Festival de cine

El ‘Joker’ se inmola en Venecia: Joaquin Phoenix y Lady Gaga protagonizan un musical que no tiene adónde ir

Las canciones que suenan en ‘Joker: Folie à Deux’ no sirven tanto para retratar psicologías que para rescatar al espectador del tedio. Hay versiones de clásicos de artistas como Frank Sinatra, The Carpenters y Jacques Brel

Lady Gaga y Joaquin Phoenix en el festival.

Lady Gaga y Joaquin Phoenix en el festival. / FABIO FRUSTACI

Nando Salvà

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Hace cinco años, ‘Joker’ (2019) llegó en la Mostra de Venecia envuelta por las críticas de quienes cuestionaban la presencia de un ‘blockbuster’ en la competición del certamen, las acalló obteniendo aquí el León de Oro a la Mejor Película y en los meses siguientes no solo recaudó 1.000 millones de dólares en taquilla sino que también ganó dos Oscar, uno de ellos en la categoría de Mejor Actor para Joaquín Phoenix.

Ahora, la carrera comercial de la secuela ‘Joker: Folie à Deux’ promete ser casi exactamente la inversa: por un lado, su participación en el concurso de la Mostra de este año se dio por hecha desde mucho antes de ser anunciada y su presencia en el palmarés del festival es altamente descartable; por otro, si bien lo único esperable de su paso por la taquilla es un triunfo, que se cuele entre las nominadas al Oscar resultaría francamente sorprendente, al menos a tenor de lo visto hoy. “Cuando en su día rodamos ‘Joker’, casi nadie nos hizo caso”, ha recordado el director Todd Phillips en Venecia. “A la hora de filmar esta continuación, en cambio, nos dimos cuenta de que había muchas más miradas clavadas sobre nosotros”. En cualquier caso, para explicar el efecto que la nueva película provoca en el espectador de ningún modo basta con aducir el exceso de expectativas generadas en torno a ella.

El director Todd Phillips, Lady Gaga y Joaquin Phoenix en Venecia.

El director Todd Phillips, Lady Gaga y Joaquin Phoenix en Venecia. / ETTORE FERRARI

Quizá lo más asombroso de su predecesora, recordemos, fue su decisión de imaginar los orígenes del personaje titular -en realidad llamado Arthur Fleck, y también conocido como el más célebre enemigo de Batman-, tomando como inspiración el cine de Martin Scorsese y, más concretamente, ‘Taxi Driver’ (1976) y ‘El rey de la comedia’ (1982). Con el fin de provocar un efecto sorpresa similar, Phillips decidió que, para contar cómo Fleck se enfrenta a las consecuencias judiciales de sus crímenes y entretanto se enamora de Harley Quinn, lo más sensato era convertir la secuela en escenario de coreografías de baile y hábitat de personajes que se comunican cantando.

En otras palabras, ‘Joker: Folie à deux’ es un musical de manual, y por tanto resulta inexplicable que hoy, en su encuentro con la prensa, sus responsables se esforzaran por convencernos de lo contrario. “Las canciones dan a los personajes una manera de expresarse”, ha aducido con ese fin Lady Gaga -encargada de dar vida a Quinn-, como si ese no fuera precisamente el ‘modus operandi’ de la mayoría de los musicales.

 Lady Gaga en Venecia.

Lady Gaga en Venecia. / FABIO FRUSTACI

El cambio de género, de todos modos, es solo una de las diferencias de la nueva película respecto a la original: aquella transcurría a lo largo de 120 minutos llenos de propósito narrativo y energía dramática, decidida a reinventar a Fleck convirtiéndolo en un catálogo andante de traumas y en un ser a la vez patético, peligroso, ridículo, brutal, tierno, vulnerable y conmovedor. Esta, al contrario, es una obra mayormente inerte que sin embargo se prolonga hasta los 138 minutos de metraje, tal vez a causa de esa regla no escrita según la que, actualmente, todos los ‘blockbusters’ de Hollywood deben durar más de la cuenta.

“En la primera película ya dejamos claro que Arthur es alguien que se comporta de acuerdo a la música que suena en su interior, por lo que tiene sentido que esa música tenga un papel tan preponderante en la segunda”, ha explicado Phillips, a pesar de que las canciones que suenan en ‘Joker: Folie à Deux’ no sirven tanto para retratar psicologías que para rescatar al espectador del tedio. Versiones de clásicos de artistas como Frank Sinatra, The Carpenters y Jacques Brel, se muestran extrañamente desapegadas el relato al que pertenecen, como añadidos diseñados para hacernos desviar la atención de las carencias de una historia que no va a ningún lado porque, básicamente, no tiene adónde ir.

Tal y como Philips la ha concebido, no es más que un primer acto seguido de una atropellada resolución que, más que como conclusión lógica, funciona a la manera de un pliegue de descargo. ‘Joker’, hagamos memoria, fue acusada de hacer apología de la violencia y de justificar la subcultura ‘incel’, y ‘Folie à Deux’ se esfuerza por dejar claro que la intención nunca fue esa. 

Al ser preguntado hoy a ese respecto, Phillips ha tratado en vano de resultar convincente al asegurar que la película de ningún modo fue concebida con ese fin. A su lado, en cambio, Joaquin Phoenix no ha tenido reparos a la hora de echar balones fuera. Recordemos que, hace solo unas semanas, se supo que el actor había cancelado de forma repentina e injustificada su participación en la que iba a ser la nueva película de Todd Haynes, y que su decisión no solo causará serios perjuicios económicos a la compañía que iba a producirla sino también, probablemente, a su propia reputación. “¿Quiere dar su versión de lo sucedido?”, le ha preguntado un periodista. Su respuesta ha sido inapelable: “No, no quiero”.

Pese a todo lo dicho, ‘Joker: Folie à Deux’ es una candidata al León de Oro mucho más valiosa que las otras dos aspirantes al galardón presentadas hoy. Dirigida por las hermanas francesas Delphine y Muriel Coulin, ‘Jugar con fuego’ se sirve de una premisa capaz de generar apasionados debates -¿qué haríamos si nuestro hijo se convierte en un neonazi?- para ofrecer un relato previsible y a la vez tramposo, monótono e insultantemente didáctico. Y ‘Diva Futura’, de Giulia Louise Steigerwalt, es una mirada a la industria pornográfica italiana de hace varias décadas que imita burdamente ‘Boogie Nights’ (1997) pero más bien parece una hipotética versión de ‘Cuéntame cómo pasó’ trufada de tetas al aire, y que tiene no solo la desfachatez de retratar el submundo en el que transcurre como un paraíso feminista, sino también la de de erigirse en alegato contra la Italia reaccionaria que encarna Giorgia Meloni.