuando les llegan las responsabilidades de gobernar. Recientemente el Ayuntamiento de Barcelona ha lanzado una campaña para reforzar la clientela del comercio local de la ciudad que bien podría haber sido impulsada por la tan denostada mentalidad de 'botiguer'.
SECTOR APETITOSO
La realidad es que el 'retail' es un sector tan apetitoso que atrae la atención de grandes empresas que, a menudo e independientemente de la normativa vigente, tienen una estructura que le proporciona más margen de maniobra que a los pequeños para convencer al consumidor (menores costes de personal, múltiples establecimientos, promoción más potente, mayor flexibilidad interna mediante turnos, etc).
Además, la tendencia a favor de la distribución on-line parece imparable en ciertos segmentos de productos y consumidores, lo cual de nuevo suele beneficiar en mayor medida a los grandes jugadores y a los que están integrados. El tercer elemento clave que está definiendo el 'retail' son los vaivenes normativos motivados por nuestras autoridades. Los gobiernos central y autonómico demuestran tener una irresistible tendencia a impugnar y recurrir ante el juez, ignorando la solución que suele ser mejor pero de menor impacto mediático: el pacto discreto, la transacción de intereses no coincidentes y, finalmente, un acuerdo más o menos estable. Desgraciadamente la preferencia por la impugnación (y su reverso, la unilateralidad) frente al diálogo no se limita a los temas del comercio y, lo que es peor, parece ir en aumento y extendiéndose cada vez a más ámbitos.
AMPLIA DEPENDENCIA
Desde la perspectiva de la protección del bien común, hay que reconocer que las leyes del 'retail' a veces son más importantes que el Estatuto de los Trabajadores, por su importancia en la vida profesional de muchos trabajadores: desde los que trabajan en la tienda hasta el proveedor, hasta el transportista. Son numerosísimas las familias que dependen de lo que ocurre en nuestras tiendas.
Por ello, hay que calibrar muy bien las medidas que abran demasiado nuestros comercios sin conseguir nada a cambio de los grandes operadores. Un proteccionismo generalista o una regulación que ve peligros en cualquier idea nueva son contraproducentes y, además, impracticables. Pero no hay que olvidar que a veces las medidas que parecen liberalizadoras, a medio plazo acaban repercutiendo negativamente en el grado de competencia si el entramado de la actividad económica local no es suficientemente potente. Y reducir la competencia es, precisamente, lo que algunos -no todos, ni mucho menos- de los grandes jugadores del 'retail' persiguen.
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