Entrevista

Helena Cánovas estrena ópera en Peralada: "Ojalá siga teniendo oportunidades en mi país"

La compositora catalana de 29 años presenta el 8 de agosto su primera ópera, 'Don Juan no existe', en el Festival de Peralada

Peralada apuesta por las mujeres y la ópera de nueva creación con 'Don Juan no existe'

Helena Cánovas Parés, compositora.

Helena Cánovas Parés, compositora. / Shooting

Marta Cervera

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A sus 29 años la compositora Helena Cánovas Parés está a punto de estrenar su primera ópera de cámara en el Festival de Peralada. Nació en Tona en una familia no musical y estudió en Zaragoza antes de poner rumbo a Alemania. Actualmente, reside y trabaja en Colonia pero lleva semanas de intenso trabajo sumergida en los ensayos de 'Don Juan no existe', una ópera feminista que transcurre en dos épocas diferentes: 1924 y 2024. La obra pone en tela de juicio un mundo que tiende a invisibilizar o silenciar el legado de las mujeres.

¿Cuánto tiempo ha dedicado a la ópera?

Llevo tres años pensando en ella. Es la pieza a la que le he dedicado más años. Hay pocas cosas en mi vida que se han mantenido constantes a lo largo de este tiempo. Una de ellas es 'Don Juan no existe'.

¿La idea de centrarla en una autora invisibilizada cómo surgió?

De lecturas y de perderme en el laberinto digital en busca de autoras de las que no sabemos nada. Una de ellas, Carmen Díaz de Mendoza Aguado, la condesa de San Luis, me interesó especialmente. En Wikipedia la describían como una mujer católica, feminista, pacifista, asesora de Primo de Rivera, escritora y fundadora del Liceo Feminista de Madrid que tiene dos obras, 'La pasión ciega' y 'Don Juan no existe'. Enseguida pensé era un buen título para una ópera. Lo malo es que no queda rastro del texto.

¿Cómo ha sido vivir la transformación de llevar su obra de la partitura a la escena?

He estado en cada ensayo y el primero fue casi como un examen porque hay un proceso paralelo que me permite ver dónde he acertado como compositora en la notación, en la forma... Es algo muy interesante de descubrir y también las propuestas personales de cada uno de los intérpretes, desde el ensamble instrumental hasta los cantantes. Todo toma otra dimensión en la sala de ensayos donde descubres por primera vez la obra de manera más grupal.

¿A los Cosmos Quartet ya los conocía?

Sí, tanto a ellos como a la saxofonista Helena Otero y al percusionista Miquel Vich, que completan el conjunto. Con Miquel había colaborado a través de Frames Percussion. Todos son músicos fantásticos. Es una suerte contar con ellos.

¿Cómo ha utilizado las voces, qué tratamiento les da en su primera ópera?

Uno de los pilares de mi música es que sigo trabajando e investigando mucho a partir de la harmonía. Me interesa el timbre y el ruido, a menudo con la electrónica pero también con los instrumentos. Pero la voz se mantiene lírica, es muy cantada. Diría que exploro cómo poder seguir cantando sin el peso del pasado.

¿Qué quiere transmitir con las voces?

Quiero que los cantantes que son buenísimos luzcan su voz. Por eso quiero que se puedan apreciar. He buscado nuevas formas a través de la interválica y de la fragmentación para encontrar una cosa melódica y lírica.

Entonces, ¿el público no debe asustarse?

Para nada. Es obvio que hay sonoridades desconocidas y un tipo de tratamiento formal que es bastante diferente. Por ejemplo, no hay obertura. No es por voluntad de innovar sino que sencillamente es lo que le va mejor a este texto. Es música contemporánea con electrónica en vivo de la que me ocupo yo y que amplía las voces y los instrumentos hacia un espacio virtual en determinados momentos. Pero las sonoridades solo son poco amables cuando lo han de ser. Lo uso puntualmente y con sentido porque en esta obra se encuentran lo presente y lo ausente, lo real y lo virtual.

Natalia Labourdette y David Oller en un ensayo de 'Don Juan no existe'.

Natalia Labourdette y David Oller en un ensayo de 'Don Juan no existe'. / MIQUEL GONZÁLEZ/SHOOTING

¿No intenta que los cantantes hagan lo imposible?

No. Con ellos he hecho un trabajo individual, cambiando o modificando cosas. He tenido en cuenta sus sugerencias aunque la obra no deja de ser un reto para ellos dentro de las posibilidades de su instrumento.

Vive en Alemania. ¿Planea volver o es mejor quedarse allí para desarrollar su carrera?

Es una pregunta eterna. Alemania me ha aportado muchas oportunidades, pero en los próximos años me gustaría explorar nuevos lugares. Me tienta más ser nómada que quedarme fija en un lugar. Mi casa tiene más aspecto de armario caro que de hogar porque viajo mucho, algo que me enriquece como persona y como compositora. Ojalá siga teniendo oportunidades en mi país como todas las que he tenido fruto del Premio Carmen Mateu. Gracias a él recibí mi primer encargo. Esta ópera es un sueño.

¿Cómo llegó a la música?

Empecé con Montse Campderrós, una profesora que daba clases en su garaje porque en Tona no había escuela de música. También aprendí en el coro de voces blancas del colegio con el que vinimos a cantar al Palau. A los 14 años empecé grado medio de piano pero no me gustaba. Yo quería hacer composición pero no lo recomendaban en el Conservtorio de Vic. Por suerte mis padres, viendo mi tozudez y a pesar de no entender nada de la música que hacía, me dejaron hacer. No fui a la Esmuc es porque pensé que no podía ir: allí solo iba gente impecable. A mí nadie me animó a estudiar composición, más bien al contrario. Pensé que en el Conservatorio Superior de Música de Aragón me iría mejor. Y así fue.