Música

La Oreja de Van Gogh: arrasan 26 años después, pero aún no se les toma en serio

Enfrascados en una larguísima gira por festivales, la banda vive su enésima época dorada mientras la crítica sigue dándole la espalda: seis periodistas musicales analizan los motivos detrás de un fenómeno infravalorado

Álvaro, Haritz, Pablo, Leire y Xabi conforman La Oreja de Van Gogh. /

Álvaro, Haritz, Pablo, Leire y Xabi conforman La Oreja de Van Gogh. / / ARCHIVO

Pedro del Corral

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Qué difícil es afrontar el desamor mientras, ahí, de fondo, como si de un dios se tratase, La Oreja de Van Gogh relata la historia que tantas noches te ha robado. Tienen el cancionero más almibarado del pop español, es cierto. Pero también el más afilado, pues no hay mayor angustia que verse reflejado en uno de sus temas. “La vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor”, dicen en Puedes contar conmigo. Jamás han aspirado a hablar del universo, sino de aquellos pellizcos en el corazoncito que pueden llegar a ser tan grandes como éste: enamorarse en el autobús (El 28), afrontar una ruptura (Dulce locura) o soñar con reencontrarse (Inmortal). Tormentos que, abrazados por melodías memorables, de sonido vitalista y arreglos rotundos, han permanecido en el subconsciente de una España poco dada a reconocer su magnitud. Aunque llevan 26 años acogiéndonos en sus letras, la crítica aún no les ha dado el lugar merecido. Sobre todo, cuando Leire, Xabi, Pablo, Álvaro y Haritz han logrado lo más difícil en la música: trascender.

No viven de la nostalgia, siguen en forma tocando por los festivales más punteros. Citas con un público lo suficientemente heterogéneo para darse cuenta de que lo suyo ha traspasado generaciones. De ahí que no sólo esperen clásicos como Cuídate20 de enero y París, los más jóvenes prefieren El último valsLa niña que llora en tus fiestas y Verano. Están en plena vigencia. De hecho, tienen previsto lanzar nuevo disco a principios de 2025. Una trayectoria dorada que nunca ha decaído. Los datos lo avalan: La Oreja de Van Gogh es el primer grupo español en superar los 16 millones de oyentes mensuales en Spotify. No bajan de los 10 desde abril de 2023 y, tras la aparición de Amaia Montero en el concierto de Karol G, Rosas ha entrado en los tops de 20 países. Un fenómeno que, Grammy Latino y Ondas mediante, no ha contado con el aval de la prensa. Quizá, por ello, el Premio Nacional de las Músicas Actuales aún se les resista. Curioso, ojo, cuando han puesto la banda sonora a la España del siglo XXI. A lo cotidiano que nos define. Y une.

“Los niños criados en los 90 sabemos que El viaje de Copperpot, ese álbum perfecto, melancólico y luminoso, es nuestra educación sentimental. Este desprecio lo achaco a los prejuicios culturales derechones de un país que se cree más moderno de lo que es. Recordemos que, en aquel momento, le estábamos abriendo las puertas a Aznar como presidente. La Oreja de Van Gogh arrastra un estigma relacionado con el machismo. Sus canciones eran consideradas cosas de chicas: la ternura, la poesía, la sentimentalidad… Nada de chulería, sexualización ni canalleo. Algo menor para el crítico dominante, macho y elitista. Siempre ha sido más fácil tomar distancia de lo que las masas aclaman para sentirse especial: ésta es una tara vieja”, explica Lorena G. Maldonado, periodista de El Español. El elepé que menciona es el décimo más vendido en España con 1.100.000 copias. En total, la formación roza los nueve gracias a los ocho títulos que ha editado. Una cifra que la convierte en la más exitosa tras Mecano.

Dicha popularidad, precisamente, es uno de los motivos por los que los prescriptores le dieron de lado. “Fue un fenómeno comercial y, en la época en la que salió su debut, Dile al sol, había una hegemonía del indie en las tribunas especializadas, por lo que se tendía a mirar con desprecio a los artistas que despachaban muchos ejemplares. En la actualidad, si bien estas fronteras se han suavizado, antes estaban muy definidas y ser comercial era sinónimo de haberte vendido a la gran industria”, sostiene Jordi Bianciotto, crítico musical de El Periódico de Catalunya. Tras curtirse en el llamado Donosti Sound, ficharon con Sony y arrancaron una carrera de alto vuelo, lo que les alejó de las escena alternativa que allí se gestó. Le Mans y Family también pasaron por sus tablas, pero sólo La Oreja de Van Gogh sufrió dicho desdén: “Que La Buena Vida vendiera pocos de miles de discos y ellos, un millón, era una señal inequívoca de que los primeros eran los buenos”.

