El último cartucho de Draghi
Mario Draghi ha decidido sorprender al mercado. El autor de la ya célebre frase "haré lo que haya que hacer, y créanme, será suficiente", con la que logró en el 2012 evitar que la zona euro estallara por los aires, ha querido lanzar de nuevo un mensaje de confianza y, sobre todo, de autoridad y firmeza. La decisión de Draghi entraña varias lecturas. La primera es que los datos adelantados sobre coyuntura económica que maneja la institución apuntan a que el panorama es más negro de lo que se pensaba.
Su batería de estímulos viene acompañada de un empeoramiento significativo de las previsiones: crecimiento del PIB europeo del 1,4% este año (tres décimas menos respecto al pronóstico del pasado diciembre) y inflación del 0,1% (¡9 décimas menos!). ¿Puede la zona euro mantener crecimientos raquíticos con peligro deflación y elevado desempleo durante un periodo de tiempo prolongado y a la vez garantizar el Estado del bienestar? La respuesta es claramente que no.
El mensaje del presidente del BCE esconde un segundo mensaje: la institución ha puesto toda la carne en el asador, pero está agotando las medidas de estímulo.Muchos analistas consideran que este es el último cartucho que le quedaba a Supermario Supermarioen la recámara para insuflar vida a la eurozona. En su discurso ha vuelto a recordar que ahora es el turno de los Estados, que deben realizar reformas estructurales y apostar por una política de crecimiento.
La eurozona afronta de nuevo la contradicción virtuosa de cómo conjugar disciplina fiscal y crecimiento, una fórmula para la que no ha encontrado la respuesta todavía después de ocho años de crisis bajo la batuta del liderazgo de Angela Merkel.
Los peligros que acechan son muchos. China es una bomba de relojería que en cualquier momento puede estallar, el precio de petróleo sigue en niveles muy bajos que denotan un menor consumo y, por tanto, un mundo que crece menos; el tercer rescate de Grecia está lejos de estar encarrilado, y la crisis de los refugiados en Europa ha puesto de manifiesto su debilidad política.
Por otro lado, un periodo prolongado con los tipos de interés en el 0% puede pasar factura a los bancos que estén peor gestionados, aunque a primera vista presenten niveles de solvencia adecuados, porque el negocio bancario ya no es rentable, no ganan dinero. Un extremo que puede afectar especialmente a la banca italiana y a la portuguesa, en situación de más fragilidad, con un evidente peligro de contagio al resto, incluida la española. Los líderes europeos no tienen motivos para la autocomplacencia. Draghi ha hecho su parte, ahora les toca a ellos.
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