MÚSICA

Mala Rodríguez: “La rabia ha sido un buen vehículo para que yo pudiera escribir. Y sigue siéndolo”

La cantante está de gira este mes por Latinoamérica y España presentado 'Un mundo raro', su último álbum, mientras se acerca el 25 aniversario de 'Lujo ibérico', su debut y el disco que la convirtió en una leyenda como la primera rapera de relieve que tuvo este país. Un buen momento para hacer balance y echar la vista atrás

Mala Rodríguez, en una foto promocional.

Mala Rodríguez, en una foto promocional. / / Cedida

Carlos H. Vázquez

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A las doce y media de la mañana, la entrevistada entra a la videollamada. La presentan como María, pero es la Mala Rodríguez (Jerez de la Frontera, 1979). "Muchos dicen que hasta yo he cambiado, pero yo diría que nadie es el mismo", canta en el tema Pagani, perteneciente a su último disco Un mundo raro (Universal, 2024). De esto versará la siguiente conversación, de un largo proceso de cuatro años para descubrirse a sí misma a través de un nuevo trabajo discográfico que le ha procurado una gira que abarcará, desde el 24 de agosto, quince fechas en Europa, Latinoamérica y Norteamérica. Mientras tanto, se acerca el vigésimo quinto aniversario de Lujo ibérico (Yo Gano, 2000), la primera entrega de estudio de Mala Rodríguez. Hoy, ella tiene un trato. El Dios con el que anda nunca se equivoca. Que la Virgen la guarde.

P. ¿La Mala es cada vez más buena?

R. Obviamente. Todo el mundo tiende a mejorar. Hay gente que empeora con los años, pero yo creo que voy mejorando. Sigo la línea de puntos y me sale perfecto.

P. ¿Se sintió mejor persona después del proceso de este disco?

R. Todos los trabajos que uno hace para sí mismo son retos que le hacen crecer, además de una oportunidad. Al terminar el álbum, mirar hacia atrás y ver dónde estaba en ese momento, pensé que me había superado; había crecido un par de centímetros más.

P. "Nadie sabe lo que hacemos / Sólo ven cómo vivimos", canta en Pagani. ¿Qué quieren ver de la Mala y no muestra?

R. Esta frase quiere decir que sólo ven lo que tú enseñas. Hay mucha gente que no enseña mucho, solo un pedazo. Mira... [María gira la cámara para enseñar su habitación y las muchas plantas que enverdecen el entorno. “¡Está todo ordenado!”, exclama.] Esto es lo que yo muestro, este cuadradito, lo que te estoy enseñando. Vivimos muy cuadriculados, nadie sabe lo que hacemos; yo sólo sé de ti lo que tú me dejas ver de ti mismo y nadie puede juzgar, porque nadie está capacitado para entender todo mi yo, toda mi vida, todo lo que hago, todo lo que siento. Mucha gente dice que yo he cambiado, pero lo dicen bajo una opinión que no es un criterio fiable. Nadie es el mismo. Yo tengo algo de empatía, pienso que todo el mundo vive muchas cosas, y no me atrevería nunca a juzgar a otros. Crecemos en este mundo y cada uno hace lo que puede.

P. ¿Se ha sentido juzgada?

R. Obviamente, todos los días.

P. ¿Cómo se lleva?

R. Pues me da igual, la verdad, porque yo me quiero y me aprecio mucho, y nadie sabe por lo que he pasado. Cuando escucho críticas u opiniones, pienso que está bien, que es normal, porque quizás bajo su prisma no están ni equivocados. Pero está claro que nadie tiene la verdad absoluta.

P. ¿Dios es verdad? El concepto de Dios es algo recurrente en este álbum. "El Dios con el que ando, nunca se equivoca", dice.

R. Creo en Dios. Soy de Sevilla, me he criado en una ciudad muy tradicional donde para todo estaba Dios y la Virgen y los santitos. Mi madre es rara, no es la típica madre que se santigua o que cree en Dios. Ella decía: “el vivo al bollo y el muerto al hoyo”. Entre eso y que me cantaba Alfonsina y el mar para dormir... Es una “personaja”. Yo creo en Dios porque he necesitado creer en él. Ha sido una necesidad vital desde pequeña, he pasado mucho rato sola. También iba a una escuela religiosa y me han inculcado la fe. Soy una persona que cree. He podido tener momentos en los que he perdido la fe y me he sentido un poco alejada de eso, pero creo en Dios y en que es la verdad.

