Rita Payés, el gran salto (con red) de la chica del trombón

La trombonista adolescente que comenzó a andar con la Sant Andreu Jazz Band (cuna también de Andrea Motis, cuatro años mayor) y que debutó en el estudio de la mano de Joan Chamorro da paso al frente, oficializando su acceso a la edad adulta como artista integral a sus 24. Este álbum es su estreno en solitario, tras los dos que elaboró con su madre, la guitarrista Elisabeth Roma, y a la vez es el primer disco que contiene exclusivamente composiciones suyas, como lo son también (casi) todos los arreglos, complejos y delicados.

Atrás quedan los repertorios ajenos, de los creadores que la han alimentado: Bola de Nieve, Ariel Ramírez, Heitor Villa-Lobos, Chico Buarque, el tándem Jobim-De Moraes… La estela de todos ellos se puede advertir en el álbum, que se deja influir por esos aromas del otro lado del Atlántico, afrolatinos y brasileños, en contacto con el jazz, la trova a voz y guitarra, el pellizco del swing. Pero ‘De camino al camino’ traza un rumbo propio, difuminando las fronteras entre los géneros tal como hace una Sílvia Pérez Cruz, figura que se adivina influyente (y que interviene en un tema, ‘El panadero’, suerte de reconocimiento de la generosidad).

Un bucle infinito

El ‘camino’ en cuestión es la imagen a la que Rita Payés se acoge para transmitirnos una idea de bucle infinito de aprendizajes en el que consiste la vida, entendiendo que es cada estación y cada experiencia lo que precipita el disfrute y lo que da sentido a nuestro paso por este mundo. Para todo eso en música, da protagonismo a un cuarteto de cuerda que tanto puede entenderse con las percusiones ‘afro’ de ‘El cervatillo’ como dibujar un desnudo formato de cámara en ‘Tantas cosas’.

Pero son muchas las fuentes de sonido, empezando por esas guitarras cristalinas, de Elizabeth Roma o de Yeray Cortés (en ‘Por qué será’, tema teñido con ecos de canción criolla y copla), aliándose con las voces invitadas de Lau Noah y Lucía Fumero en piezas etéreas y envolventes como son ‘No és la llum’ y ‘Juna’ (inspirada en sus hijas). Está el piano de Toni Vaquer, centrando los focos de la improvisada sección central de ‘Se transformará’, la pieza más larga y aventurada (7’ 14’’), marcada por el empaque del swing. Y, por supuesto, el trombón de la protagonista, que se cuela, por ejemplo, en ese tema que rompe cuadrículas llamado ‘Benvingudes’. Y su voz, serenamente acrobática en otra de las piezas clave del álbum, ‘Si estás tú’.

Con todo ello, ‘De camino al camino’, con su producción de Juan Rodríguez Berbín (Seward, etcétera), resulta ser una obra frondosa y concienzuda, y no pone las cosas difíciles al oyente, aunque lo lleve de escalada a altas cimas. Canciones rigurosas, sensuales y luminosas, que fluyen con extrema naturalidad, consumando el siempre loable propósito de hacer que lo difícil parezca sencillo. J. B.

Otros discos de la semana

Los británicos desafían todo prejuicio sobre la longevidad de una banda de hard rock con otra obra apreciable, de nuevo con Bob Ezrin a los mandos. No puede ser un nuevo ‘In rock’, pero, ahora con la guitarra del cuarentañero Simon McBride, dispensa chispazos de emoción en temas como ‘A bit on the side’, ‘Pictures of you’ o ‘No money to burn’, con un Ian Gillan expresivo y resabiado más allá de la erosión natural de su garganta. Sabe a pequeño milagro. J. B.

El quinteto de Filadelfia rompe un silencio de seis años con un disco de aire reposado y aroma hogareño (está grabado en parte en una cabaña en medio de un bosque) que no aporta nada muy nuevo a su estimable catálogo pero que complacerá a todos aquellos que aprecian su don para las melodías, la sutileza de sus arreglos y el ingenio de sus juegos vocales. El 'single' 'Talk is cheap' parece un clásico de su repertorio; la balada soul 'Fine white lies' debería serlo. Rafael Tapounet