Pericoscopio

Ese fútbol tan imprevisible

MANEL LUCAS

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De buenas a primeras, a nadie debería parecerle lógico que el Betis, con su presupuesto y los nombres de su plantilla, estuviera a estas alturas de la liga medio descendido. No hay que olvidar que, por ejemplo, a Joan Verdú le resultó más rentable fichar por los sevillanos que quedarse en el Espanyol. También habrá alguno que piense que el equipo periquito está situado por encima de sus expectativas, en un año en que ha incorporado básicamente a futbolistas que vienen de Segunda División, y ha renunciado a reforzarse en el mercado de invierno. Pero los hechos son los hechos, y cuando empezó el partido de ayer en el Villamarín lo razonablemente previsible era que el Espanyol, que con un poquito de esfuerzo tendría a tiro las plazas europeas, derrotara a este Betis desarbolado y con la moral tan hundida como su situación en la tabla.

Pero deberíamos estar escarmentados y saber que lo razonable o lo previsible no suele corresponderse muy a menudo con lo que ocurre en el terreno de juego. Hay quien asegura que eso es lo que le da al fútbol su gracia. Por supuesto, estoy en general de acuerdo en que sin el punto de incertidumbre este deporte sería aburrido como el mecanismo de una máquina de triturar papel o la fabricación en cadena de palillos planos. Lo que ocurre es que me desazona y me cabrea que sea mi equipo a quien, en esos giros de guion que hacen atractivo el fútbol, le toque tan a menudo el papel de tonto para hacer reír a los demás. No le quiero ningún mal al Betis, al contrario, es un equipo que despierta mis simpatías, pero no quería que recuperara la moral precisamente hoy. Es más, puede que incluso esta victoria acabe no sirviéndole para mucho, si no tiene continuidad, y en cambio el Espanyol podría echar en falta esos puntos para acabar con éxito la temporada.

El ánimo perdido

Habrá quien me dé explicaciones técnicas para intentar racionalizar lo irracional, es decir, que el mismo equipo que estuvo a un milímetro de vencer al Valencia a domicilio y nos hizo babear con algunas de sus jugadas de ataque ofreciera solo una semana más tarde una sesión de abulia y bostezo, para terminar arrodillado y cabizbajo ante el último de la fila. Se explicará que no es lo mismo jugar a la contra que llevar la iniciativa, y qué sé yo qué más. Pero lo que no es justificable es la falta de ánimo, de empuje, de ganas. Y eso debe aflorar tanto si la alineación la forman tres centrales como si salen los cuatro habituales de delante.

Tras la eliminación de la Copa del Rey, sobre la que no hay reproche posible -los jugadores hicieron lo que pudieron, pero en el Real Madrid pensaron que no estaban para tirar a la basura ninguna competición, por si acaso-, el Espanyol puede darle una alegría al aficionado solo con aportar entusiasmo e ideas cada semana; la liga de las medianías está asequible, y el premio para el más acertado puede ser importante. Díganme ustedes, ¿no es razonable apostar por ello?