Crítica

'Folclor', talento cubano en Peralada

Los jóvenes bailarines de Acosta Danza mostraron su calidad técnica y versatilidad en un variado programa

Marta Cervera

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El público en pie y una calurosa y merecida ovación despidió el viernes la primera función de las dos que Acosta Danza presenta en Peralada este fin de semana. El regreso de la compañía cubana que dirige Carlos Acosta demostró la calidad y versatilidad de unos jóvenes y talentosos bailarines cuyos cuerpos ágiles y flexibles fluyeron en sintonía en las tres piezas presentadas. Abrió el programa 'Paysage, soudain, la nuit', una alegre y fresca propuesta de conjunto de Pontus Lidberg que transporta al espectador al interior de la isla de Cuba con ritmos suaves y movimientos orgánicos donde la danza contemporánea se impregna de la tradicional acompañada de una deliciosa música de guitarra de Leo Brouwer para el día y una melodía de Stefan Levin para la noche. Tanto en grupo, como en dúos o tríos, los bailarines transmitían vitalidad y 'joie de vivre'.

La segunda pieza, 'Soledad', fue muy diferente. El exigente dúo de tintes dramáticos de Rafael Bonachela reflejaba la tensión entre una pareja donde ya no queda amor a través de diferentes escenas, cada una de ellas con una música diferente. Patricia Torres y Enrique Corrales bordaron esta exigente dúo con momentos de pasión, de dolor, de rabia y de violencia. Totalmente entregados reflejaron todos los matices que subrayan una banda sonora con temas como 'La Llorona' de Chavela Vargas y 'Homenaje a Piazzolla', de Gidon Kremer. Una intensa pieza que fue muy aplaudida, incluso antes de acabar. En El Mirador el público están muy cerca de los intérpretes -algunos más que otros, mejor evitar los extremos- en esta sala con capacidad para 370 personas repartidas a ambos lados del escenario. Esperemos que Peralada recupere pronto su escenario al aire libre.

Rebelión

En 'Híbrido', la última pieza, el conjunto volvió a brillar con una obra potente de conjunto creada por el tándem cubano Norge Cedeño-Thais Suárez. La libertad frente a un sistema opresor se enfrentan en esta obra que cuenta con un mínimo de escenografía: dos diagonales rojas en suelo y unas cuerdas colgando al fondo. En ella los bailarines se rebelan contra las ataduras y el orden impuesto en un mundo gris y oscuro para acabar bailando al ritmo de alegres percusiones. La danza contemporánea muy física y acrobática que desplegaron enganchó a los espectadores en esta pieza de aires futuristas y oscuros, especialmente el dúo que se formaron la elástica Liana Taly y el fornido Alejandro Silva que la lleva enroscada en la nuca.

Acosta Danza aúna la perfección tanto la danza clásica, la soltura de la danza afro y popular de su tierra y los vértices de la contemporánea. Carlos Acosta, exestrella cubana del Royal Ballet que inspira esta compañía, quería que su compañía tuviera un sello propio y lo están logrando. Conociendo la situación en Cuba es un sueño hecho realidad. Esperemos que dure porque es un lujazo poderlo disfrutar.

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