Estrenos de cine

Crítica de la película 'Longlegs': El horror puesto en escena

'Longlegs', la película más aterradora del año: asesinatos, verdades incómodas y un perturbador Nicolas Cage

Maika Monroe, en un fotograma de ‘Longlegs’.  A la dreta, el director del film, Oz Perkins.

Maika Monroe, en un fotograma de ‘Longlegs’. A la dreta, el director del film, Oz Perkins.

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'Longlegs'

Director: Osgood Perkins

Intérpretes: Maika Monroe, Nicolas Cage, Alicia Witt, Blair Underwood ...

Género: Terror

Estreno: 2/08/24

★★★★

'Longlegs' supone, dado el éxito en Estados Unidos, el reconocimiento definitivo de Osgood Perkins ('La enviada del mal'), quien hasta ahora no había roto el techo de cineasta de culto. Pero era un cineasta de culto, y, resumiéndolo mucho, las razones de ese culto eran una forma atípica de abrazar los géneros del terror, una concepción del relato (estructura, ritmo, personajes) alejada de las convenciones, una escurridiza y a la vez perturbadora reflexión sobre el mal como algo abstracto e incontrolable y, sobre todo, una preocupación evidente por poner en escena el horror. Quizá esto último sea lo más llamativo, básicamente porque no es práctica común en el terror contemporáneo.

Perkins pone en escena, piensa las imágenes y es tan creativo en su concepción del plano cómo en su manera inesperada de resquebrajarlo. El 'Longlegs' vuelve a estar todo eso. Y, en sus aproximadamente primeros cincuenta minutos (y eso son muchos minutos), llevado al límite. Quizá la primera mitad de este cruce de 'thriller' y película de terror, con mucho de reinterpretación de 'El silencio de los corderos' (1991), sea lo mejor que ha rodado Perkins, empezando por un magnífico prólogo. Todo en esa parte funciona: la representación esteticista, alucinada y extrañamente sosegada de los escenarios de la historia, la psicología hermética de la protagonista (Maika Monroe) y la presentación dosificada de Longlegs (Nicolas Cage), el monstruo, y el incomodísimo choque entre su naturaleza grotesca (magnífico diseño de personaje) y la contención del resto.

También es muy estimulante la forma en la que el mal se cuela en las imágenes o las rapta, aunque estaría por confirmar, en futuros visionados, si esos raptos visuales siniestros, esas estampas independientes, se sostienen en el tiem-po como representaciones del mal o cumplen una mera función cosmética. En un punto 'Longlegs' se precipita y su resolución resulta un poco frustrante. No porque no funcione, sino porque Perkins abandona las ideas más estimulantes (las más misteriosas, las más terroríficas) para ir sobre seguro. Pero esas ideas siguen ahí y son demasiado buenas co-mo para no perdonarle el desliz.