Sede de Manifesta 15

La Ricarda, una joya desconocida en riesgo por la ampliación del aeropuerto

La Ricarda es, junto al Monasterio de Sant Cugat y las Tres Chimeneas de Sant Adrià del Besòs, una de las tres principales sedes de Manifesta 15, la bienal de arte que aspira a descentralizar el foco cultural y llevarlo al Área Metropolitana de Barcelona durante los próximos tres meses

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La Ricarda, en la reserva verde del delta del Llobregat, abre al público de la mano de Manifesta 15.

La Ricarda, en la reserva verde del delta del Llobregat, abre al público de la mano de Manifesta 15. / Nomad Studio / Manifesta

Leticia Blanco

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La Ricarda es, junto al Monasterio de Sant Cugat y las Tres Chimeneas de Sant Adrià del Besòs, una de las tres principales sedes de Manifesta 15, que empieza el domingo 8 de septiembre. Abrir al ciudadano esta joya de la arquitectura racionalista es uno de los objetivos de la bienal de la cultura, que hasta el 24 de noviembre ofrecerá visitas guiadas a la también conocida como Casa Gomis, en el foco de la polémica por la ampliación del aeropuerto los últimos tres años. La Bienal la presenta como espacio y objeto de debate “sobre la expansión de las industrias y la protección del medio natural y de la casa”.  

La Ricarda es una de las tres sedes principales de la bienal de arte Manifesta 15.

La Ricarda es una de las tres sedes principales de la bienal de arte Manifesta 15. / Manu Mitru

La casa, antaño espacio de quietud y hervidero artístico al lado del mar, se levanta en mitad de un pinar cercano a la laguna de La Ricarda (de ahí le viene el nombre). Cuando se construyó, el del Prat era un pequeño aeródromo con muy poco tráfico de aviones de hélice. Marita, una de las hijas de Gomis, recuerda las tardes con sus primos jugando a pie de pista. Las cosas cambiaron con la construcción, a solo 400 metros de la casa, de la tercera pista. El ruido de los aviones es hoy fortísimo e ininterrumpido: cuando despegan hacia el sur calientan motores muy cerca de La Ricarda y cuando lo hacen hacia el norte, sobrevuelan la casa, que está dentro del Parque Natural del Llobregat y en 2021 fue declarada Bien de Interés Nacional en la categoría de Monumento Histórico. 

Pese a las visitas que organizan el Ayuntamiento de El Prat y las propietarias del edificio -que suelen abrir las puertas de la casa a estudiantes de arquitectura, a los que dejan subir con una escalera para pasear por el tejado ondulado, toda una experiencia-, La Ricarda era hasta hace poco una gran desconocida para la mayoría de barceloneses. La zona, a solo 15 minutos en coche de Barcelona, es privada y pertenece a las distintas ramas de los herederos del empresario textil Bertrand, el padre de Inés Bertrand, la esposa de Ricardo Gomis. 

Dos mentes perfeccionistas

Hablar de La Ricarda es hablar de un proyecto irrepetible, fruto de la amistad entre dos mentes perfeccionistas, obsesivas y avanzadas a su tiempo: el ingeniero y discófilo Ricard Gomis y el arquitecto Antonio Bonet Castellana. Ambos estuvieron carteándose durante una década sobre el proyecto, minuciosamente diseñado para crear la casa perfecta, una obra de arte total: sofisticada, acorde con la estética y los valores del racionalismo, de una gran precisión geométrica, “un ejercicio de heterodoxia extraordinario”, según afirma el arquitecto Jordi Roig en el documental ‘La Ricarda. La casa de vidre’. Lo curioso es que la vivienda, que para muchos es un ejemplo irrepetible de arquitectura racionalista en Catalunya, se construyó a distancia a lo largo de los años, con el dueño y el arquitecto separados por miles de kilómetros porque Bonet estaba en el exilio. Ambos empezaron a hablar del proyecto en 1949 y empezó a construirse en 1957. Se terminó en 1963. 

Casa Gomis, en los terrenos de la Ricarda , frente al mar en el Prat de Llobregat.

Casa Gomis, en los terrenos de la Ricarda , frente al mar en el Prat de Llobregat. / Ferran Nadeu

Bonet diseñó hasta el último detalle de la casa: los lavabos, los muebles, hasta las manetas de las puertas, todo. La casa, situada en una zona de dunas cerca del mar, está construida sobre una plataforma parecida a un pedestal, un metro por encima del suelo natural. Está organizada en 12 pabellones con sus correspondientes bóvedas, repartidos según sus usos (hay una zona para los padres, otra para los seis hijos), con algún que otro árbol entre pabellón y pabellón y unas paredes de cristal que permiten la entrada de la luz y la naturaleza en todo su esplendor. Para Roig, la casa tiene una “dimensión americana” por su emplazamiento en un territorio virgen, su ambición y su enorme tamaño.

