Discos de la semana

Bon Jovi saca fuerzas de flaqueza en 'Forever'

La banda entrega un paquete entre edificante y nostálgico, con himnos rockeros y recesos intimistas, en su primer álbum tras la operación en las cuerdas vocales de su cantante, Jon Bon Jovi

Los nuevos elepés de Bonny Light Horseman y Joana Serrat, también reseñados

Bon Jovi, en 2024

Bon Jovi, en 2024 / Mark Seliger

Jordi Bianciotto
Rafael Tapounet
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'Forever'

Bon Jovi

Universal

Rock

★★★

Jon Bon Jovi nos ha permitido asomarnos a sus abismos interiores en esas confesiones francas sobre el estado de su voz, vertidas tanto a la prensa como en el reciente documental en cuatro partes ‘Thank you goodnight: la historia de Bon Jovi’ (Disney+). Nadie parece saber si la banda volverá a salir de gira, pero, por lo pronto, se muestra viva y coleando en este ‘Forever’, un álbum en el que luce rearmada mezclando algo de nostalgia y algunas invectivas de ‘stadium rock’ empaquetadas para cuando llegue el momento, si es el caso.

Después de un ‘2020’ que reflejaba las tribulaciones norteamericanas modernas (‘black lives matter’, inmigración, culto a las armas), ‘Forever’ desprende un contenido más autorreferencial y líricamente íntimo desde la primera de las canciones, ‘Legendary’, donde Jon Bon Jovi observa el camino andado con su señora esposa (desde 1989), Dorothea Hurley. “¿Quién eres tú y quién soy yo / para pensar que podíamos volar?”, canta, con ánimo recapitulador, sostenido por robustos andamiajes rockeros y coros turbo.

Voz rehabilitada

Este es su primer disco desde la operación quirúrgica en las cuerdas vocales, dos años atrás, y su voz luce vigorosa y reconocible. Claro que hoy en día la tecnología hace maravillas. Y en el disco abundan los ‘tempos’ recogidos que facilitan las cosas. Pero es en el primer bloque de canciones, el más expeditivo, donde Bon Jovi, la banda, suena más arrolladora. Aunque el detector de clichés rockeros dé señal aquí y allá, lo cierto es que ‘We made it look easy’ (mirada hacia la naturaleza del grupo) y, más aún, ‘Living proof’ (con su literatura épica sobre la esperanza y la redención) y ‘Waves’ (acerca de liberarte de los recuerdos que te atormentan) bien pueden justificar este regreso del grupo a los estudios. También ‘Seeds’, aparatosa y sinfónica, pero que deja huella.

El álbum se desliza luego por caminos más apacibles a costa de ‘Kiss the bride’, balada acústica para su hija Stephanie, y las cavilaciones de ‘I wrote you a song’ y ‘My first guitar’. Resulta más edificante ‘The people’s house’, con ese meneo rítmico a lo ‘Keep the faith’ y, sobre todo, el subidón de ‘Walls of Jericho’, la pieza más ‘springsteeniana’ (y refrescante). En el departamento de baladas, la nota más alta la da el tema de cierre, ‘Hollow man’, donde parece flotar igualmente la figura del vecino más famoso de New Jersey (en su versión árida a lo ‘Nebraska’) y en la que Jon Bon Jovi camina huyendo de sus fantasmas. Que siguen rondándole, a juzgar por esas declaraciones en las que duda sobre su futuro y dice no necesitar verse como la estrella decadente, “como el gordo Elvis”. Bien, ‘Forever’ da algunas razones para pensar que, 40 años después de su disco de debut, a Bon Jovi le quedan reservas de energía para estirar su peripecia un poco más. Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

'Keep me in your mind / See me free'

Bonny Light Horseman

Jagjaguwar

Folk-pop

★★★★

Grabado en parte en un pub de un pueblo irlandés, el tercer álbum del supertrío que forman Anaïs Mitchell, Eric D. Johnson y Josh Kaufman es una generosa colección de canciones de acabado pulcro y sensibilidad antigua que recurre a la imbatible alquimia de las armonías vocales, el sonido de cuerdas y madera y el espíritu comunitario para hacer frente al vértigo del mundo moderno. Un disco-refugio con estancias de belleza arrebatadora como ‘When I was younger’ y ‘Rock the cradle’. Rafael Tapounet

'Big wave'

Joana Serrat

Great Canyon records

Rock

★★★★

Otro decidido paso al frente de la cantante-guitarrista de Vic, cada vez más alejada de los cánones bautismales (la estela Americana) y volcada en un cancionero arrollador en el que se citan lo etéreo y lo telúrico, un candor melódico flotante y ese subsuelo rico en estridencias y ecos de conflicto. Es ya su sexto álbum, repite cómplices en un estudio tejano (Joey McClellan, de Midlake) y te somete dulcemente con invasivos artefactos como ‘The cord’ y ‘Sufferer’. J. B.