Festival de música

Maria del Mar Bonet, la isleña que se comió el mundo en Porta Ferrada

La cantante mallorquina encandiló al público del festival de Sant Feliu de Guíxols con un recital de contornos amplios, arropada por su renovado y poderoso cuarteto

Maria del Mar Bonet,  en el Festival de Porta Ferrrada

Maria del Mar Bonet, en el Festival de Porta Ferrrada / Xavier Casals

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Versos místicos que surcan los siglos y tonadas tradicionales a ras de suelo, fetiches personalísimos y citas muy interiorizadas a autores de la otra orilla del Mediterráneo. Los conciertos de Maria del Mar Bonet nunca se limitan a un único plano, van de un puerto a otro facilitando el recurso de la metáfora, y así fue este viernes en Sant Feliu de Guíxols, en la presentación del concierto ‘Sempre hi ha vent’ en el Festival de la Porta Ferrada.

Recital en el que Maria del Mar Bonet quiso tender la mano a dos voces que aprecia, a las que presentó en la apertura de la noche. La joven cantautora Neus Borrell cantó con sentimiento y clásica pulcritud, acompañada de los arpegios de guitarra de Miquel Joan, citando a Verdaguer y una pieza popular de Córcega, ‘Complanta corsa’. Luego, Borja Penalba, solo con su guitarra, defendió su primer disco en solitario, ‘Giròvag’ (‘A ciutat-K amb Paul Valéry’), y añadió su adaptación del poema inédito que Pere Quart dedicó un día a Bonet, con el título de ‘Jo d’aquesta cançó en dic Ripoll’.

Vistas a oriente

Penalba se quedó en escena, como uno de los cuatro pilares que es de la ahora remodelada formación que Maria del Mar Bonet estrenó hace unos días en Blanes. Tras el arranque con ‘Sempre hi ha vent’, clamando por las canciones que estén por venir, ‘Digues amic’ evocó a Verdaguer y a Llull, y el laúd (de Toni Pastor) fue haciéndose notar tras muchos años de ausencia en los conciertos de la cantante mallorquina (desde que Leonard Cohen se llevó a Javier Mas, allá por 2007). Penalba puede ponerse un poco punk cuando quiere, pero también sonar melodioso con el pequeño ‘guitarró’, entendiéndose amorosamente con el laúd en la pieza popular ‘Voldria tornar bellveure’. Las tonalidades orientales fueron exquisitas en la exploración del deseo de ‘Bir demet yasemen’, ese ‘must’ del álbum ‘Anells d’aigua’ (1985).

En Maria del Mar Bonet siempre flota esa idea de que las islas no son un lugar de reclusión, sino todo lo contrario: nadie en la ‘cançó’ se ha abierto a influjos tan diversos y lejanos como ella. Lo hizo notar a propósito del tema ‘Illa’, de los ibicencos de Projecte Mut. “Se piensa que los isleños estamos atrapados, pero toda la isla es una salida hacia fuera”. Incidió en ello la ‘Amorosa guajira’ de su aventura cubana, ‘Ultramar’ (2018), puente entre las Antillas y Mallorca.

Maria del Mar Bonet a los cuatro vientos, jotera y trovadora, con vistas al arte flamenco (‘Alenar’), fiel a sus ‘cançons d’Horta’ (‘Me n’aniré de casa’) y arrebatada en ‘La cançó de na Ruixa Mantells’ (y en ‘De sentir’, a cuenta del paisano Joan Valent). Y dejando para el final algunas de las cartas más reconocibles, como ‘Per Hipòcrates’, ‘Què volen aquesta gent?’ y ‘La Balanguera’, canciones, en su voz, portadoras de una energía y una carga mágica indestructibles.

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