MONTSEGUR
El refugio de los últimos cátaros
Los castillos cátaros se caracterizan por estar situados en lugares de difícil acceso, por ser fortalezas del vértigo. Basta contemplar los de Queribus, Peyrepertuse y Montsegur, todos ellos en el sur de Francia, para comprobarlo. Y es que, según cuenta la historia, los cátaros encontraron en ellos el último refugio cuando huían de la cruzada dictada contra su herejía en el siglo XIII por el Papa Inocencio III.
Situémonos: después de la derrota en la batalla de Muret (1213), en la que el conde Raymond IV de Tolosa, junto con sus aliados, entre ellos Pere I de Aragón, sucumbió ante las tropas del rey Felipe II de Francia, al mando de Simón de Montfort, un grupo de cátaros, liderados por el obispo Gilabert de Castres, se refugió en el castillo de Montsegur. Un primer sitio terminó en fracaso, pero en 1242, tras una matanza de inquisidores, otro grupo de cátaros se refugió en el castillo y esta vez el asedio, que se prolongo durante 10 meses, fue implacable.
Lugar esotérico
Al pie del castillo de Montsegur, a 1.207 metros de altura, un pequeño monumento rinde homenaje a los 200 mártires «del pur amor crestian», lanzados entonces a la hoguera. Subir hasta la fortaleza es fácil, pero una vez en lo alto sobrecoge la visión de un castillo en el que, según la tradición esotérica, en la noche de San Juan un rayo de luz penetra por uno de sus extremos para salir por el otro.
Allí, en esta pequeña fortificación, se reúnen cada año cientos de seguidores de los «bons homes» o «bons cristians», que era como se llamaban a sí mismos los cátaros, cristianos partidarios de la pureza y contrarios a la acumulación de riquezas por parte de la Iglesia . El Papa los declaró heréticos y emprendió a partir de 1209, con la ayuda del rey de Francia, una cruzada en su contra. Uno de los primeros episodios de la campaña fue cuando Simón de Monfort ordenó quemar una iglesia de Béziers en la que se habían refugiado unos 7.000 herejes. «Matadlos a todos», ordenó el legado papal. «Dios ya reconocerá a los suyos».
El castillo de Montsegur queda como símbolo de la heroica resistencia cátara, pero conviene advertir que la fortaleza es posterior a la matanza, ya que fue construida por los vencedores. Los refugiados fueron traicionados, al parecer, por unos pastores, y los invasores les dieron 15 días para salir del castillo. Cuando por fin lo hicieron, les ofrecieron elegir entre abjurar de su herejía o ser lanzados a la hoguera. Todos eligieron el fuego.
Hasta aquí la historia. Según la leyenda, poco antes de la rendición un pequeño grupo de fieles logró escapar del castillo para poner a salvo el tesoro de los cátaros. Jamás se ha sabido a ciencia cierta en qué consistía ese tesoro, aunque algunas fuentes mencionan una gran cantidad de oro y otros dicen que se trataba del mismísimo Santo Grial.
Lectores de Dan Brown
Hoy en el castillo de Montsegur se mezclan en verano amantes de la historia, seguidores de doctrinas esotéricas, apasionados lectores de las novelas de Dan Brown y sectarios del culto solar. Algunos incluso llevan bajo el brazo un libro del medievalista alemán y nazi Otto Rahn, que en su libro Cruzada contra el Grial defendió la idea que Montsegur se trata en realidad del Montsalvat del poema épico medieval de Wolfram von Eschebach. Y es que en esta fortaleza del vértigo todas las doctrinas parecen creíbles.
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