Estrenos de cine
Crítica de 'Green border': las fronteras del terror
Agnieszka Holland retrata con crudeza el trato que reciben los emigrantes en Europa
Crítica de 'Eureka': la destrucción del wéstern
![Una imagen de 'Green border'](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/0887ddc8-6dd4-422f-b27b-582580daa1c4_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Una imagen de 'Green border'
![Quim Casas](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/74ea7dd1-c4d0-4b33-bf06-cbb516da5662_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
![Quim Casas](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/74ea7dd1-c4d0-4b33-bf06-cbb516da5662_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
'Green border'
Dirección: Agnieszka Holland
Intérpretes: Behi Djanati Atai, Agata Kulesza, Jalal Altawil
Año: 2023
Estreno: 14 de junio de 2024
★★★
'Octubre de 2021, Europa', reza un rótulo inicial. Un plano aéreo recorre un bosque de verde intenso. Pero a los pocos segundos el color desaparece y la imagen se vuelve en blanco y negro. Toda la película es así, consecuentemente: pocos blancos luminosos, mucha oscuridad, contornos inquietantes y una sensación de agobio, incluso en espacios abiertos, para relatar cómo la Europa ‘civilizada’ ha tratado y trata a los emigrantes. Hay algún momento maniqueo en ‘Green border’, pero el tono general es muy crudo y directo.
Arranca con el viaje en avión hasta Minsk, en Bielorrusia, y después en furgoneta hasta la llamada frontera verde, el territorio que separa Bielorrusia de Polonia. Y ahí la directora polaca Agnieszka Holland no se corta nada: pies llagados, lluvia, el llanto permanente de un bebé, desorientación, campos improvisados, ciénagas y la actitud miserable tanto de los soldados polacos como de los bielorrusos. Corrupción generalizada que se cobra sus víctimas en una familia siria que creía que Europa representaría la libertad: un soldado le vende a una mujer afgana una botella de agua por 50 euros. El filme contempla también la crisis de refugiados en la otra frontera, la que separa Ucrania de Polonia, pero es en su primera mitad cuando resulta más determinante y efectivo.
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