ARTE

Si no puedes comprar arte, alquílalo: así funciona el mercado del arrendamiento de obras artísticas

Nuevos proyectos empresariales permiten a los artistas rentabilizar su creación sin venderla

Proyecto de Arspect para oficinas en Londres.

Proyecto de Arspect para oficinas en Londres. / Arspect

Analía Plaza

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Belén Polanco es experta en arte y promotora de la feria de arte contemporáneo Just Mad. Desde hace un tiempo se dedica, además, a buscar clientes para artistas e instituciones que alquilan obras.

"Un ejemplo es el pintor Kike Garcinuño, que es muy bueno. Hay gente que no puede comprar su obra y la alquila. Los clientes dejan una garantía y se lo alquilan por un tiempo y dinero determinados", cuenta. "También hay instituciones. Tú, por ejemplo, quieres una escultura de Botero pero no te la puedes comprar. Hay empresas que te la alquilan, aunque te piden garantías superiores porque son obras de precios altísimos. El alquiler no es barato, pero sí más asequible: no es lo mismo pagar cinco millones que 200.000 euros. La gente pacta si alquila por tres, seis, nueve meses o un año y cambia constantemente de obra".

El alquiler de obras de arte no es nuevo, pero sí, según los consultados y a tenor del número de proyectos dedicados a ello que han surgido recientemente, una tendencia al alza.

"Lleva unos tres o cuatro años y cada vez atrae a más gente", continúa Polanco. "Al inversor en arte no le interesa esta modalidad porque compra para luego vender. Pero a quienes realmente les gusta el arte para tenerlo en casa o en el despacho les atrae mucho, porque pueden ir rotando y no tener siempre la misma decoración".

El alquiler de obras de arte no es nuevo, pero sí, según los consultados y a tenor del número de proyectos dedicados a ello que han surgido recientemente, una tendencia al alza.

"Lleva unos tres o cuatro años y cada vez atrae a más gente", continúa Polanco. "Al inversor en arte no le interesa esta modalidad porque compra para luego vender. Pero a quienes realmente les gusta el arte para tenerlo en casa o en el despacho les atrae mucho, porque pueden ir rotando y no tener siempre la misma decoración".

Sus contratos, cuenta, incluyen la posibilidad de comprar la obra después. Al estar especializado en clientes de alto poder adquisitivo, los precios empiezan en 600 euros al mes. Aun así, su verdadero negocio está en la gestión de carteras de arte. "Tratamos las obras como activos financieros de un fondo de inversión. Generamos informes, hacemos seguimiento trimestral de su rentabilidad y riesgo... Hemos bancarizado el arte. Dentro de esto, el negocio del alquiler es residual en la cuenta de resultados".

Alto nivel

Fidelitas Arte, del grupo de empresas del mismo nombre, es una de las instituciones para las que trabaja Polanco. El perfil de sus clientes es muy elevado, asegura su fundador Rubén Puga. "Yo he sido banquero, director de banca privada durante muchos años", cuenta a El Periódico de España. "Esto es una empresa financiera en la que el activo es el arte. Trabajamos para los bancos y los clientes de la banca privada y representamos a quinientos artistas".

Puga alquila obras a empresas que quieren decorar sus sedes corporativas, pero también a particulares, una modalidad menos extendida. "Hay particulares que quieren alquilar las obras para tener cierta rotación en sus viviendas de lujo", dice. "Somos asesores. Un ejemplo: trabajamos con futbolistas que vienen, están un año en Madrid y luego se van a otro equipo, así que alquilan".

Sus contratos, cuenta, incluyen la posibilidad de comprar la obra después. Al estar especializado en clientes de alto poder adquisitivo, los precios empiezan en 600 euros al mes. Aun así, su verdadero negocio está en la gestión de carteras de arte. "Tratamos las obras como activos financieros de un fondo de inversión. Generamos informes, hacemos seguimiento trimestral de su rentabilidad y riesgo... Hemos bancarizado el arte. Dentro de esto, el negocio del alquiler es residual en la cuenta de resultados".

