Los mejores bares y coctelerías para repostar en la Mercè

Todos sabemos lo que es la Mercè, pero todos sabemos también que es posible escapar del calimocho, los mojitos aguados y la cerveza caliente en vaso de plástico. Porque puedes beber bien sin deshonrar el espíritu fiestero de la patrona, y sin alejarte de los puntos más calientes de la celebración. 

El Gòtic está infestado de abrevaderos de entidad. En el bar-coctelería L’Ascensor (Bellafila, 3) tendrás cócteles a precios razonables y una puerta de un ascensor modernista en la entrada que es pura magia. En el bar Polaroid (Còdols, 29) vivirás una fantasía triposa que devolverá a los años 80 de un copazo. Si tu rollo es la cerveza artesana, los surtidores de Kælderkold (Cardenal Casañas, 7) y Craft Barcelona (Paradís, 4) gritarán tu nombre como las sirenas de Ulises.  

En el Raval, la baraja está llena de ases. Parada y fonda en Olímpic Bareto (Joaquín Costa, 25), una centrifugadora de copazos antiguos que seduce por su calidad y sentido del humor. En la misma calle, también encontrarás el Negroni (Joaquín Costa, 46), una de las mejores coctelerías de la ciudad y una de las iglesias del cóctel que le da nombre. Si el presupuesto solo te da para cañas y alguna tapa furtiva, el veterano garito La Masia (Elisabets, 16), con su eterno aspecto de bareto de pueblo y precios contenidos, no te fallará.   

En las inmediaciones del Moll de la Fusta, es imperativo asomar el hocico en la coctelería Collage (Consellers, 4), una catedral del ron con aires caribeños, cócteles colosales y una selección musical impecable.

Si buscas algo más lisérgico, los cócteles de fantasía de Mariposa Negra (Plaza de les Olles, 4), una coctelería inspirada en el universo del escritor Carlos Ruiz Zafón, te pondrán en la órbita psicodélica que buscas. 

Cerca del Teatre Grec, tienes una institución resucitada, el legendario Rouge (Poeta Cabanyes, 21), un mar rojo de canallesca moderna, DJs locales y cócteles creativos a precios muy decentes. Está a 10 minutos del Grec, pero te parecerán cinco si das el paseo con un par de sus brebajes en el organismo. 

Y si tu radio de acción es la playa de Bogatell, tienes un pequeño e inclasificable paraíso: el chiringuito Càmping (Carmen Amaya, 18), buenrollista, rodeado de árboles, con mesas al aire libre, y birras y vermuts cruzando el skyline barcelonés como ovnis enloquecidos.