Acumular fuerzas en torno al derecho a decidir

La nueva política que los'Fets de setembre del 2012' han desencadenado necesita de mucha inteligencia y generosidad si queremos alcanzar laemancipación nacional a la que muchos aspiramos. Los gestos y el lenguaje deben facilitar la suma de fuerzas y energías en torno a lo que en Catalunya debe ser el nuevo gran punto de encuentro de la inmensa mayoría de las fuerzas políticas democráticas y de progreso, que no es otra cosa que el derecho a decidir. Este hecho no es menor ni poco trascendente.

En la práctica, la transición del franquismo a la democracia implicó la renuncia a plantear el derecho a la autodeterminación que formaba parte de la plataforma opositora a ladictadura del país,  laAssemblea de Catalunya. Más de 30 años después, recuperamos aquella vieja aspiración democrática, que sitúa a Catalunya como sujeto político de pleno derecho, o sea como 'demos' , y que permite el encuentro de soberanistas y federalistas en un mismo punto, que da una vía de salida posible a toda la energía acumulada en los últimos tiempos y permite canalizar por la vía del derecho y la democracia y de forma internacionalmente homologable la aspiración al Estado propio.

La apuesta por el Estado propio, si debilita la oportunidad de consolidar la unidad alrededor de derecho a decidir, hará hundir el barco que acaba de salir del puerto, siguiendo la brillante metáfora deSalvador Cardús.

Prefiero pues que delParlament salga una declaración que pueda superar ampliamente los dos tercios de la representación parlamentaria, expresando la voluntad de ejercer el derecho a laautodeterminaciónde Catalunya, aunque esto pueda parecer poco a muchos de los que aspiran al Estado propio. La fuerza de un pronunciamiento político 'autodeterminista' en este sentido es inmensa. Todos renunciamos, por ahora, a ponernos de acuerdo en la estación final, pero todos coincidimos en la necesidad de dar este paso.

Estamos en tiempos de acumulación de fuerzas, dentro y fuera. El derecho a ganar ahora, que es impecablemente democrático y que nos legitima ante la comunidad internacional, es el derecho de los catalanes y las catalanas a decidir nuestro futuro. Sin el ejercicio de este derecho no habrá Estado propio.

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