mirador
3, 2, 1, 0, ¡desconexión!
Frente a la creciente "fatiga de materiales" que sufre el independentismo, siguiendo la acertada descripción que ha hecho el periodista Joan Tapia, la Generalitat filtró anteayer a 8TV un documento con hasta 156 medidas para desarrollar las llamadas estructuras de Estado de cara a una eventual secesión. El plan ha sido elaborado por el Consell Assessor per a la Transició Nacional (CATN), pero el Govern lo ha hecho suyo.
Son medidas con un calendario preciso que responden al anuncio de Artur Mas del martes sobre sus proyectos para los próximos siete meses. Ahora bien, la filtración tiene sobre todo como objetivo neutralizar la insistencia de Oriol Junqueras para formar un gobierno de unidad como la única fórmula de preparar de verdad la ruptura. La iniciativa más llamativa es la creación antes del 27-S del Banco Central catalán, que se prepararía para desempeñar el papel de autoridad monetaria. Duran salió ayer al paso calificando de "arriesgado" el hecho de airear este tipo de propuestas. Fue moderado en su crítica, seguramente para no ahondar en la grave crisis con CDC antes de las elecciones municipales y después del enfrentamiento vivido la semana anterior.
Lo que el político democristiano debía estar pensando es que anuncios como este, junto al de elaborar antes del verano una constitución catalana provisional, no admiten otra posibilidad que la de tomárnoslos a risa. Para empezar, la Generalitat está técnicamente quebrada, y lo último que puede hacer ahora mismo es ponerse a crear algo tan complejo como un banco central. Para lo otro, en cambio, la cosa se presenta mejor. El flamante comisionado Carles Viver Pi-Sunyer siempre podrá tomar prestada la constitución catalana de la señorita Pepis impulsada por el juez Santiago Vidal, que a tenor de las muchas críticas recibidas no le será difícil mejorar.
Aunque a veces Mas hace declaraciones delirantes, sobre todo cuando compara el proceso soberanista con la actualidad mundial y se cree la estrella del carnaval, en el fondo es un táctico que solo persigue sobrevivir políticamente. Pero eso no lo hace menos peligroso, pues es obstinado y se niega a aceptar sus fracasos. Uno de los más clamorosos es lallamada internacionalización del conflicto. Pese a lo mucho que se gasta el Govern en 'embajadas' y propaganda exterior, la realidad es que nadie recibe a Mas, ni ninguna cancillería compra su planteamiento de elecciones plebiscitarias por mucho que se prodigue ante el cuerpo consular en Barcelona. Banco central y constitución catalana a parte, no deja de ser también una broma pesada que anuncie tener listo un plan secesionista en infraestructuras estratégicas (agua, luz, gas, telecomunicaciones, etc.), por si tras el 27-S pudiera gritar "3,2,1,0, ¡desconexión!".
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