Hoy día siento una conexión muy fuerte con Dios y creo que la espiritualidad es como tener conciencia. Una persona espiritual es una persona consciente a la que le duelen las cosas, que siente..."

P. ¿En qué momentos ha perdido esa fe?

R. Quizás cuando he sentido que no podía más. Pero ahí es cuando creo que Dios más te ayuda. Hay veces que he sentido que no podía con todo. Yo he sido madre joven, he tenido dos niños sola y no ha sido fácil combinarlo con mi carrera, con mi “yo artista” siendo mujer. Ha sido un poco difícil y tampoco era, en aquel momento, algo normalizado, porque hoy en día se habla de la conciliación, de palabras que antes ni siquiera yo escuchaba. Mi ejemplo ha sido mi madre, que también me ha criado sola ella, y el trabajo y el sacrificio y el “no llores”. Mi mamá es muy dura y para ella es la única fórmula. He tenido mis dudas, porque no tiene por qué ser todo tan “así”; también quiero ponerme a mí primero. Para ella siempre ha sido una forma única de seguir adelante, de luchar y de sacrificarse por los hijos y por la familia. Como te digo, he tenido mis dudas y las dudas provocan que pierdas la fe, que te distraigas, que quizás te desvíes un poquillo... Pero hoy día siento una conexión muy fuerte con Dios y creo que la espiritualidad es como tener conciencia. Una persona espiritual es una persona consciente a la que le duelen las cosas, que siente...

P. El trabajo de este disco no ha sido fácil ni corto, sino que ha sido bastante largo y duro. ¿Cómo lo soportaba su paciencia?

R. Ha sido la gran prueba de fuego, porque la paciencia no es mi gran virtud, pero ha sido lindo. He perdido tres mánagers. No mucha gente está en tu misma frecuencia; si yo quiero hacer un disco de una manera, si quiero ofrecer al mundo un trabajo diferente como artista, que no es bajo los cánones de la industria, la cosa se complica. Pero cuando encuentras un equipo que rema contigo en la dirección que tú quieres remar, y encima te ayudan y te ponen las cosas fáciles y están más ilusionados que tú, es una gran bendición. La paciencia me ha dado como regalo tener ahora mismo el mejor equipo que podía imaginar. El proceso de estos cuatro años ha sido un viaje por el mar. El productor, Bull Nene (René Cano), estaba en Colombia y yo aquí, en Barcelona, en medio de la pandemia. Hablábamos, le mandaba canciones, escribía, íbamos encontrando qué historia tenía que contar... Yo sabía que tenía algo dentro y que debía ser honesta y sacarlo. Me costó mi trabajito encontrar el hilo para narrar eso y hablar de la crisis, del conflicto que yo estaba viviendo y que luego ha tenido que madurar conmigo y llegar a su fin en enero de este año para poder publicar. Ese proceso no se lo come todo el mundo, es complicado, porque la gente hoy día quiere música ya. Agradezco que el proceso me haya dado tanta paciencia. Ahora tengo lo más bonito, que es este álbum que ya va a quedar para siempre, porque es una pieza única y preciosa.

P. ¿Qué diferencias encuentra en usted misma entre 'Lujo ibérico' y 'Un mundo raro'?

R. Bueno, sobre todo que soy mucho más consciente de donde estoy en el mundo. En ese momento no era consciente de nada; simplemente tenía algo dentro y quería sacarlo y saqué todas esas historias, todo ese rollo costumbrista, todas esas canciones que hablaban del día a día y de mis necesidades, mis deseos, mis anhelos... Hoy sé lo que estoy haciendo, porque antes no sabía, pero ahora sí lo sé perfectamente: soltar, soltar y soltar. Eso a veces tiene un efecto en los demás. Que a otro le afecte algo que tú has escrito es increíble.

