Al contrataque

La vida buena

SANDRA BARNEDA

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De poder elegir, ¿quién no se quedaría con una vida buena que con una que te lleva directamente a los infiernos de la mente? En esta sociedad hostil, donde el insulto parece resolver más que la responsabilidad, donde las campañas políticas se convierten en un cruce de acusaciones sobre realidades que parecen muy distintas dependiendo de las bocas que las describan; en esta sociedad también hay quien apuesta por mostrar el camino de la vida buena, por mostrar la belleza, por guiarnos hacia el poderoso camino de construir. Este fin de semana se celebra en Tudela la segunda edición del Congreso del Bienestar con la intención de navegar por «la angustiosa pregunta», como la calificó Albert Camus, de '¿Qué sentido tiene la vida?'.

Invito a cualquiera -me incluyo- a acudir para aprender o recordar el camino del llamado bienestar tan sacudido o maltratado por los pudientes, por los poderosos y por nosotros mismos. Acuñar una nueva moneda con la efigie de Felipe VI en la cara y '70 años de paz' en su cruz sin tener en cuenta los 40 años de dictadura, sufrimiento, silencio que vivió nuestro país, o que Hacienda compare los pagos en B al PP con los pagos a Cáritas o a la Cruz Roja como argumentario del no delito al fisco, no ayudan a la sensatez general.

Pero, ¿hacemos lo imposible para cultivar nuestro optimismo? Cada día se producen noticias que sacuden nuestro credo social y nos llevan a la desesperanza. El psiquiatra Luis Rojas Marcos cree que «en España el instrumento de la comunicación en general es la queja» y que poco dedicamos a cultivar nuestra propia felicidad o «satisfacción de la vida». Quizá sea suficiente con salpimentar nuestras quejas como si todo el año se celebraran las Fallas, quizá no sea la vía enfocar la totalidad de la responsabilidad en el otro: los poderosos, los políticos, el vecino, tu pareja, tu madre, tu cuñada, el compañero de trabajo...

Una garrapata poderosa

¿Acaso así conseguimos la ansiada vida buena? La queja es una garrapata tan poderosa que puede llegar a desvalijarte de herramientas y hacerse con el control de tu vida. No quiero decir con ello que hay que abandonarla, pero no abonarla hasta convertirla en la terrible encrucijada de no hay salida..La protesta en acción no es queja, la demanda de respuestas nuevas no es queja, el unirse y manifestarse por un futuro mejor es reacción. Lo mismo que el voto tendría que ser un derecho poderoso jamás inhabilitado por la falta de fe. Crear juntos una vida buena, el hacer para uno y para todos; dejemos de señalar y actuemos. Vivo en la esperanza que este próximo domingo saldrán muchos andaluces para depositar su papeleta, su voto. El cambio depende de todos porque la nueva consciencia social nos puede llevar a la vida buena.