Opinión | Política y moda

Patrycia Centeno

Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

Un lobo con piel de cordero

Jordan Bardella, en una foto de archivo

Jordan Bardella, en una foto de archivo / Benoit Tessier

El domingo se celebra la primera vuelta de las legislativas francesas. El buen resultado el 9 de junio de la extrema derecha con Jordan Bardella a la cabeza empujó a Macron a convocar elecciones anticipadas. “El cachorro de león” de Marine Le Pen se ha convertido en un “león”, reconoció la líder de Agrupación Nacional. A sus 28 años, Bardella es uno de los políticos europeos con más seguidores en redes sociales (especialmente en TikTok). Pero no se imaginen a un Alvise Pérez cualquiera. Bardella no alza la voz, no insulta, se muestra tranquilo, no pierde la compostura y viste, por supuesto, impolutamente.

Aquello es Francia y el refinado estilo parisino se impone para todo aquel o aquella que se proponga seriamente llegar algún día al Elíseo. Otra cosa sería antipatriótica. Por ello, este hijo de inmigrantes italianos criado por una madre soltera en un suburbio parisino empezó en 2018 a recibir lecciones de comunicación e imagen para potenciar el carisma, aprender a parecer relajado, sonreír ante los medios y resultar más humilde que Macron. Lejos de la fascinación americana por un Milei o un Trump hiperventilados; en Europa, suavizar un mensaje duro y radical con la presencia, el comportamiento y los gestos, funciona. Podría ratificar esta teoría Georgia Meloni, pero también la propia Marine Le Pen.

En su momento, Marine Le Pen compuso su propio libro de estilo para exorcizar al Frente Popular. Además de matar políticamente a su padre y rebautizar luego al partido (Agrupación Nacional); en 2016, se presentó con nuevo logo, lema y sede. Sin rastro de las siglas del partido (FN), una rosa azul (la flor de los socialdemócratas teñida del color de los conservadores), su nombre de pila junto a la palabra presidenta y una nueva consigna: “En nombre del pueblo”. Otros retoques cosméticos fueron la inauguración de una nueva sede de paredes blancas inmaculadas y minimalistas (modernas) de donde colgaron una versión en azul (corporativo) de la lengua de los Rolling Stones, retratos de diversas personalidades, como Albert Einstein, sosteniendo una rosa azul y una obra (profanada) del artista callejero y activista por los derechos de los inmigrantes, Banksy: en vez de flores, el manifestante lanzaba rosas azules…

La imagen personal de Marine Le Pen también cambió. Ya no era la niña pija de papá vestida de anticuadas y carísimas firmas. En aquella primera fase había que ganarse el favor de las clases populares, así que empezó a declarar que compraba la ropa en outlets y empezó a recurrir a la bisutería de los chinos, se encasquetó trajes de chaqueta con camisa de colores chillones, utilizó coleteros y hasta se interesó por bolsos falsos del mercadillo.

Cuando conoció a Bardella lo reconoció como el representante ideal para su idea de ultraderecha renovada. Básicamente, vio al perfecto lobo con piel de cordero.

Suscríbete para seguir leyendo