Patrimonio

Reclaman la protección de una iglesia milenaria situada dentro de una masía de la familia Laporta en el Empordà

Sant Martí del Forn de Vidre, en La Jonquera, fue levantada en el siglo X entre lo que es ahora el Portús y la Jonquera y, aunque es de los pocos ejemplos de cabecera trilobulada en el país, no dispone de ningún tipo de protección

La alcaldesa de La Jonquera, Míriam Lanero, cree que "haría falta una intervención contundente de conservación y restauración" y abre la posibilidad de "explorar con la propiedad la posibilidad de declararlo Bien Cultural de Interés Local (BCIL)"

Iglesia de Sant Martí del Forn del Vidre, en La Jonquera

Iglesia de Sant Martí del Forn del Vidre, en La Jonquera / JORDI MESTRE

Cristina Vilà Bartis

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Entre el Portús y la Jonquera, entre la N-II y la vía del TGV, se levanta una masía del siglo XVIII que se encuentra deshabitada desde hace treinta años y medio en escombros. Casi medio escondida en su interior, se levanta una iglesia primitiva, prerrománica, milenaria, del siglo X, uno de los pocos ejemplos que sobreviven en Catalunya de templos con estructura de cabecera trilobulada. Es Sant Martí del Forn de Vidre, propiedad de la familia Laporta. El filósofo Max Pérez y el fotógrafo Jordi Mestre, que llevan unos años defendiendo la necesidad de preservar el patrimonio románico del Empordà y hacerlo más accesible, creen que este es un caso urgente, ya que el monumento, tal y como ratifica el Inventari del Patrimoni Arquitectònic de Catalunya, "no tiene ningún tipo de protección" y presenta un estado muy delicado de conservación. Preguntada por la cuestión, la alcaldesa de La Jonquera, Míriam Lanero, comparte que "haría falta una intervención contundente de conservación y restauración, sacando los escombros de las partes añadidas de la masía y dejando a la vista los elementos prerrománicos existentes, así como los tres ábsides, todavía de pie".

El filósofo y farmacéutico figuerense Alexandre Deulofeu fue de los primeros en hablar de esta iglesia en tiempos modernos, recuerda Max Pérez. Lo hizo en el libro 'L'Empordà, bressol del art romànic' (1961). Entonces ubicó la iglesia en un mapa, junto a otras construcciones de transición al arte románico, datadas entre el siglo VII y la primera mitad del IX. Desde entonces ha llovido mucho y, sobre todo, la masía ha quedado desierta, lo que ha avanzado su deterioro. "Ahora presenta un estado ruinoso, lleno de pintadas, con los techos derrumbados, ninguna ventana cierra, las puertas abiertas", clama Jordi Mestre, quien admite que no han intentado contactar con los propietarios porque, dicen, no es eso lo que buscan sino "hacer conciencia, despertar a la gente para que hagan algo". En este sentido, Míriam Lanero, alcaldesa de La Jonquera, término en el que se encuentra la masía, ha abierto la posibilidad de "explorar con la propiedad la posibilidad de declararlo Bien Cultural de Interés Local (BCIL) para poder acceder a subvenciones por su rehabilitación". Esta protección, pero también debe ser solicitada por los propietarios.

Centro de interpretación del románico transfronterizo

Uno de los usos que defienden Pérez y Mestre para esta iglesia, teniendo en cuenta su emplazamiento estratégico, en la puerta de entrada a Catalunya y el Empordà y en uno de los municipios con más tesoros románicos, es hacer un centro de interpretación del románico transfronterizo, hoy en día inexistente en la comarca aunque existen más de ciento treinta iglesias de este período. Tanto Pérez como Mestre siempre han defendido que este patrimonio es una riqueza del país que debe preservarse y que "su conservación y difusión" es una tarea que corresponde a los ayuntamientos. También su divulgación, un déficit que han constatado. "El único pueblo del Alt Empordà que hemos visto que tiene el patrimonio un poco ordenado en su página web es Llançà", dice Mestre. A su juicio, los consistorios no pueden excusarse de que ese patrimonio sea de titularidad del Obispado porque "este hecho es circunstancial por motivos históricos, pero esto es un patrimonio del pueblo, del país".

Esta cuestión, dice Jordi Mestre, la entendieron muy bien en Sant Miquel de Fluvià que, desde hace unos años, luce orgulloso su patrimonio histórico. También en Ventalló donde, después de iniciar una campaña que puso en evidencia la fragilidad de las pinturas de la iglesia románica de Sant Andreu, en Vila-robau, el ayuntamiento logró su cesión durante cuarenta años por parte del Obispado y poner en marcha un proceso de consolidación y restauración.

Una leyenda

En el caso de la iglesia de Sant Martí del Forn del Vidre, según se describe en la obra 'Catalunya románica', recibe este nombre de un antiguo horno de vidrio que había habido en la masía. Además, se constata que no hay noticias documentales conocidas o publicadas que se refieran a esta iglesia aunque Francesc Monsalvatje recogió varias tradiciones como la leyenda del ciclo carolingio según la cual Carlomagno había levantado una iglesia dedicada a san Martín después de vencer los árabes. Otras versiones, se dice, identifican la iglesia carolingia con Sant Martí de Fonollar, al otro lado de los collados de la Albera; o bien lo identifican con otras dos iglesias, suponiendo que Carlomagno había erigido dos templos en san Martín de Tours, uno en cada vertiente de la Albera. El propio autor menciona la creencia de que la iglesia había pertenecido a la orden de los templarios. También cree que la iglesia podía haber estado antiguamente dedicada a la Trinidad y esto lo liga con la existencia de un pedrón oratorio, del siglo XVII, a unos 100 metros a mediodía de la iglesia. Nada de esto se ha confirmado vía documental, pero el fotógrafo Jordi Mestre asegura que, sólo por la antigüedad, ya merece un estudio y ser protegida.

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