La lista de la sociedad civil, el golpe definitivo

JOAN SOLÉ

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Cuando el presidente Artur Mas recuperó la propuesta de la lista única en Molins de Rei el pasado 20 de junio, pocos se esperaban dentro de Convergència que tendría un efecto bumerán. En aquella conferencia para inaugurar la campaña 'Bienvenidos al futuro', Artur Mas cambió y concretó una propuesta que se alejaba de la lista “del” presidente y sería “con” el presidente si la sociedad civil independentista lo quería. El anuncio que algunos tildaron de oportunista e inadecuado, a medida que han ido pasando las semanas ha ganado adeptos y se ha reformulado hasta el punto que Quim Arrufat, en sesión plenaria, concretaba más: una lista de la sociedad civil sin políticos. Una propuesta que ya aglutina a ANC, Òmnium, ERC y la CUP mientras otras entidades apuestan por adherirse, como Súmate.

El pasado sábado la Assemblea Nacional Catalana aprobó en una consulta ser parte activa del proceso. El 96% de los socios dijeron ‘sí’ a formar parte de la primera línea política del proceso, ya no se conforman con una manifestación anual, debates territoriales y convencer; ahora quieren vencer. En una asamblea territorial el debate residía en si después de este resultado esto era uno ‘sí’ a la propuesta del presidente Mas. “No se equivoquen, vamos más allá” expresó un miembro de la junta. La ANC dijo ‘sí’ a que la sociedad civil que hace tres años que se moviliza no sólo reclame al presidente que ponga las urnas desde un escenario, sino que ahora quiere tener la fuerza de la calle dentro de la institución y el gobierno que tiene que trabajar para la constitución de un Estado catalán. Todo esto, con el trasfondo de una encuesta de Òmnium cultural en que dibuja una “Lista por la Independencia” con el apoyo del 49% y con una representación de 75 diputados en el Parlament. Los resultados sitúan una mayoría independentista muy sólida ante los 23 escaños que concentraría Catalunya en comú, los 14 y 13 de Ciutadans y socialistas respectivamente mientras que el Partido Popular y Unió ocuparían 8 y 2 sillas en un parlamento de 135 representantes.

De repente, la situación ha dado la vuelta como un calcetín. Resulta que el último a responder será quien ha puesto la propuesta sobre la mesa. CDC se mueve entre el “no lo sé”, “lo miraremos” y hace gala de los tics más aburridos de la formación. La portavoz del partido, Mercè Conesa, lo reflejaba con esta afirmación: “ haya o no políticos, la lista unitaria será la lista de CDC”. La egolatría de algunos del partido, de nuevo, se impone a una propuesta que la formación presentó. Se equivocan en el contenido, marean la perdiz. Ahora aparece otra alternativa: hacer la prueba de la lista en las generales y convocar las catalanas el mes de febrero para la constitución del gobierno de la Generalitat.

Una lista de todos

A pesar de que no sea de su agrado, cuando Convergència, por boca de su presidente, puso sobre la mesa una lista con y sin él/ellos, jugaba con la posibilidad que se cogiera la palabra y se confeccionara. La asociación Súmate, que reúne el perfil castellanoparlante del independentismo y que afirma que lo más importante “no es el origen, sino el destino”, también apuesta para unirse a una lista de la sociedad civil que reúna a toda la transversalidad del independentismo catalán sin etiquetas ni estigmas. Una apuesta atractiva, sin egos y con un objetivo claro: hacer realidad el camino hacia la plena soberanía de Catalunya. El objetivo es que todos participen en un proceso para todos.

El golpe definitivo

CDC erra, y mucho, afirmando que sea como fuere esta será “su lista”. Después de años en que los medios han querido simbolizar el desarrollo del proceso en Artur Mas, desgastar su figura porque su derrota era el fin del independentismo, ahora se presenta la oportunidad de dar el golpe definitivo a esta idea.

Una victoria de la lista de la sociedad civil es la victoria de un movimiento, no de un partido y mucho menos de un solo hombre. La tarea realizada por los líderes políticos tiene su valor incuestionable. Si gana la lista de la sociedad civil, gana el independentismo. Acaba con los personalismos y otorga el protagonismo a quién empezó el proceso, la gente anónima que el 2012 se manifestó por primera vez para pedir la independencia de Catalunya.

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