teatro

'Alhayat o la suma dels dies', la (no) vida en los campos de refugiados

El Maldà acoge una propuesta de compromiso sincero y gran testimonio teatral. Una fotografía al callejón sin salida que se vive en los campos de refugiados

'Alhayat o la suma dels dies'

'Alhayat o la suma dels dies' / periodico

José Carlos Sorribes

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Los campos de refugiados siguen ahí. No lo olvidemos. Por mucho que ya no estén en la cumbre de la agenda informativa o que las pancartas de 'Welcome refugees' se vayan destiñendo con el tiempo. Por ello merecen un aplauso propuestas como 'Alhayat o la suma dels dies', a cargo de la joven compañía La Viciosa, de las hermanas menorquinas Laia y Aura Foguet, con el apoyo de la actriz Georgina Latre. El montaje que presenta El Maldà nos interpela de forma directa sobre esta tragedia moderna a partir del vacío existencial a que se ven abocados tantos seres humanos tras huir de la barbarie de la guerra.

Como otros jóvenes de toda Europa, las tres decidieron un día embarcarse en la aventura solidaria de echar una mano, de sentirse útiles. Su destino fue el campo griego de Lagadikia, cerca de Salónica, y allí acudieron primero Laia y Georgina en el verano del 2016. Su implicación llegó al punto de fundar, junto a otros voluntarios, la organización Where is the life? Dos años después, Aura repitió el mismo viaje.

Realidad asfixiante

En esa estancia se fraguó un montaje que de alguna manera viene a responder a la pregunta. Lo hace desde el propio título, 'Alhayat', que significa 'vida' en árabe. Con su experiencia vivieron de primera mano una realidad asfixiante, porque los afectados se ven atrapados en un paréntesis existencial. La mirada del montaje es un grito de denuncia sobre la necesidad de que nunca caiga en el olvido esa realidad.

La pieza se abre con la llegada de Júlia (Georgina Latre), una joven arquitecta, a Lagadikia. Allí la recibe una voluntaria veterana que le explica su cometido: profesora de inglés. Sus futuros alumnos son de procedencia afgana, kurda o siria, agrupados en tiendas de  áreas distintas para evitar conflictos. Así conoce a Hadi (Moha Amazian), que llegó con su hermana Samura (Manar Taljo) desde Siria. Es el único que se presenta a las clases, porque los demás prefieren jugar a fútbol o vaguear en medio del aburrimiento. Poco a poco, Júlia y Hadi se irán entendiendo y fraguando una buena amistad. La implicación de ella la lleva también a conocer a Samura, una ávida lectora... del mismo libro, el único que tiene. De ahí saldrá la idea de levantar una biblioteca en el campo como refugio y espacio comunitario.

Lenguaje de sombras y movimiento

El uso del lenguaje de sombras y el movimiento ayudan en una fluida narración. No solo nos cuentan cómo viven quienes allí están de paso (en teoría), sino también las trabas de la burocracia o las diferencias entre las oenegés de 'primera' y el resto, de la situación de las mujeres... Latre está muy bien acompañada en escena por Moha Amazian, un intérprete que emociona con su monólogo pidiendo ayuda para emprender una nueva vida. Tambien Manar Taljo desprende verdad en todo momento. Porque en 'Alhayat' hay mucho compromiso y nulo artificio. Y un efectivo uso de tres idiomas -catalán, inglés y árabe- que se superponen creando ese ambiente de incomunicación, el propio de los campos de refugiados, que se suple con miradas y sensaciones.

Es esta una obra de compromiso sincero, que debería tener vida más allá del Maldà, y fuera de espacios de exhibición convencionales. En centros cívicos o educativos, por ejemplo.