OVNI A PIE DE CALLE
Visita la Nostromo, la nave espacial de 'Alien', en Barcelona
Aquí se intuyen más dientes largos que en una junta directiva del Barça: una veintena de extraterrestres en 65 metros cuadrados. Un coleccionista ha recreado los escenarios de la saga galáctica. Lo llaman "Museo Alien"
Ana Sánchez
Periodista
En vez de “¿cómo estás?”, a ella le preguntan “¿que has hecho qué?”. No sabe cocinar, pero sí tirar hachas. Si le haces una pregunta retórica, lo más probable es que la responda. Autora de ‘Barcelona increíble’ (Ediciones B).
Ana Sánchez
Se te queda cara de Cuarto milenio nada más cruzar la puerta. Pones el móvil en modo avión, a falta de modo ovni. Seguro que E.T. señalaría hacia aquí, a Barcelona, al decir lo de "mi caaasaaa". A apenas una calle de la plaza de Maragall, te encuentras de sopetón en el pasillo de una nave espacial. Los de Endesa se frotarían las manos. Se ven paneles con lucecitas por todas partes, como en el futuro de las pelis de antes. Hay lanzallamas a mano y un detector de movimiento que advierte de que algo se acerca. Miras al techo por instinto peliculero. Entre las rejillas, se desdibuja una sombra que da escalofríos. ¿Eso es un alien?
Se intuyen más dientes largos que en una junta directiva del Barça. En 65 metros cuadrados habrá una veintena de extraterrestres con pinta de querer comerte, calcula el anfitrión. Falta por confirmar si en este espacio, como en el de Alien, nadie puede oír tus gritos. Luis se ríe por lo bajini. “Todo lo que hay aquí insonoriza un poco”, susurra. Y te conduce a una oscuridad con neblina entre luz intermitente de thriller.
Luis Escribano es chófer de lujo, ahora en erte, 44 años. En el brazo lleva tatuado el logo de la Weyland Yutani Corporation, a juego con la mascarilla. Es una compañía que controla colonias humanas fuera del sistema solar, según el imaginario de <em><strong>Alien</strong></em>.
En las redes lo conocen como <strong>Luis Nostromo</strong>. Nostromo es la nave donde se coló hace 41 años <em><strong>Alien, el octavo pasajero</strong></em>. Él vio la película con 8. Desde los 12, colecciona figuras, réplicas, objetos originales de la saga. Dejó de contar lo que se gastaba al pasar de los 15.000 euros. “Es como coleccionar arte”, se justifica. Pero un día echó en falta más espacio. Espacio galáctico, claro. Y hace tres años empezó a construirse una nave espacial.
Se ven latas de cerveza Aspen y la cabeza de un androide con cara de haber pasado un mal día. “Me tiene que llegar el resto del cuerpo”, suelta Luis con naturalidad de asesino en serie. Ahí estás, en el pasillo de la Nostromo, inmerso en la película que rodó Ridley Scott en 1979 (hoy sigue entre las más vistas de HBO). Al fondo, el laboratorio, con su microscopio y su alien despatarrado por examinar. Unos pasos y entras en la Narcissus. Es la nave en la que (spoiler mediante) se escabulle con apuros la teniente Ripley (Sigourney Weaver). Si uno se pone en guardia a lo prota galáctico, acabará descubriendo una cabeza alienígena de tamaño real: mide casi un metro.
Luis ha decorado el local él mismo. “Sí –asiente-, con fotos de las películas. Con madera y con la caladora”. A mitad de recorrido, queda confirmado que le ha echado un par de huevos. Hay dos de aliens a tamaño real. “Mi sueño –añade- es que me toque la lotería y recrear la nave entera”.
'Aliens' de tamaño real
El guía intergaláctico explica cada detalle con minuciosidad de historiador. Es como hacer un máster exprés de la saga. Y eso es mucho decir: Alien tiene tres secuelas, dos precuelas y dos crossovers con Predator.
Luz verde con neblina. Eso es que has llegado a Hadley's Hope, la colonia protagonista de <em><strong>Aliens: El regreso</strong></em> (1986). El pasillo está lleno de armas XXL, pasaportes militares, incluso está el chaleco original de uno de los marines protagonistas. Luis se niega a decir el precio. “Igual me mata mi mujer, que no lo sabe”, sonríe. “La cifra tiene tres ceros”.
Una reina alien de tamaño real intenta alcanzarte desde una puerta con agujeros de bala. Al otro lado, un plástico ensangrentado invita a adentrarse en <em><strong>Alien³</strong></em> (1992) y al resto de filmes de la saga.
No iba a ser más que su “garito”, su “cueva”, un local de otro mundo donde tomar una cerveza con los colegas. “Pero se empezó a hacer bola”, resopla Luis. En las redes ya lo han rebautizado como “Museo Alien”. Lo es. Expone fotos de rodajes, storyboards, hasta una urna de Prometheus firmada por Ridley Scott. En la nave barcelonesa incluso ha resonado en vivo la voz de la teniente Ripley. Hace un año estuvo de visita la actriz de doblaje María Luisa Solá. <strong>La Casa Azul rodó aquí un videoclip</strong>. Próximamente será escenario de una película.
Una hora de 'tour'
Luis recibe visitantes en su tiempo libre. Una hora de tour con algún gritito de alien de fondo y la inquietante <strong>banda sonora de Jerry Goldsmith</strong>. Hay que ponerse antes en contacto con él vía Instagram (<strong>@luis_nostromo</strong>) o por mail (luisnostromo@gmail.com). “Ahora tengo un poco de avalancha”, resopla. Y eso que de aquí no hay escapatoria a lo Messi. No hay rastro de burofax.
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