La clave

Tutéame, Mariano

La impresión es que la presencia del presidente del Gobierno en un debate a cuatro hubiera elevado el formalismo

JUANCHO
Dumall

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Una de las novedades que aportó el debate a cuatro menos uno organizado el lunes por el diario El País es que los tres candidatos presentes, Pedro SánchezAlbert Rivera y Pablo Iglesias, se tutearon durante sus intervenciones. Es una anécdota, sí, pero reveladora de que estamos en un nuevo tiempo en el que quizás han pasado a mejor vida algunas de las poses envaradas de otros tiempos. Los políticos de la nueva hornada son criaturas telegénicas, que buscan la proximidad con el espectador. Y el tuteo expresa una actitud cercana, campechana. El tratarse de tú en una cita como la del lunes acentúa, por otra parte, la sensación de relevo generacional en la primera línea de la política.

La pregunta que muchos se han hecho es si ese tuteo se hubiera mantenido en el caso de que Mariano Rajoy hubiera ocupado el atril vacante. ¿Se imaginan a Iglesias diciendo «mira, Mariano» o al propio presidente encarándose con el líder socialista al grito de «no mientas, Pedro»? La impresión es que la presencia del presidente del Gobierno en un debate a cuatro hubiera elevado el formalismo. De algún modo, hubiese sido como si el padre irrumpiera en la fiesta que celebra el hijo con sus amigos. La primera medida, bajar el volumen de la música.

El traje gris

En un momento en el que se asocia la llamada vieja política con valores tan negativos como la corrupción, el amiguismo o la insensibilidad con los problemas sociales, lo lógico es que las figuras emergentes -y RiveraSánchez e Iglesias lo son- quieran apuntarse a las nuevas formas y dejar el traje gris en el armario. Gente dinámica para un tiempo nuevo. Esa es la idea.

Rajoy, de 60 años, pertenece a una generación anterior de la de Rivera (36), Iglesias (37) y Sánchez (43). Por eso, entre otras razones, los estrategas del PP han evitado la presencia del jefe en un debate a cuatro. El desgaste con el que apechuga el presidente por su clamorosa ausencia es menor que el que hubiera sufrido en un rifirrafe con los cachorros. Pero, cuidado, en tiempos convulsos, muchos ciudadanos ven en la veteranía un grado. Y en la experiencia un valor. Merkel tiene 61. Como Hollande.