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Patrycia Centeno

Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

Hooliganismo político

El presidente del Parlament de Baleares, Gabriel Le Senne, preside la Junta de portavoces celebrada este miércoles.

El presidente del Parlament de Baleares, Gabriel Le Senne, preside la Junta de portavoces celebrada este miércoles. / EFE/ Miquel A. Borràs

“Me enfadé e hice algo que no tenía que hacer. No hay odio. Mi intención no fue romper el cartel sino retirarlo”, se excusaba final y torpemente el president del parlamento balear por haber rasgado la fotografía de Aurora Picornell del ordenador de la vicepresidenta de la mesa. Gabriel Le Senne mintió al asegurar que su deseo no era romper aquella imagen. Basta revisar el vídeo para observar como el político de Vox, tras intentar cerrar dos veces la pantalla del portátil de su compañera sin éxito, decide rajar la foto. Además, su mirada al acabar más que de rabieta es de odio (“mira qué me has hecho hacer”).

Pero no hace falta siquiera entrar a abordar la intensidad de la emoción por la que estalló. Si bien, se podría intuir (por el ideario que defiende Le Senne y su partido) que su gesto nace de la animadversión hacia las víctimas franquistas y el rojerío en general. Sin embargo, aunque su actitud sólo se debiera a la frustración y desesperación que sintió al ver que las diputadas socialistas no acataban sus ordenes (dedo índice levantado, amenaza) para retirar las imágenes y mantener así la neutralidad de la mesa; perder los nervios lo descalifica ipso facto para seguir en el cargo.

Le Senne reconoció a través de un comunicado de su partido que la desobediencia de las diputadas socialistas Mercedes Garrido y Pilar Costa, vicepresidenta y secretaria segundas del Parlament, lo sacó de sus casillas… Precisamente hace una semana, un miembro del Movimiento 5 Estrellas tuvo que abandonar el parlamento italiano en silla de ruedas tras recibir una paliza porque a algunos diputados de Salvini no les agradó que se dirigiera con una tricolor a un ministro en gesto de protesta. Ese “razonamiento” hooliganista o macarra de escudarse tras un “me estaba provocando o buscaba pelea” es muy peligroso en un escenario democrático. Una de las máximas cualidades que debe poseer (y trabajar) todo representante público en democracia es la serenidad. Es decir, la capacidad de gestionar las emociones negativas y positivas ante un conflicto o crisis y ofrecer una respuesta o solución diplomática. El presidente del parlamento es el garante del orden, pero también del diálogo, las formas y la moderación durante el enfrentamiento político entre adversarios. Con o sin provocación, Le Senne ha demostrado en un instante y con creces que no está capacitado para cumplir su principal función: mantener la calma (la suya y la de los demás).

Por otro lado, señalar además la simpleza de este tipo de personajes que no trabajan la inteligencia emocional. Mientras esperaba el miércoles mi intervención en un programa de televisión, escuchaba cómo entrevistaban a la socialista a quien Le Senne arrancó la fotografía. Mercedes Garrigo reconocía que gracias a la respuesta violenta del de Vox habían conseguido que mucha gente descubriera o volviera a reivindicar la figura de la Pasionaria balear. Y es curioso que la ultraderecha, siempre con ganas de bronca, no conozca una de las reglas más básicas en cualquier guerra: nunca caer en la trampa de las “provocaciones”. Además de bruto, tonto.

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