Razón y emoción

Una exposición de CosmoCaixa explica por qué escuchar música es aprender matemáticas

La muestra 'MateMiFaSol' explora de manera lúdica la estrecha relación entre ambas disciplinas a través de una treintena de módulos interactivos y una quincena de audiovisuales

Las melodías de las canciones de han vuelto más simples desde 1950

Una visitante, ante unas de las instalaciones interactivas de la exposición 'MateMiFaSol', en CosmoCaixa

Una visitante, ante unas de las instalaciones interactivas de la exposición 'MateMiFaSol', en CosmoCaixa / Fundació la Caixa

Rafael Tapounet

Rafael Tapounet

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En la segunda mitad del siglo XVIII se popularizaron en los países centroeuropeos unos juegos musicales (los ‘Musikalisches Würfelspiel’) en los que se utilizaban dos dados para generar piezas de música de manera aleatoria combinando distintas opciones sin que fuera necesario tener noción alguna de composición. El más popular de estos ‘würfelspiel’ se atribuye a Mozart (aunque su autoría no se ha podido demostrar nunca) y consiste en un sistema para componer un minueto de 176 compases a partir de 16 tiradas de dados. En este juego, el número de partituras posibles es de 11 elevado a 16. O, dicho de otra manera, si la pieza resultante durara 30 segundos, se necesitarían 728 millones de años para interpretar todas las obras.

El juego de dados de Mozart es solo un ejemplo del vínculo indestructible que existe entre la música y las matemáticas, una relación que se explora de manera lúdica en la exposición ‘MateMiFaSol. Un viaje sonoro del caos al cosmos’ que podrá visitarse hasta el próximo 12 de enero en el Museu de la Ciència Cosmocaixa de Barcelona. Comisariada por la catedrática de Historia del Arte Magda Polo y por el músico y divulgador Carlos Calderón, la muestra incluye una treintena de módulos interactivos y una quincena de audiovisuales que permiten al visitante descubrir cómo la racionalidad de las matemáticas (y de otras disciplinas científicas) está en la base de un lenguaje tan asociado a la emoción como la música. “Queremos que quien venga a la exposición vea el sonido y sienta el número”, señala Calderón.

Del cero al infinito

“Este es un viaje iniciático que empieza en el cero y llega al infinito”, apunta la doctora Polo. El “cero” es el silencio previo al big-bang, una experiencia inconcebible que la muestra trata de evocar con un espacio parecido a una cámara anecoica en el que se reproduce la popular pieza ‘4 minutos 33 segundos’ de John Cage (en la que, en ausencia de notas, solo se escuchan los sonidos aleatorios que producen los espectadores o que llegan del exterior). Y el infinito es la música del cosmos, un concepto que el astrónomo Johannes Kepler desarrolló a principios del siglo XVII en su obra ‘Harmonices Mundi’, en la que, siguiendo los postulados de Pitágoras, relacionó el movimiento de los planetas con la armonía musical. En la última sala de la exposición, una instalación audiovisual simula con gran poder evocador esa hermosa polifonía planetaria.

Una imagen de la exposición 'MateMiFaSol' en CosmoCaixa.

Una imagen de la exposición 'MateMiFaSol' en CosmoCaixa. / Fundació la Caixa

Entre un punto y otro, ‘MateMiFaSol’ recrea la primera propuesta racional que existió para aplicar la matemática a la música -el monocordio de Pitágoras, un instrumento de una sola cuerda que, a partir de una serie de subdivisiones, daba lugar a las siete notas de la escala natural-; explica la importante presencia de la proporción áurea en las composiciones musicales (un ejemplo: en la mayoría de las canciones pop el punto de inflexión llega cuando ha transcurrido el 61,8 % del tiempo); analiza el papel de las matemáticas en la creación musical (la aritmética del ritmo, la geometría de la melodía y la lógica de la armonía) y también en las instalaciones acústicas, y explora los diferentes ritmos y sonidos que produce el cuerpo humano, así como la influencia de la música sobre las funciones biológicas y el estado mental de las personas. Entre otras cosas.

Cosas complejas de manera fácil

La exposición permite distintos niveles de acercamiento para un público diverso y familiar, desde el simple juego con instrumentos, ritmos y ondas hasta la explicación más elaborada. Valentí Farràs, director del Museu de la Ciència CosmoCaixa, subraya que, como es norma en la institución, el propósito de la muestra es “presentar cosas complejas de una manera fácil” y recuerda que la participación y la interacción “son fundamentales para consolidar el aprendizaje”. “Entender que en la música habitan las matemáticas es una manera de que la gente les pierda el miedo”, añade Magda Polo.

Más allá de la sala de exposiciones, ‘MateMiFaSol’ ofrece también un programa de actividades para profundizar en la materia. El ciclo se inicia el miércoles con un concierto inaugural en el que la pianista y matemática Laura Farré Rozada recreará ese viaje desde el silencio al cosmos a través de piezas del búlgaro Dimitar Nenov, la armenia Gayane Chebotarian y el francés Claude Debussy (compositor que sostenía que “la música es una matemática de lo invisible cuyos elementos participan de lo infinito”). También habrá conferencias y charlas (una de ellas girará en torno a una investigación del Instituto de Astrofísica de Canarias sobre cómo las galaxias vibran conforme a un patrón rítmico y se ordenan entre ellas en perfecta armonía), así como talleres y espectáculos infantiles.