Música en verano

Los Secretos, un hilo indestructible de emoción en el festival Mar d’Estiu

El grupo madrileño desplegó su catálogo de clásicos pop con pulcritud y sentimiento, evocando al malogrado Enrique Urquijo, en la primera edición del festival de Santa Susanna

Concierto de Los Secretos en el Festival Mar d’Estiu. FOTO FERRAN SENDRA

Concierto de Los Secretos en el Festival Mar d’Estiu. FOTO FERRAN SENDRA / "FERRAN SENDRA "

Jordi Bianciotto

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Si hay una banda española que representa una idea de sobriedad en torno al pop, desplegando una larga obra con buenos alimentos y al margen de las modas, es Los Secretos. Bien podrían estos madrileños haber tirado la toalla cuando perdieron a su cantante y compositor principal, Enrique Urquijo (en 1999), pero ya llevan más tiempo sin él que con él, y el vehículo se mantiene sólido en conciertos como el que ofrecieron este domingo en el festival Mar d’Estiu.

La muestra del Maresme, heredera de Arts d’Estiu y sita en el Torrentó de Can Gelat, en Santa Susanna, atrajo a 1.200 personas, según The Project, con un cartel de consumados contadores de historias que abrió Dani Flaco, ‘singer-songwriter’ de Bellvitge, con sus estrofas sobre encrucijadas urbanas, corazones rotos y efusiones erótico-festivas. Ahí estuvieron ‘La verbena de su piel’, ‘Versos y madera’ (que grabó con Manolo García) o ‘Secretos de sumario’, piezas que cantó con su voz rasposa y tierna, arropado por los competentes Pepo López (guitarras) y Miguel Ballester (batería). “¡Rock’n’roll acústico!”. Y un poco de porno-canción en ‘Corazón en bancarrota’. “Mi lengua de excursión bajo tu falda”.

Los raritos de la ‘movida’

Los Secretos entraron en acción con el número pop ‘Buena chica’ y el medio tiempo ‘La calle del olvido’, uno de esos temas que nos recuerdan cómo su gusto por el country y las cuidadas armonías vocales hicieron de ellos unos raritos en el marco de la ‘movida’ madrileña (quizá porque, en el fondo, eran los más normales y aseados). Formato completo, de sexteto, con Álvaro Urquijo ejerciendo de líder elegante y agradecido, y puntos de anclaje en las filigranas de guitarra con vestigios ‘bluesy’ de Ramón Arroyo y los detallistas teclados de Jesús Redondo.

Ellos siempre han sido una panda de sentimentales, trazo que el paso del tiempo tiende a acentuar si cabe: ‘Si pudiera parar el tiempo’ (de su último álbum, ‘Mi paraíso’, 2019) apunta a creadores añorados como Bowie o Petty. “Nuestros ídolos, pobrecitos, van muriendo y no hay un relevo a la altura”, observó Urquijo, muy atento a situar contextos y a recordar motivaciones. La medio campestre ‘No me imagino’ fue la “culpable” de que los echaran de su primera discográfica, contó. “Nos dijeron que olía a vaca y que no teníamos talento ni futuro”.

Hubo éxitos, pero también fondo de catálogo y algunas versiones, como ‘Échame a mí la culpa’ (conocida vía Albert Hammond) y ‘Ponte en la fila’ (Ron Sexsmith). Selección muy escorada hacia los 80 y 90, y una sentida ‘Aunque tú no lo sepas’, pieza que Enrique Urquijo grabó con su otra banda, Los Problemas. Se diría que él sigue ahí, flotando en el local de ensayo de Los Secretos, y que el luto no se extingue del todo, y que eso les da ánimos y calor.

Movidos, tal vez, por su recuerdo, revivieron con todo el mimo ‘Quiero beber hasta perder el control’, ‘Ojos de gata’, ‘Déjame’… y ese ‘Te he echado de menos’ que un día Álvaro le dedicó. Y una ‘Margarita’ improvisada por las peticiones de unos fans. Más allá del ego, Los Secretos parecen estar aquí para complacernos, casi como un exquisito servicio público.

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