Con el primer me rallé muchísimo. Lo dejé todo, me puse a trabajar en una pastelería y no quería saber nada, ni que me conocieran por la calle"

P. ¿No era consciente de esto anteriormente?

R. No, en el primer disco no. De hecho me rallé muchísimo. Lo dejé todo, me puse a trabajar en una pastelería y no quería saber nada, ni que me conocieran por la calle. Escribir para mí es una forma de relajarme. Mi madre no estaba apenas en casa y yo me iba a mi cuaderno y escribía. Siempre, desde pequeña, desde que tenía siete años. Y antes de escribir ya cantaba, me ponía a cantar historietas... Siempre ha sido un tubo de escape, pero no era consciente de una industria musical, de la fama y de todo lo que conlleva, de la autoimagen que yo tenía, cómo me ven los demás... Estuve encerrada como cuatro años, procesando todo lo que fue Lujo ibérico. Luego saqué el segundo disco, Alevosía (con el tema La niña,), y ahí ya dije: “Vale, vamos a ir poco a poco”.

P. Y ahí empezó el cambio.

R. Sí. Con Alevosía tomaba conciencia de lo que estaba haciendo. Tenía 19 años y la verdad es que eso se nota mucho. Tampoco la cosa era tan voraz como hoy y tampoco había tanta info como ahora, porque en la actualidad una niña ya ve cómo puede ser cantante, puede dar clases de baile... Mis iconos eran Rocío Jurado y Madonna. Esos eran los personajes que yo veía, cantantes famosas que tenían vidas muy locas. También me gustaba mucho el jazz, el flamenco, la música de Argelia, Khaled (Khaled Hadj Ibrahim), descubrir sonidos... No sólo lo que viene siendo un artista, sino el arte, la música, los sonidos, buscarme a mí en ellos, descubrir por qué yo vengo de donde vengo, por qué mi vida ha sido así. Descubrirme ha sido siempre mi meta.

P. ¿Buscaba respuesta?

R. Sí, claro. Y entender a las personas.

P. ¿Y ser entendida?

R. También.

P. No es fácil...

R. Sí, pero es lo de menos. Yo siempre he querido escuchar mucha música de raperos para entender un poco y conocer más al hombre, porque para mí siempre ha sido un misterio. Veía muchos niñatos, pero menos mal que ya algunos raperos empezaron a cumplir 40 años y he podido entender más cosas. Ahora la gente es más madura y habla sobre emociones y sus sentimientos. La inteligencia emocional no es algo raro. La sociedad ha ido cambiando a mejor en muchos aspectos y está más interesante, está mucho más rica, porque habla, y eso es muy bueno.

P. Si antes estaba de uñas con el mundo, ¿ahora le enseña la manicura?

R. Sí, tengo que reconocer que la rabia ha sido un buen vehículo para que yo pudiera escribir. Y sigue siéndolo. Es una gran emoción y me ha llevado a escribir, así que no diría que ha habido un cambio, sino que eso lo he usado, porque antes también he enseñado la manicura. Son cosas que no he dejado de hacer, ni una ni otra.

Hay gente que nunca me va a entender, pero no se puede hacer nada porque tú no le puedes cambiar las ideas. A muy poca gente le gusta destruir su mundo. A mí me encanta que se destruya para volverlo a hacer"

P. ¿Se entiende igual a la Mala Rodríguez en todo el mundo?

R. No lo sé. Creo que el hecho de haberme ido a hacer un concierto a Puerto Rico o a Colombia, y tener público allí y sentir que hay gente que estaba escuchando lo que decía, ha hecho que me sienta querida, respetada y amada. Hay gente que nunca me va a entender, pero no se puede hacer nada porque tú no le puedes cambiar las ideas a mucha de la gente. Hablo en general, pero a muy poca gente le gusta destruir su mundo. A mí me encanta que se destruya para volverlo a hacer. Hay una canción que tengo con Denise Rosenthal, Agua segura, en la que digo que soy “profesional de empezar de cero”. Me siento así. Me he mudado no sabes las veces, y me encanta. Creo que hay algo mágico en empezar de cero. Hay gente a la que le gusta echar raíces y siente que su familia está ahí por generaciones. A mí me encanta, lo veo y lo romantizo, pero no es mi historia.

P. ¿Y cuál es su historia?

R. Mi historia es de gente que ha ido de un punto a otro y ha ido mejorando. Y yo espero darle a mis hijos algo mejor, llevarlos lejos, a otro lugar. Así es mi historia.

P. ¿Somos de donde nos entienden o de donde pacemos?

R. Esa pregunta es muy guay. Somos de donde comemos. No sé... No tengo ese sentimiento de pertenencia y a veces pienso que es hasta un problema. Somos... y punto. Somos, y que nos dejen ser, por favor.