Crítica de 'Twisters': jóvenes domadores de tornados

En 1996, en la segunda edad de oro del cine de catástrofes, ‘Twister’ convirtió a los tornados en una amenaza mucho más letal de lo que ya son. ‘Twisters’ dobla los ciclones e invierte más dinero en efectos digitales, pero la historia es calcada a la de aquella, escrita por Michael Crichton: dos grupos de científicos rivalizan entre ellos en el estudio de los tornados.

Helen Hunt y Bill Paxton, los intérpretes de ‘Twister’, tenían 33 y 41 años cuando hicieron el filme. Daisy Edgar-Jones (protagonista de la serie ‘Normal people’) y Glen Powell tenían 25 y 34 cuando rodaron ‘Twisters’. La primera regla del mercado se cumple, como en todas las recientes franquicias: personajes más jóvenes para atraer a espectadores jóvenes.

Aquí son más domadores de tornados que científicos, y uno de los grupos se lo toma con un enorme sentido del espectáculo: ‘merchandising’, videos, redes sociales… La historia arranca con una experiencia trágica para instalarse cinco años después y ofrecer el gran tema americano, el de la segunda oportunidad. Unos caza-tornados se hacen llamar León, Espantapájaros y Hombre de Hojalata, en alusión a ‘El mago de Oz’ y su tornado inicial, pero la chica protagonista, por suerte, no se llama Dorothy. El vendaval destroza una sala de cine. ¿Metáfora de nuestro tiempo?