Casa Gomis, en los terrenos de la Ricarda , en el Prat de Llobregat.

Casa Gomis, en los terrenos de la Ricarda , en el Prat de Llobregat. / Ferran Nadeu

Gomis, el mecenas

Gomis, un mecenas entusiasta de las nuevas vanguardias y especialmente de la música, planeó La Ricarda como una segunda residencia donde pasar los veranos y domingos. Su comedor, un espacio amplio, diáfano y con paredes de cristal, fue pensado para acoger encuentros, recitales, conciertos y audiciones discográficas. Josep Maria Mestres Quadreny llegó a componer una pieza experimental, ‘Divertimento La Ricarda’, que se estrenó, como no podía ser de otro modo, en el comedor de la casa, que contaba con un equipo acústico de última generación donde sonaban desde Coltrane y Thelonious Monk a Wagner. Gomis, muy activo culturalmente, fue el fundador de Discòfils Associació Pro Música en 1935 y uno de los integrantes del Club Cobalto 49 y de Adland, un grupo que promovió el arte moderno antes de la guerra. Tàpies, Brossa y Mestres Quadreny solían frecuentar unas veladas artístico-culturales que marcaron época a las que llegaron a asistir John Cage y la compañía de baile de Merce Cunningham. 

Interior de La Ricarda, con la archicopiada silla BFK diseñada por Bonet Castellana, Juan Kurchan y Jorge Ferrari.

Interior de La Ricarda, con la archicopiada silla BFK diseñada por Bonet Castellana, Juan Kurchan y Jorge Ferrari. / Ferran Nadeu

Bonet, el brillante arquitecto

Bonet (1913), hijo de unos campesinos de Tarragona que abrieron una cantina para obreros en la calle de Viladomat, fue un niño prodigio que creció becado con matrículas de honor. Miembro del GATPAC, fue un estudiante superdotado, el único invitado al Congreso Internacional de Arquitectura Moderna celebrado en 1933, en un barco que partió de Marsella y atracó en Atenas, a bordo del cual iban las mentes más brillantes de la arquitectura europea de la época: Josep Lluís Sert, Alvar Aalto y Le Corbusier, con quien Bonet trabó una especial amistad. Años después, acabada la carrera, el padre del racionalismo le invitó a hacer prácticas en su estudio y Bonet tomó un tren a París el 30 de julio de 1936. 18 días después estalló la Guerra Civil. 

En París, Bonet Castellana combinó las prácticas en el estudio de Le Corbusier con otros trabajos alimenticios: fue escaparatista en las Galerías Lafayette y arquitecto de obra del Pabellón de la República Española diseñado por Sert y Lagasca. Allí conoció a Picasso, Dalí y Miró y a dos arquitectos argentinos que marcarían su destino: Juan Kurchan y Jorge Ferrari, con quienes fundó el Grupo Austral y acabaría diseñando la archicopiada silla BFK. Tras la guerra y la ocupación nazi, llegó el exilio: Sert se fue a Estados Unidos, Lagasca a Moscú y Bonet Castellana a Argentina, donde empezó una carrera brillante.

Suya es la Casa de los Artistas de Buenos Aires (que proyectó con solo 26 años), la urbanización Punta Ballena en Uruguay, La Gallarda (la casa en el exilio de Rafael Alberti), la sede del Tribunal Constitucional en Madrid, la Torre de Urquinaona o el Canódromo de la Meridiana. Insuficientemente reconocido, sobre Bonet Castellana siempre ha recaído el tipo de sospecha que rodea a la figura del indiano, el emigrante que se marchó y de cuyo éxito se duda a su vuelta. Sus herederos han expresado en alguna ocasión la voluntad de que La Ricarda se convierta en el futuro en un espacio cultural. Entre los propietarios de la familia Bertrand hay partidarios de venderla a Aena.  

Proteger a La Ricarda

Según los ecologistas, cubrir de hormigón este humedal cercano al mar sería un crimen por la altísima biodiversidad protegida que concentra: 43 especies animales entre peces, reptiles y aves como gaviotas o flamencos en ruta desde África y un vergel de hasta 23 tipos distintos de orquídeas. La ampliación del aeropuerto ha formado parte de las negociaciones de la reciente investidura de Salvador Illa, que llevó en el programa electoral del PSC la inversión de más de 1.700 millones de euros para convertirlo en un “hub internacional”. Alargar la tercera pista no convencía ni a Esquerra ni a los Comuns, aunque los republicanos parecen ahora dispuestos a reconsiderar su posición desde que Illa ha puesto sobre la mesa que la Generalitat empiece a gestionar El Prat junto al Estado.