Análisis

¿Se atreverán con los grandes?

El Estado andorrano no podrá arreglar la crisis de BPA: no tiene dinero ni puede endeudarse

JOSÉ ANTONIO BUENO

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La intervención de la Banca Privada d'Andorra (BPA) permite reflexionar más allá de la resolución sobre un banco bajo sospecha de un país sospechoso habitual por su condición de seudoparaíso fiscal. La magnitud del problema puede acabar en un apocalipsis financiero del único país que se expresa en catalán en la ONU. No es que BPA sea demasiado grande para caer, es que Andorra es demasiado pequeña para sostener su sistema bancario ahora que este lo necesita.

El Tesoro norteamericano ha puesto contra las cuerdas a un banco y a un sistema bancario que flirteaban entre el paraíso fiscal y la ortodoxia bancaria. Se han cargado el banco sin siquiera un juicio, algo que contrasta con el escaso éxito de nuestro país cuando pide información sobre clientes imputados por blanqueo o corrupción. La historia nos demuestra que cada periodo tiene su imperio, y los americanos siguen ejerciendo de policía global.

Extraterritorialidad de EEUU

El mundo cambió el 11 de septiembre del 2001. Un ataque tan brutal en el corazón de las finanzas globales tuvo no solo una respuesta militar, ciertamente mejorable, sino también una respuesta regulatoria contundente, la Patriot Act. Esta legislación busca asfixiar financieramente a los enemigos de América haciendo de la lucha contra el blanqueo una prioridad. Hoy cualquier banco que quiera operar en Estados Unidos tiene que aceptar unas reglas muy duras, entre ellas no trabajar con personas o países incluidos en varias listas de sospechosos. No hay que preguntar: se está con ellos o contra ellos. Y parece que BPA no hizo caso del todo de esas listas, por lo que le ha caído todo el peso de la ley americana, que goza de una extraterritorialidad que ningún otro país es capaz de aplicar. El principal problema de BPA es haber facilitado la vida financiera a personas con quienes EEUU no deja que se opere. De ahí derivará una multa de consideración, y además una querella criminal contra los gestores, porque en temas de blanqueo los gestores asumen responsabilidad personal.

Andorra es un Estado muy pequeño; tanto, que sus bancos mueven 17 veces más dinero que el PIB generado por todo el país en un año. El Estado no podrá arreglar el problema de la banca aunque quiera hacerlo, porque no tiene dinero ni capacidad para endeudarse. Sirva como ejemplo que el Reino de España tuvo que pedir 100.000 millones de euros (el 10% del PIB, más o menos) para sanear parte de sus bancos (aunque luego usó poco más de 40.000 millones) a la Unión Europea. El problema de BPA lo debe solucionar la propia BPA y a lo sumo sus bancos vecinos, porque el Gobierno de Andorra simplemente no tiene dinero suficiente ni un socio al que acudir para que se lo preste. Por eso la única salida es la venta o la liquidación. Y si no se garantiza que EEUU no actuará contra un posible comprador, lo que de momento no se garantiza, solo cabe una liquidación donde todos pierden: empleados, acreedores y depositantes, que como mucho recibirán 100.000 euros por cliente (en el caso de los fondos, está por ver qué ocurre con la gestora propia). Por eso es normal que los clientes quieran rescatar su dinero, pero ya es demasiado tarde, porque para evitar el colapso se han impuesto restricciones a las disposiciones. Lo que está ocurriendo es lo habitual cuando un banco se liquida. Quienes opinaban que había que dejar caer a los bancos rescatados por el FROB tienen un claro ejemplo de lo que podría haber pasado si el Gobierno de España hubiese mirado hacia otro lado. No nos lo podíamos permitir.

Proteger los ahorros

Andorra está desarrollando un plan de normalización y transparencia, pero su realidad bancaria todavía es algo. No hay que demonizar a toda la banca andorrana, pues no es delito tener dinero fuera de España. Cuando parecía que nos echaban del euro, fueron muchos los que trataron de abrir cuentas en Andorra o Suiza para proteger sus ahorros de toda la vida, al igual que en muchos lugares de Sudamérica la clase media ahorra en el extranjero porque los gobiernos llevan periódicamente a la quiebra a esos países o simplemente confiscan el dinero.

El problema de la banca off shore no viene de que se busque un lugar seguro donde aparcar el dinero, sino de ser un punto habitual para que el mal dinero (mafias, narcotráfico, prostitución, corrupción…) se cuele en los circuitos normales. Y como siempre, la mayoría de clientes normales por la supuesta mala gestión del banco en relación con un puñado de clientes.

El fin de BPA va a marcar un antes y un después en la banca andorrana, que muy probablemente vaya a converger en un plazo mucho más corto de lo previsto con la banca normal. Ojalá los americanos encuentren otros BPA en las islas Caimán, Panamá, Jersey, Mónaco, Luxemburgo, Suiza… Solo así será cada vez más difícil que quienes carecen de escrúpulos (fiscales y no fiscales) puedan mover su dinero.