Política y moda

Sí, Felipe VI se saltó el protocolo

En un sistema democrático comprometido con la libertad de expresión puedes recomendar un código estilístico, pero nunca imponerlo

El CEO de la 37 America's Cup Event Barcelona, Grant Dalton; el Rey Felipe VI y la vicepresidenta de la America's Cup Event Barcelona, Aurora Catà.

El CEO de la 37 America's Cup Event Barcelona, Grant Dalton; el Rey Felipe VI y la vicepresidenta de la America's Cup Event Barcelona, Aurora Catà. / CASA REAL

Patrycia Centeno

Patrycia Centeno

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Observo cómo Felipe VI llega a la Copa América ataviado con el polo oficial de la competición, unos jeans claros con deportivas y la gorra azul a conjunto donde se lee “Barcelona”. Un look informal propio de alguien que, siendo rey o no, se dispone a seguir unas regatas. Para añadirle un punto más casual, el monarca camina con una mano en el bolsillo como un adolescente despreocupado más. 

Como también ha hecho el resto de su familia durante los JJOO; con su aspecto relajado y uniformado, Felipe VI proyecta una imagen cercana de pertenencia y apoyo al grupo, al proyecto. De igual modo, hace unos días, el rey también se mimetizó con una guayabera blanca con el resto de mandatarios invitados a una cena con motivo de la investidura del nuevo presidente de República Dominicana. Sin embargo, para la toma de posesión de Luis Abinader, Felipe VI prefirió saltarse el 'dress code' decretado para los varones asistentes a la ceremonia desde 1973. En vez de presentarse con traje blanco y corbata negra, el jefe de Estado español acudió con un traje gris. El look llamó la atención y abrió un debate sobre si Felipe VI se había saltado la etiqueta del evento o no. Por supuesto, como es costumbre en nuestro país, todos los medios y supuestos expertos trataron de justificar la salida de tono del monarca con excusas que voy a ir desmontando sin demasiada dificultad. 

Uno de los argumentos ofrecidos y que más peso tuvo es que en nuestro país no es costumbre vestir de blanco (¿y la guayabera, sí?). Si bien es cierto que las tonalidades del traje se han ido reduciendo hasta sólo quedar básicamente a negro, azul marino y gris marengo (pregúntenselo a Barack Obama que diez años después aún recuerda la que le cayó por atreverse a ofrecer una rueda de prensa con un 'tan suit'); en algunas ocasiones hemos visto al marido de Letizia vestido de blanco o crema. Busquen el atuendo cuando visitó a su madre en el hospital o en el conjuntado posado en tonos beige de toda la familia en Lloret de Mar este pasado julio. Incluso, siendo príncipe de Asturias, sí cumplió con el beige en la toma de posesión del presidente dominicano Danilo Medina en 2012. 

Se llegó a defender que en España, el blanco no se emplea en política y sólo se reserva para actos religiosos. Debe ser por eso que cada vez que el Jefe de Estado viste el uniforme de la armada muchos lo comparan con el nene que se viste de marinerito para la comunión… 

Otra de las ridículas posibilidades que ofrecían estos días los medios para salvar al rey de ciertas críticas recibidas en República Dominicana es que Felipe VI estaba de luto por el fallecimiento de uno de sus primos. Otra vez, tiramos de hemeroteca y comprobamos rápidamente que ya Juan Carlos I vestía de gris en las investiduras dominicanas. Y en 2016, Felipe VI emuló a su padre. De hecho, en aquella ocasión, coincidió estilísticamente con Rafael Correa, también de gris (si no quieres vestir de blanco, es una de las tonalidades en traje más veraniega). Evo Morales tampoco cumplió con el código estilístico demandado pues vestía su característico traje de alpaca sin cuello.

También alguna estilista ha llegado a apuntar que el rey debe diferenciarse del resto de asistentes por cuestiones de seguridad, como le sucedía a Isabel II. Felipe VI mide dos metros, queridos. Imposible que los seguratas lo pierdan de vista aunque vaya mimetizado con cientos de personas.

En fin, Felipe VI sí se saltó el 'dress code'. Y eso (para mí) no implica ningún problema ni desplante diplomático ni falta de respeto al anifitrión. En un sistema democrático comprometido con la libertad de expresión, puedes recomendar un código estilístico, pero nunca imponerlo. El problema, queridos míos, es que todos esos que salieron hace unos días como fieras a defender el traje gris de Felipe VI son los mismos que pedían la cabeza de Gustavo Petro por no enfundarse un frac para una cena con los reyes de España. Quizá el colombiano hubiera tenido más suerte con toda esta panda de bobos si se hubiera excusado diciendo “en mi país no son costumbre los símbolos oligárquicos”. Porque la discusión, ni entonces ni ahora, era estilística. Sólo clasista.  

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