Análisis
Ser dependientes nos obliga a ser eficientes
No sabemos lo que durarán los precios bajos. Depende de la OPEP y de los países emergentes
Jordi Dolader
Ingeniero industrial y consultor energético
JORDI DOLADER
El crudo cae por debajo de los 60 dólares por barril, el rublo se precipita en el averno del endeudamiento en monedas fuertes de sus ciudadanos, las bolsas europeas descuentan toda esta crisis con bajadas generalizadas y el consumidor español asiste atónito a todo ello sin ver reflejado en su punto de servicio un descenso significativo de su compra de hidrocarburos líquidos para su automóvil. ¿Tiene algún sentido todo este embrollo? Sin duda el motor de lo que está sucediendo debemos buscarlo en la decisión de los principales países de la OPEP, Arabia Saudí y Emiratos, de no reducir producción ante la caída de la demanda y la eclosión de los hidrocarburos no convencionales, sobre todo en EEUU. Con esta decisión pretenden, y lo están consiguiendo, poner en entredicho la viabilidad de la extracción de gas y crudo no convencional. Evidentemente, hay daños colaterales en aquellas economías, como la rusa o la venezolana, que han basado todo su presupuesto en precios del crudo elevados, con lo que pueden caer fácilmente en la suspensión de pagos. Resulta paradójico que una bajada del precio del crudo tenga un lado oscuro como el del encarecimiento del rublo, el desabastecimiento en Rusia y una pérdida en las bolsas europeas que descuentan tiempos peores. Parece pues que tampoco para el consumidor español sea una buena noticia que baje el precio del crudo de una forma tan significativa. ¿O sí? España es dependiente casi al 100% de hidrocarburos líquidos y gaseosos. Todos los que consumimos debemos importarlos. Parecería que una bajada del crudo debería reflejarse de una forma más notoria. Lo que realmente sucede es que el consumidor paga más del 50% al fisco y el resto debe repartirse entre el coste del refino, de la materia prima y de comercialización. Una bajada importante del crudo solo afecta a un tercio de los costes de lo que paga el consumidor y encima con retraso por el efecto de los contratos a futuro con los que trabajan los operadores. El Gobierno, la CNMC, tratan de esconder esta realidad endilgando a los operadores petrolíferos la responsabilidad. Aparte de la inmediata repercusión mediática, es de destacar la carencia casi total de evidencias de abuso de poder de mercado, lo que se ha traducido casi siempre en un desistimiento de todos los expedientes sancionadores. No nos equivoquemos: los que tienen el grifo son los países de la OPEP, y al resto solo nos queda la búsqueda de la eficiencia. Mejores motores, consumos más bajos, debe ser la respuesta. No sabemos si estos precios durarán mucho. De lo que sí podemos estar seguros es de que los países emergentes seguirán tirando fuerte de la demanda y de que superado el actual bache volverán a tensar al alza los precios. España seguirá siendo dependiente al 100% de la importación de hidrocarburos, por lo que la búsqueda de fuentes autóctonas como las renovables, los hidrocarburos (convencionales o no) y la eficiencia en el uso serán las únicas recetas con éxito asegurado.
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