CIUDAD ON

'Running' con bolsas de basura

Es el último pasatiempo nórdico: 'plogging'. Nuevo deporte con conciencia ecológica. Sales a correr y terminas recogiendo más basura que la que tiene grabada Villarejo

zentauroepp45516210 on ana181031190401

zentauroepp45516210 on ana181031190401 / periodico

Ana Sánchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aún no ha amanecido y ya se ve un vaivén de mallas por la Barceloneta. Un grupito con actitud runner se pone a calentar frente al Buenas Migas. Ahora eso significa que haces cinco minutos de estiramientos y te dan una bolsa de basura biodegradable y un par de guantes de jardinero. Es el nuevo running con conciencia ecológica: sales a correr y terminas recogiendo más basura que la que tiene grabada Villarejo

Es el último pasatiempo nórdico: plogging. Se lo inventaron hace dos años en Suecia. Ya se practica hasta en Australia. Plogging running plocka upp (recoger, en sueco). Quemas calorías mientras vas metiendo en bolsas la basura que encuentras de camino. 

 «Ya que sales a correr, aprovechas y haces algo útil –dice Priscila mientras recoge unas latas de la playa–. Vas agachándote, haces sentadillas». «Y abdominales», añade al lado Enni. «Te sientes bien», asienten las dos. Física y mentalmente. Les darás la razón una hora –y una bolsa llena– después. Desde el verano, calculan, han llenado más de 200, unos 4.000 litros de basura.

Enni y Priscila son las organizadoras de Barcelona Plogging. Montaron el grupo de Facebook en junio. Se les ha sumado medio centenar de eco-runners. Han ido quedando dos veces al mes. Madrugón: a las 7.30 en la Barceloneta. Suelen llegar a la Mar Bella, corriendo o caminando. A veces se juntan con los Sunrise runners, un club que también echa a correr al amanecer. La siguiente quedada con bolsas será el próximo miércoles, 7 de noviembre.

Enni Karikoski, 36 años, finlandesa, diseña muebles y accesorios de residuo cero (Niimaar, se llama su empresa). Priscila Fernández, 35 años, tiene una agencia de viajes de aventura basada en turismo sostenible. Diez minutos con ellas y empezarás a mirar el plástico como un madridista miraría a Lopetegui.   

«La idea del plogging es que esos plásticos que recogemos nunca lleguen al mar», apunta Priscila. «Aquí es muy importante, porque el Mediterráneo tiene mucho microplástico», añade Enni echando mano de un estudio de WWF.

«Voy cogiendo todos los palos de chupa-chups para que no se los coman las tortugas», te comenta Priscila al recoger el quinto o sexto. Se lo explicaron en el CRAM (el centro de recuperación de animales marinos de El Prat). «Una tortuga se comió un palo, se le quedó clavado en la boca y no pudo continuar comiendo porque no podía masticar», recuerda. «Además, es el primer año después de casi 30 que han anidado tortugas en Catalunya –añade–. Tenemos que conseguir que se queden, no que se vayan muriendo porque somos unos cerdos».

Plásticos bajo la arena

Cinco minutos haciendo plogging y sueltas más aargs que diez Cuores juntos. «¡Qué guarra es la gente!», dirás por inercia cada 30 segundos. Te vas encontrando paquetes de tabaco, latas, bolsas de patatas, colillas, cuántas colillas,  pajitas, palos de chupa-chups, muchísimos palitos, puaj, un condón. «La gente no se da cuenta de cuánta basura hay –dice Enni–. Y hay mucha bajo la arena también. Plásticos pequeñitos». Han encontrado un zapato –«sí, solo uno»–, pantalones, bragas, media bicicleta. 

Una hora corriendo con bolsa y descubrirás plásticos semienterrados a lo Robocop ecológico. Se te queda el mecanismo automático. Serás incapaz de no agacharte al ver basura en el suelo. Y empezarás a detectar plástico por todas partes. Ese es el objetivo: «Concienciar a la gente de que es necesario que no produzcamos esta basura –dice Priscila–. Más que recogerla, deberíamos llegar a no necesitar hacer plogging».