Maga

Teresa Gutsens: «Espere. Un truco. Este irá bien. ¿Ve estas monedas?»

Formó con su marido un entrañable y longevo tándem: Los Mágicus. Hoy se la encuentra en la tienda homónima en BCN.

«Espere. Un truco. Este irá bien. ¿Ve estas monedas?»_MEDIA_3

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MAURICIO BERNAL

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-Yo, cuando lo vi, la primera vez que lo vi, quiero decir, dije: «Este es guapito, me gusta, y además hace magia». Porque a mí la magia me había gustado desde niña, siempre, me había gustado siempre. Así que imagínese cuando vino y me dijo que fuera su ayudante. No cabía de la dicha.

-Y se fue con él.

-Yo entonces era dependienta en la Casa Santiveri, pero no me lo pensé dos veces y me fui a trabajar con él. Él era Chang Fu y yo era la Princesa Luz de Luna. Debo decir que tuvimos mucho éxito. Eso sí, al principio yo iba a todas partes con mi abuela.

-¿Su abuela?

-Claro, imagínese, aquellos eran los años 40, yo era una jovencita... ¿Me entiende? No iban a dejar que me fuera sola con un hombre. Entonces sí, mi abuela nos acompañaba a todas partes. Éramos Chang Fu, la Princesa Luz de Luna... y mi abuela.

-Hasta que...

-Sí, hasta que un día él me dijo: «Oye, siempre vamos a todas partes con tu abuela... ¿Por qué no nos casamos?». Al final lo había conquistado. Entonces nos comprometimos y nos casamos y ahí se acabó lo de mi abuela. Aunque, por cierto, lo de casarnos me lo dijo también porque le había salido algo en el extranjero, ya no me acuerdo si era en Francia o en Montecarlo, pero... sí, el caso es que no se veía llevando a mi abuela allá.

-Francia. Les iba bien.

-Francia o Montecarlo, la verdad es que no me acuerdo. Y sí, nos fue bien, pero también hubo épocas malas. Lo que pasa es que a los dos nos gustaba mucho, pero mucho lo que hacíamos; entonces no nos deprimíamos. Bueno, de hecho a mí me sigue gustando... Mire, le cuento algo para que se haga una idea, para que sepa quién era mi marido. Él empezó a trabajar muy jovencito en un hotel de sus tíos, el Hotel Alicante, en la Ronda Universitat. Era camarero, creo. Pero ¿sabe qué? Que ya entonces fabricaba sus propios objetos, objetos de magia, y allí, en el hotel, tenía un armario lleno. Y a mirar en ese armario iban sus amigos, y muchos le pedían que les hiciera cosas. Mire, aquí hay una foto. Mire qué guapo era. Por eso me casé con él.

-Ah. Vestido de chino.

-Claro. De Chang Fu.

-¿Y cómo les fue en Francia?

-En Francia actuamos en un cabaret. Salían las chicas a hacer su estriptís y luego veníamos nosotros. Al principio me chocó un poco, pero luego vi que solo hacían su trabajo.

Chang Fu y la Princesa Luz de Luna presentaron su espectáculo en más o menos todos los teatros de la época en Barcelona, pero también en festivales, colegios, fiestas mayores y primeras comuniones, entre otros. Ella, además, aprendió los trucos y empezó a presentarse sola («nada importante, en realidad, alguna fiesta infantil, yo no me atrevía a hacer más...»), aunque el acontecimiento verdaderamente capital tuvo lugar el día en que un local de la Rambla los contrató para hacer un número.

-Era un local temático, todo allí era del siglo XIX, ochocentista, y nosotros no podíamos llegar vestidos de chinos. Así que hicimos un espectáculo ochocentista, que con el tiempo tuvo tanto éxito que siempre estuvimos muy agradecidos con el dueño de aquel local. Que, por cierto, no recuerdo cómo se llama; es increíble. ¡Ah! Lo más importante: desde entonces nos llamamos Los Mágicus.

-Insisto: les iba bien.

-Y yo le repito: a veces. Aquellos eran tiempos difíciles. La verdad es que mi marido y yo nos pasamos media vida viajando, de tournée, al principio en tren y en autobús hasta que compramos un biscúter. Como le dije, alguna vez pasamos necesidades, pero no nos importaba porque nos gustaba lo que hacíamos. Y la verdad es que en general tuvimos suerte; sí, tuvimos suerte. Trabajamos en varios circos, viajamos al extranjero... puf... a Holanda, Francia, Alemania, Suiza, Italia... Sí, sí. Tuvimos suerte.

-Bueno, hasta tienda tenían.

-Claro, como mi marido hacía cosas... De ahí salió lo de poner la tienda. ¿Y cómo le íbamos a poner? Pues Mágicus. En general, o estábamos de tournée o estábamos en la tienda. Yo delante, en el mostrador, y él en el taller, detrás, fabricando sus cosas.

-Pero la tienda... La tienda no siempre ha estado aquí, ¿me equivoco?

-No, no se equivoca, la primera estaba en la plaza del Teatre, en los bajos de la casa donde vivíamos. Después en la calle Serra, después en Nou de Sant Francesc y luego sí, aquí, en Diputació. Y casi siempre estoy aquí.

-Es decir: toda la vida dedicada a la magia. Y solo a la magia.

-Imagínese. Una vez, en el Ritz, nos hicieron un homenaje. Los colegas, la sociedad de magos. Y allí nos dieron, ni más ni menos... La medalla a los 50 años de trabajo. Y, joven, no muchos pueden decir que tienen esa medalla. Pero es que, como le digo, a mí esto me gusta tanto... me ha gustado tanto, siempre... Espere, que le voy a hacer un truco. Este me gusta mucho. Se llama la moneda fantasma. Mire: ¿ve estas monedas...?