La clave
Segundas vueltas
Joan Manuel Perdigó
Subdirector
Subdirector de EL PERIÓDICO desde 1997. Entre 1985 y 1997 trabajó en 'El País' y anteriormente, en 'Mundo Diario', 'Correo Catalán' y 'El Noticiero Universal'. En 33 años ha centrado su tarea en las áreas de Política, Sociedad, Barcelona y Economía.
JOAN MANUEL PERDIGÓ
En un sistema electoral a doble vuelta, las opciones que menos votos han obtenido en la primera quedan eliminadas, de forma que en la segunda no hay posibilidad de que el resultado sea muy parecido a la primera y no existe un elevado riesgo de bloqueo. El voto se concentra o, simplemente, los perdedores se quedan en casa. No es, por supuesto, el caso español ni el catalán. Dicen los especialistas en demoscopia que, de repetirse las elecciones generales, hay muchos números de que las cosas queden más o menos como están, con idéntica imposibilidad (o posibilidad) de pactos. ¿Qué hacemos si después de seis meses volvemos a las urnas y el reparto de cartas es muy parecido? ¿Volvemos a repartir?
En Catalunya, la situación es bastante distinta. No solo no habrá menos opciones que en la 'primera vuelta' del 27-S, sino que puede haber más. Perdida la potestad de anticipar elecciones, Mas ya no tiene 'argumentos' para 'convencer' a Junqueras de la bondad de volver a ir juntos en marzo, cuando todo apunta a que una CDC a la deriva quedaría por detrás de ERC, y no solo de los republicanos.
Resolución
Un nuevo reparto de cartas puede hacer que alguien que no sea Mas se quede con una buena mano. Y sin él en la presidencia -ya nos avisó el martes- se acaba el 'procés' (al menos tal como lo hemos vivido en estos tres años y pico). Convergència, o cómo se llame tras la refundación, no va ir ni a la esquina como segundona de nadie para que le partan la cara. Ya verán como lo que hasta ahora eran certezas se convierten en dudas y todo tiene que ser vuelto a decidir, incluida la alucinante resolución de desobediencia y desconexión aprobada por el Parlament el pasado 9 de noviembre, cuando ni había nuevo Govern ni se le esperaba.
En esto, tal vez hemos batido un nuevo récord de lo efímero. La República catalana de Pau Claris (1641) duró 15 días; la de Francesc Macià (1931), tres; y el Estat Català de Lluís Companys (1934), 10 horas. Lo del 2015, ni idea de cómo contarlo. Bien mirado, abortó. A saber si tendrá suficiente enjundia como para hacerse un hueco en la Historia o, simplemente, quedará en historieta. Eso que en lenguaje de ahora llamamos cómic.
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