Los artistas rentabilizan su obra

Para los artistas, el alquiler de su obra supone la posibilidad de tener "una rentabilidad constante". Esta fue la idea con la que Josep Arguimbau creó Arspect, una plataforma fundada en 2020 que trabaja con alrededor de cincuenta artistas.

"Yo estudié Derecho, pero venía de relacionarme con artistas. Y decía: ¿por qué no hacemos algo para ayudarles? El sector del arte tiene sus estructuras, unos actores muy organizados. Quisimos buscar una dinámica que ayudara a los artistas a rentabilizar su obra y les diera visibilidad en otros espacios", cuenta. "Al mismo tiempo, así acercas el arte a otras personas. En el sector del arte hay galerías, coleccionistas... y a la gente normal le da como miedo entrar. Hay una sensación de exclusividad, de que tienes que entrar con un maletín lleno de dinero. Vimos que había un espacio interesante para unir los dos mundos".

El perfil de cliente de Arspect es el corporativo, no el particular. "Trabajamos con grandes empresas con sedes de varias plantas que alquilan quince o veinte piezas y también con otras mucho más pequeñas que tienen una sola obra en la pared", añade Arguimbau. Otro tipo de cliente es el audiovisual: productoras que van a grabar un anuncio o serie. Sus precios empiezan en cuarenta o cincuenta euros al mes y se calculan a partir del valor total de la pieza. De esos, un porcentaje va para la empresa y otro para el artista. El fundador prefiere no revelar el dato exacto, aunque asegura que el artista se lleva "un porcentaje elevado".

"El artista pone un precio de venta en el que no intervenimos. Lo fraccionamos en mensualidades e incluimos nuestra comisión para sacar el precio del alquiler", continúa. Las obras van aseguradas. En estos cuatro años de vida, han alquilado "decenas" de obras. De momento, no se plantean entrar en el cliente particular. "Se nos han acercado algunos, pero para un particular pagar 40 o 50 euros al mes por obra es un coste elevado. Si tienes cierto poder adquisitivo, puedes, pero mucha gente tiene artistas amigos y prefieren que el arte les llegue por ahí".

En una línea parecida a Arspect montaron Nando Abril y Oyer Corazón Rentgoodart, una pequeña startup de alquiler de arte. Oyer Corazón es hijo del reconocido diseñador español Alberto Corazón.

"Dejó un legado muy extenso", cuenta Abril a este diario. "Sus obras son caras y sacarlas al mercado hace que pierdan valor. Pensamos: ¿cómo podemos hacer que salga al mercado y tenga acceso todo el mundo? Le dimos una vuelta y creamos este modelo de negocio inspirado en otras startups de alquiler".

En 2022, los emprendedores acudieron a una feria de arte a Bilbao en la que descubrieron que no había mercado en el cliente particular, pero sí, como ya había detectado Arspect, en el corporativo. Trabajaron con algunos hoteles y restaurantes hasta que dejaron el proyecto en pausa. "Ahora mismo está todo montado, pero en la nevera. Estamos esperando a que haya un time to market y creo que ahora se dan las condiciones. Hay bonanza, hay mucha reforma y ahora triunfaría en interiorismo, pero necesita su recorrido".

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El holandés Hans Hoetnik es un veterano del sector: lleva treinta años alquilando arte a empresas españolas a través de su empresa Esfera del Arte. "Al mundo creativo le ayuda, porque los artistas tienen mucha obra en sus galerías. Esto es una forma de moverla", dice. "Y a las empresas les sirve para decorar sus oficinas". Hoetnik trabaja con medio centenar de artistas y cree que, pese al movimiento del mercado, antes era más fácil encontrar empresas dispuestas a alquilar. "Las estructuras empresariales han cambiado y ahora todo es más complejo y pasa por más filtros".

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