Crítica de cine

Crítica de 'The sweet east': Lillian en el país de las maravillas

Sean Price Williams debuta como director en solitario con un áspero y divertido retrato de la crispación estadounidense vista con los ojos de una Alicia contemporánea

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Simon Rex y Talia Ryder, en 'The sweet east'

Simon Rex y Talia Ryder, en 'The sweet east' / Caramel Films

Quim Casas

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'The sweet east'

Dirección: Sean Price Williams

Intérpretes: Talia Ryder, Simon Rex, Rish, Shah, Ayo Edebiri

Año: 2023

Estreno: 14 de agosto de 2024

★★★★

El currículo de Sean Price Williams como fotógrafo en el cine independiente quita el hipo: ha trabajado con Abel Ferrara, Sean Baker, Michael Almereyda y los hermanos Ben y Joshua Safdie. En su primer largometraje como director en solitario, ‘The sweet east’, remodela la singladura de la Alicia de Lewis Carroll: haciéndola atravesar un espejo figurado, la lanza a bocajarro a las derivas de un país roto, Estados Unidos, y la enfrenta con todo tipo de personajes: un grupo de acción directa, un supremacista blanco, una pareja de realizadores afroamericanos, una engreída estrella cinematográfica blanca, un grupo yihadista que escucha música tecno y una colectividad de frailes.

Hacia el principio del filme, la universitaria interpretada por una irresistible Talia Ryder se harta del viaje de estudios que está realizando con sus compañeros y, frente al espejo del baño de un bar, se pone a cantar. Es la primera y rotunda pista de la filiación entre Lillian y la Alicia de Carroll. Comienza entonces un excéntrico itinerario por Washington, Trenton, Nueva York, Hollywood y Vermont. Lillian hace suyo lo que le cuenta cada uno de los personajes que conoce, mutando de identidad mientras contempla la crispación de todo un país. Especialmente jocosa es la relación con el supremacista, que la acoge en su casa, le presta una sábana con esvásticas y es un gran experto en Edgar Allan Poe.

Cínica y crítica, divertida y áspera, la película cuenta con un Simon Rex pletórico como el supremacista, un visto y no visto de Jacob Elordi riéndose de sí mismo, el diseño de sonido de Dean Hurley –colaborador de David Lynch– y un buen guion de Nick Pinkerton, prestigioso crítico cinematográfico.