En estado de gracia

Conquistaron su primer número 1 con Soñaré, su segundo sencillo. A partir de ahí han coronado las listas de España y Latinoamérica en innumerables ocasiones. Y lo siguen haciendo: su último proyecto, Un susurro en la tormenta, se convirtió en el más vendido en la semana de su lanzamiento. La crítica, otra vez, cómo no, se mostró indiferente. “Amaral ha tenido un sonido pop rock amable y predecible bastante similar, lo que hizo que fueran vistos con los mismos ojos hasta que acometieron un cambio en su estética y filosofía. Viraron hacia el indie y, sin que su música cambiase, empezaron a ser aceptados por el gremio periodístico como por arte de magia. La Oreja de Van Gogh, en cambio, no ha dado ningún giro”, apunta Nacho Serrano, jefe de sección en ABC. Desde que Eva y Juan publicaron Hacia lo salvaje, las referencias hacia su trabajo se multiplicaron, con reseñas que ponían en valor la capacidad compositiva de un dúo que, igualmente, ha marcado el devenir del pop patrio.

Para Alfonso Cardenal, director del programa Sofá Sonoro en Cadena Ser, los medios han pecado de snobs al tratar de distanciarse de los terremotos radiofónicos: “Rara vez nombres de gran éxito como Estopa, Manuel Carrasco o Malú han recibido la atención y el respeto que merecían. Luego, cuando se separan, las miradas cambian y hoy se ven como clásicos a grupos antes ignorados como Duncan Dhu”. Xabi, Leire y compañía lo han logrado con cortes como PopLa playaCometas por el cieloSoledadDeseos de cosas imposibles… Incluso ahora, a pesar de no alcanzar las cotas de antaño, siguen alumbrando canciones en estado de gracia que, como Me voy de fiesta o Te pareces tanto a mí, recuerdan a aquellas que les encumbraron. Sonar a sus primeras maquetas, ya instaurados en la cuarentena, tras años de carretera, es un mérito que no está al alcance de cualquiera. Sus versos denotan madurez, pero la luz sigue brillando con intensidad.

Políticamente comprometidos

Con el tiempo, se han enfrentado a temáticas tan complejas como el alzhéimer (Estoy contigo), la violencia de género (Tú no vales más que yo), el terrorismo (Jueves), la droga (Perdida)… Siempre con la cordura que les caracteriza. “Su caso es buen ejemplo de lo que sucede habitualmente con el pop, un género que no goza de la mejor reputación. Si echamos un vistazo a Dile al sol, que marcó la línea de todo lo que vendría después, los temas no se parecen entre ellos y ya abordaban cuestiones diversas. Fue un álbum variado, nada baladí y hasta comprometido políticamente”, destaca Laura García, periodista de elDiario.es. Este último matiz resulta importante subrayarlo dado el contexto en el que nació la banda. En el País Vasco de los 90, ETA aún sembraba el horror. Sin embargo, a pesar del miedo, ellos se posicionaron desde el primer minuto con La carta, inspirada en el secuestro de Ortega Lara. No ha sido la única vez que han tratado este asunto: ahí están Cumplir un año menosPromesas de primavera y Sirenas.

En el videoclip de Europa VII, además, utilizan el infame saludo de Franco a Hitler para abordar el antinacionalismo que tanto han defendido. “La vida más pequeña vale mil veces más que la nación más grande que se invente jamás”, canta Leire. “Kortatu, Negu Gorriak y La Polla Records molaban por sus discursos anarquistas. Por contra, las canciones de amor de La Oreja de Van Gogh parecían de gente sosa, previsible y desmovilizada. Algo sorprendente cuando lo que pretendían era una absoluta normalidad para el País Vasco. Fueron valientes por sus posturas socio-políticas. Ahora bien, todas sus composiciones tienen un nivel altísimo. Y, en cuanto quitas el contexto de Euskadi, te das cuenta del talento que les rodea”, expresa Víctor Lenore, responsable de Cultura en Vozpópuli. Tal vez haya llegado el momento de sacudirse la caspa y, sin recelos ni neuras, como ha hecho el público, colocarles en su sitio. Pocos como ellos para hacer de tu vida la canción más bonita del mundo. Aunque, a veces, por muy duros que seamos, duela.