Exposición

El CCCB celebra a Agnès Varda, cineasta de "un feminismo combativo y gozoso"

El CCCB de Barcelona exhibe gasta el próximo 8 de diciembre una amplia exposición dedicada a la directora y artista feminista, pieza esencial de la modernidad cinematográfica.

La exposición sobre Agnès Varda en el CCCB.

La exposición sobre Agnès Varda en el CCCB. / JORDI OTIX

Quim Casas

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Mañana inicia su viaje por el CCCB de Barcelona la exposición ‘Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar’, que podrá verse hasta el 8 de diciembre. La cineasta francesa, fallecida en marzo de 2019, se convirtió, sobre todo después del estreno de una de sus películas que abole la frontera entre ficción y documental, ‘Los espigadores y la espigadora’ (2000), en curioso faro para las nuevas generaciones, tan interesadas en los malabares formales de la directora como en su posición feminista.

 Eslabón femenino perdido de la Nouvelle Vague, Varda formó con Jacques Demy una de las más curiosas parejas del cine francés, no ligados directamente a la nueva ola capitalizada por Godard y Truffaut, pero muy importantes en la evolución del movimiento, ella desde el relato feminista (‘Cléo de 5 a 7’, ‘La felicidad’) y él desde la reinvención del melodrama (‘Lola’) y el musical (‘Los paraguas de Cherburgo’).

La exposición sobre Agnès Varda en el CCCB.

La exposición sobre Agnès Varda en el CCCB. / JORDI OTIX

 La exposición adapta –y expande– la realizada por la Cinemateca Francesa de París el pasado año. Como complementos, acorde con la polivalencia artística de Varda, el CCCB organiza un Laboratorio Varda (con diversos talleres), un curso en el Aula Xcèntric, debates, visitas guiadas y una retrospectiva en la Filmoteca de Catalunya que incluye el documental ‘¡Viva Varda!’ –que presentarán el jueves 18 a las 20.00 los hijos de la cineasta, Rosalie Varda y Mathieu Demy–, así como los títulos clave de su filmografía: de ‘Cléo de 5 a 7’, ‘Las criaturas’ y ‘Sin techo ni ley’ a ‘Jacquot de Nantes’ –dulce evocación de la infancia y adolescencia de Jacques Demy– y ‘Los espigadores y la espigadora’. La retrospectiva proseguirá en septiembre con otra obra fundamental, ‘La una canta, la otra no’, un musical feminista concebido como tributo al Movimiento de Liberación de la Mujer de los años 60 del que Varda fue parte activa.

 Jordi Costa, responsable de exposiciones del CCCB, recordó en la presentación que en la revista británica ‘Sight and Sound’ se ha intentado establecer un nuevo canon sobre el cine del siglo XXI, y que el dossier se abre precisamente con ‘Los espigadores y la espigadora’. “Este es un proyecto sobre una cineasta plenamente viva”, dijo Costa, en alusión a la modernidad y perennidad de la obra de Varda. Subrayó que “son muchas las directoras actuales, y bien distintas entre ellas, que se reconocen ‘vardianas’, y además resulta un autora plenamente identificada con el espíritu del CCCB”.

 Judit Carrera, directora del centro, evocó los tres lemas fundamentales de la cineasta: “Inspirar, crear y voluntad de compartir”. Recordó una de sus enseñanzas: “Amar a quien estás filmando y dejarse sorprender por el azar”. Una enseñanza que está en la medula del cine moderno actual, pues la modernidad empezó precisamente en tiempos de la Nouvelle Vague, y hoy nos encontramos en un territorio distinto. Varda abrazó con fruición los cambios tecnológicos y ya desde mediados de los años 50 practicó “un feminismo combativo y gozoso”, según Carrera.

 Para Rosalie Varda, hija de Varda e hija adoptiva de Demy, “ser su hija ya fue de por si un intenso viaje. Empecé a trabajar con ella en 2003, en una instalación para la Bienal de Venecia, y comprendí entonces el resultado de sus reflexiones. Mi trabajo es hablar de su obra, y esta exposición refleja la diversidad de su trabajo”. Rosalie Varda asegura que ella y su hermano no son los guardianes del templo, sino que tienen una casa abierta para transmitir el legado de sus padres.

 Abrieron la casa a la directora Mercedes Álvarez (‘El cielo gira’), responsable de la instalación con la que comienza la exposición, ‘Los dos lados del espejo’, y a Imma Merino, autora del libro ‘Agnès Varda. Espigoladora de realitats i somnis’ y asesora en la adaptación de la retrospectiva al CCCB. Y en esa casa abierta se encontraron materiales diversos, otra gran aventura para el buscador de tesoros. Florence Tissot, comisaria de la exposición original, explicó que “Varda guardaba todo, sus notas, los proyectos no realizados, lo que es ideal para poner en valor dos aspectos: el carácter polimórfico de su obra y la importancia que tuvo en su época, su dimensión social y política”. 27.000 negativos fotográficos, por ejemplo, fueron hallados después de su muerte.

 Porque Varda es cine, fotografía, escultura pintura, grafismo, vestuario, cómic… las bellas artes y las populares. De ahí esa idea polimórfica enunciada por Tissot, para quien “el feminismo atraviesa toda la obra de Varda, una directora que renovó la forma de representar a las mujeres en el cine y la relación con los hombres”.

 Muchas piezas exhibidas en el CCCB no estuvieron en la Cinemateca de París. La exposición funciona por capas interconectadas, igual que esa concepción de Varda apuntada por Jordi Costa: “Era una interrogadora de imágenes”. El espectador encontrará, perfectamente organizados y contextualizados, fragmentos de sus películas; su trabajo fotográfico –con fotos realizadas a Salvador Dalí en 1955, cuando Varda hizo su primer viaje a Catalunya–; la importante relación con la contracultura estadounidense –Andy Warhol, Black Panthers–; su presencia (o ausencia) en la Nouvelle Vague, a partir del momento en el que, en 1954, Alain Resnais la presentó a los miembros del movimiento; sus fijaciones por los gatos; los dibujos de la ilustradora Isa Feu hechos a partir de sus vivencias como espectadora de los filmes de Varda; la relación con los Llorca, un matrimonio de exiliados españoles, y las instantáneas que hizo al hijo de estos, Ulises; y una auténtica preciosidad, ‘La tumba de Zgougou’, instalación realizada por Varda en homenaje a uno de sus gatos y consistente en un video que se repite en bucle sobre un montículo de arena.