Crónica

Un brillante Sergio Bernal demuestra su poderío en ‘Ser’

El espectáculo del bailarín y coreógrafo madrileño acaba con el público puesto en pie tras una hora de emociones

'Ser', espectáculo de danza de la Compañía Sergio Bernal

'Ser', espectáculo de danza de la Compañía Sergio Bernal / JORDI OTIX

Pablo Meléndez-Haddad

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He aquí un espectáculo ideal para iniciarse en el ballet y en la danza española. En 'Ser', de la Sergio Bernal Dance Company, con coreografías principalmente del propio Bernal, la fusión de diferentes lenguajes, estilos y géneros ofrecen una panorámica del arte en torno al movimiento que acaba con el público entusiasmado.

'Ser' no puede entenderse sin tener en cuenta la trayectoria vital de Sergio Bernal. Bailaba desde que era un crío. El madrileño comenzó a dar sus primeros pasos de baile con su hermano gemelo, cuando su madre les apuntó a clases de danza. Tras formarse y pasar por varias compañías, con 21 años ya era solista del Ballet Nacional de España y tres temporadas más tarde se consagraba como primer bailarín de la compañía. Hoy, con casi 34 años, ha sabido fusionar la esencia de la danza española con el clásico, el neoclásico y la 'modern dance', y ha visto cumplirse un sueño: crear su propia compañía. Bernal sabía que en su cuerpo había anidado un caldo de cultivo de un lenguaje único, y es ese el que empapa ‘Ser’.

Tomando como base una lluvia de emociones diversas nacidas de sus propias experiencias, de historias alegres y de otras no tanto, un Bernal magnético se quita las etiquetas para llenar este espectáculo de una técnica eficaz y una mirada abierta, sin perder una línea propia del clásico que eleva su concepto de la danza española a un apartado renovado, con un vocabulario personal que sabe mirar al pasado, dando una vuelta de tuerca y atrapando al público en momentos como los que crea en ‘Jealous’ o, en un salto mortal, en ‘Spring’ y ‘I will not forget you’, neoclásico puro, o en ‘El Cisne’, un guiño al clásico de Fokine/Saint-Saëns pero desde su propia perspectiva, actual y renovada, y de una belleza sobrecogedora.

Bernal brilla en esta explosión de formatos, emociones y energía con la que llenó el escenario con solos, pasos a dos y a tres sobre música de, entre otros, Vivaldi/Max Richter, Daniel Jurado o palos flamencos, con varias escenas con música en directo y una iluminación espectacular. El bailarín y coreógrafo se muestra en óptimo estado, con un dominio absoluto del cuerpo, elongación espectacular, control de brazos, pies y piernas, generando siempre movimientos bien planteados, saltos límpidos y giros bien definidos. Le secundan en escena el bailarín catalán Carlos Romero y las bailarinas Cristina Cazorla y Ana Sophia Scheller, cómplices de este arrebato de expresividad y de saber hacer. A ellos se les unen las seductores voces de Anton o Paz de Manuel y una decena de músicos que devienen en parte vital de un espectáculo que sabe a poco, fascina y emociona.

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