Reconversión campestre

Los Nikis de la Pradera, del punk-rock al country sin perder el humor: "Lo nuestro es la audacia del ignorante"

El legendario grupo madrileño de los años 80 renace reconvertido en un quinteto de música vaquera

Carolina Durante: el "valor infinito" de triunfar entre los jóvenes haciendo rock de guitarras

Fotomontaje promocional de Los Nikis de la Pradera. De izquierda a derecha, Rafa Cabello, Joaquín Rodríguez, Mauro Canut, Arturo Pérez y Nacho Biosca

Fotomontaje promocional de Los Nikis de la Pradera. De izquierda a derecha, Rafa Cabello, Joaquín Rodríguez, Mauro Canut, Arturo Pérez y Nacho Biosca / El Volcán Música

Rafael Tapounet

Rafael Tapounet

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El Huercasa Country Festival, cuya novena edición se celebra este fin de semana en el pueblo segoviano de Riaza, es la cita más importante dedicada en España a la música de raíces norteamericana. En el cartel de este año, formado casi enteramente por bandas y solistas procedentes de Estados Unidos y Canadá, destaca un grupo de nombre castizo y reminiscente: Los Nikis de la Pradera. Y, sí, son la nueva mutación country de aquellos legendarios Nikis que en los años 80 se ganaron el sobrenombre de ‘los Ramones de Algete’ con irresistibles pildorazos de punk-pop como ‘Ernesto’, ‘Salvaje pasión’ y ‘El imperio contraataca’.

“El Huercasa es el único festival gordo de verdad que hay de country en España y este año los grupos son todos americanos menos unos de Pamplona y nosotros -explica Joaquín Rodríguez, principal compositor de las canciones del grupo-. Lo nuestro es la audacia del ignorante. En realidad, no hemos ido nunca ni a curiosear, porque es en verano y nos pilla de vacaciones. Bueno, yo es que no he ido a un festival en mi vida, ni de country ni de nada. Ni como público ni como músico. Cuando Los Nikis estaban en activo, no había festivales”.

La guinda de Carolina Durante

Los Nikis dejaron de estar en activo a principios de los años 90, aunque desde entonces se han reunido esporádicamente en algunas ocasiones especiales. La última, el 27 de enero del año pasado, cuando los Carolina Durante, fans declarados del grupo de Algete, les pidieron que actuaran como teloneros en un concierto en el WiZink Center de Madrid ante unas 9.000 personas. “La gente se sabía las canciones y fue un fiestón. Lo disfrutamos muchísimo. Pero al terminar de tocar, Emilio [Sancho, el cantante] dijo: “Ha estado genial. Se acabó”. Y la verdad es que era la guinda perfecta”.

Para entonces, Joaquín Rodríguez ya había empezado a ensayar un nuevo repertorio de canciones de aire campestre junto a otros dos ‘nikis’ -el guitarrista Arturo Pérez y el batería Rafa Cabello-, más el cantante Mauro Canut (con quien ya había coincidido en Los Acusicas) y el bajista Nacho Biosca (ex-Ataque de Caspa). “Siempre me había gustado Johnny Cash y me empecé a meter más en esa historia. Y a los demás también les gustaba, no era algo que nos fuera ajeno. Toda la vida tocando con distorsión y mira… ¡Hasta me apunté a clases de banjo! En realidad, entre el punk-rock y el country no hay mucha diferencia: los acordes son los mismos, pero tocados con otros instrumentos y alargando mucho una sílaba al final de cada verso. Sin la distorsión los errores se notan más, eso sí. Pero, vaya, no debe de ser muy difícil componer canciones country cuando ya hemos hecho 52”.

Tres acordes y la verdad

15 de esas 52 canciones forman el homónimo elepé de debut de Los Nikis de la Pradera, publicado por El Volcán Música con una portada que rinde homenaje a Hank Williams y a los Sex Pistols. El compositor de Nashville Harlan Howard, autor de clásicos indestructibles del género como ‘I fall to pieces’ de Patsy Cline y mil más, definió una vez el country como “tres acordes y la verdad”. La frase da título a una de las canciones de Los Nikis de la Pradera, pero no puede decirse que el grupo haya adoptado el lema a la hora de componer: Rodríguez sigue prefiriendo la distancia humorística al realismo y la introspección. “Nosotros nos quedamos con los tres acordes, porque lo de la verdad… A ver, mis letras no son de mucho sufrimiento, no. Podrían estar perfectamente en un disco de Los Nikis. Es que ahí no tengo flexibilidad, no sé hacer otra cosa. Alguna vez me han pedido algo en un registro más serio, y lo escribo y lo acabo tirando. No me gusta nada”.

Los Nikis de la Pradera se ríen con eficacia de las burbujas turbocapitalistas (‘Yates y lamborghinis’), de la virulencia de las redes sociales (‘Soy un hater’), de la creciente presencia de expresiones inglesas en la comunicación de las empresas (‘El imbécil’) y hasta de los tópicos argumentales de la música country (‘El alcohol es Satán’). Solo se ponen serios a la hora de denunciar a los cantantes que mueven los acentos de sitio para encajar palabras en sus letras (la brillante ‘El acento cambiado’). “Eso ha sido un TOC mío de siempre. Es que no puedo con los acentos cambiados. En la discografía de Los Nikis hay alguno, y lo tengo ahí clavado. Como doy tanta cera con esto, luego me los restriegan en abundancia. Pero en este disco creo que no hay ni uno”.

Alienando a los fans

La letra de ‘No traiciones a tus fans’ habla de los grupos que un día dan un giro estilístico que aliena a sus seguidores. Como pasar del punk-rock al country, por ejemplo. “Ahí nos hemos puesto la venda antes de recibir la herida -se ríe Rodríguez-. A mí me pone mucho esta situación. Me encantaría encontrarme en los conciertos a un fan de Los Nikis indignado rasgándose las vestiduras y gritando: “¡Traidores!”. A Dover les pasó y ellos se fumaron un puro, cosa que me pareció genial. Nosotros no vamos a tener tantos ofendidos, porque nuestros fans nos quieren mucho y nos lo perdonan todo”.

Entre esos fans, como quedó probado en el concierto del WiZink, hay muchos jóvenes que podrían ser los hijos (“¡y hasta los nietos!”) de los miembros del grupo. “La cosa ha perdurado generación tras generación y eso es algo que nos llena de orgullo y satisfacción. ¿Por qué a la gente joven le siguen gustando Los Nikis? Pues supongo que porque son canciones sin pretensiones, muy sencillas y pegadizas. Como las de Gaby, Fofó y Miliki”. Tres acordes y un chascarrillo bien puesto.