Luces de neón, 'tecktonik' y llorar en el baño: bienvenidos a la fiesta de Charli XCX

Cuando en 2018 murió Avicii, el DJ sueco que nos hizo bailar por primera vez a la generación Z, el periodista Young Vibez escribió en su blog uno de los textos a los que más he vuelto a lo largo de todos estos años. El blog desapareció sin dejar rastro, como todo lo bueno en Internet, pero hay una captura de pantalla de ese fragmento que guardo como oro en paño. Hablaba Young Vibez de cómo Avicii representó una espectacular y autodestructiva negación eufórica a la crisis de 2008, cuando «no había #MeToo sino 'Project X', no campañas de concienciación sino colores flúor y desmayos en colinas de festival».

Que una artista que ha buscado su lugar en todo tipo de tendencias musicales como Charli XCX—desde el 'synthpop' ochentero de 'True Romance' y las guitarras de 'Sucker' al hiperpop de 'Charli'— lo haya encontrado por fin con un disco lleno de reminiscencias dosmileras, firmando su mejor álbum hasta la fecha, no es casual. Con su portada verde-Shrek, 'brat' es un enorme canto a la fiesta y a los sonidos electro con los que Charli (y todos los que somos de su generación) bailó por primera vez como si no hubiera mañana, que llega en el momento justo: un tiempo en el que también necesitamos huir hacia el hedonismo. Puedo oír a Daft Punk en el house espacial de 'Talk talk' (que no es otro que el del 'one hit wonder' de Modjo), a Kesha en la cadencia popera de 'Rewind', al electro dosmilero de Boys Noize en los sintes acelerados de una de las joyas del disco, 'Von dutch'. Si saliera ahora una 'Project X, Parte 2', estoy segura de que 'Mean Girls', canto al puro hedonismo al ritmo de bajos saturados al límite, sería parte de su banda sonora.

Es mi fiesta y lloro si quiero

Pero no estamos en 2008. La película taquillera del año no ha sido 'Project X' sino 'Barbie'. La heterosexualidad de Vodka Red-Bull y abusos sexuales en las fiestas ha dejado paso a expresiones de género tan fluidas como diversas y a 'puntos lila' en todas las fiestas. Las resacas, ahora, pesan más. Y, entre el humo de discoteca y las luces de neón, Charli XCX nos deja entrever su vulnerabilidad. Sus miedos, sus grietas. La 'party girl' que un segundo está pensando en drogarse en el baño y, al siguiente, en tener un bebé ('I think about it all the time'). A la que la amistad femenina, entre la envidia y la admiración, la confunde ('Girl, so confusing'), que llora la pérdida de su amiga SOPHIE en 'So I'. Que, frente al 'Everyhting is embarassing' de Sky Ferreira, diva decadente del Tumblr de 2012, reivindica en una de las mejores canciones de su carrera que 'Everything is so romantic'. Acompañada de sus fieles escuderos a la producción (A. G. Cook, Easyfun) pero también de nuevos adeptos como El Guincho, la británica nos regala un disco que será histórico, si no lo es ya. Patri Di Filippo

Otros discos de la semana

El que fuera cofundador de la institución folk inglesa Fairport Convention nos demuestra que la madurez no tiene por qué tender al baladismo ni a la mística. Álbum vibrante, con nervio y grosor instrumental (apabullantes guitarras), en el que bajo un reclamo marinero desliza canciones hiperrealistas que cargan con pesos antiguos en torno a la guerra, el amor moribundo, el desgaste de los materiales, cruzando con maestría influjos del country, el skiffle o el cabaret. Jordi Bianciotto

El título no miente. Después de arrancar con lo que parece una brillante reescritura del ‘Sloop John B’ de los Beach Boys (‘Burial ground’) y con un gozoso ejercicio de rumba indie (‘Oh no!’), el primer elepé del grupo de Portland en seis años vira hacia ese territorio de baladas folk de vocación historiográfica que Colin Meloy domina como nadie para acabar desembocando en la oceánica ‘Joan in the garden’, más de 19 minutos de crescendo eléctrico con un interludio de ambient cósmico. Rafael Tapounet

Beings es el encuentro entre tres veteranos, el batería de Dirty Three Jim White, el guitarrista Steve Gunn y el multiinstrumentista Shahzad Ismaily, y una joven saxofonista, Zoh Amba. Su primer disco son más improvisaciones que canciones, más tormentas que melodías, aunque a veces el rugido se convierte casi en una nana. La brújula de Beings tiene más de un norte, el free jazz, el rock furioso y el espíritu de The Velvet Underground. Y aun así, siempre señala hacia un lugar que vale la pena explorar. Roger Roca

Este multinstrumentista y cantante de aventurera trayectoria, que ha viajado del folk mediterráneo al rock de autor, toma el bloque de vecinos como metáfora de la incomunicación e insensibilidad en las urbes modernas. Cancionero con miga, ya sea apuntalándose en la guitarra o el piano, deslizando un cruce de historias mundanas con seductores recovecos melódicos. Y atención al concepto gráfico, que acude con ironía a la ‘rue del Percebe’ del añorado maestro Ibáñez. J. B.